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Manteros, dueños de las calles

La inacción de las autoridades para erradicar la venta ilegal perjudica cada vez más a quienes trabajan dentro de la ley.

Comerciantes de la peatonal Florida se han venido manifestando durante varios días con un corte de calles en el cruce de esa arteria y la avenida Corrientes.

Es la manera que hallaron para reclamar que los denominados manteros dejen de poner en riesgo su actividad, para la que pagan alquileres, impuestos y cargas sociales.

Curiosamente, los propietarios de esos comercios sienten que deben recurrir a un mecanismo ilegal, como es cortar una calle, para que se dé cabida a su pedido de poder trabajar dignamente, sin la competencia desleal que importa la venta callejera descontrolada en la Capital.

En las últimas horas, incluso, han amenazado con una rebelión fiscal y con extender los cortes de calles al resto de la ciudad si en 30 días no se encuentra una solución a su histórico problema, ahora agravado por la actuación de mafias que sostienen aquella actividad ilegal.

Ante ese avasallamiento de quienes tienen todo en regla, las autoridades políticas de la ciudad y de la Nación no atinan a dar una respuesta satisfactoria. No han podido o no han querido hacer cumplir la ley que dispone que la venta ilegal está prohibida en el distrito. En este punto, no deja de llamar la atención que la Justicia haya encontrado nexos espurios entre algunos policías federales y las organizaciones delictivas dedicadas a proveer de mercadería a los manteros.

Cualquier persona que recorra la peatonal Florida podrá ver la enorme oferta de productos, muchos de ellos falsificados, diseminados sobre mantas que dificultan el paso no sólo de transeúntes, sino de los propios uniformados que deberían despejar la zona y no lo hacen.

Algunos jueces contravencionales porteños tampoco han contribuido a dar solución a este problema, pues se amparan en la ambigüedad del artículo 83 del Código Contravencional local, que en una parte dice que no constituye contravención la venta ambulatoria de baratijas o artículos similares en la vía pública, ni la venta por mera subsistencia.

Diversos allanamientos de los últimos meses dan cuenta de que, en la mayoría de los casos, se trata de organizaciones bien montadas que, aprovechándose de personas con necesidades, han establecido un tipo de comercio ilegal que comprende desde enormes depósitos de almacenamiento de mercadería apócrifa hasta un sistema de "entregadores, choferes y recaudadores" capaces de burlar todo tipo de control.

Quien por estas horas se ve sometido a la casi policíaca tarea de la AFIP para determinar qué persona puede comprar un puñado de dólares, difícilmente pueda digerir el camino allanado que tienen para actuar las estructuras delictivas de manteros.

Pareciera que la vara de la necesidad tiene distintas medidas a los ojos de los que deben hacer cumplir la ley.

El caso tal vez más insólito y por qué no irritante de este tipo de comercio ilícito acaba de ser bendecido por la Cámara Federal porteña al ratificar el sobreseimiento de un mantero que fue sorprendido en la vía pública vendiendo anteojos falsificados de una marca de primera línea. El tribunal entendió que la imitación era tan burda que no podía causar confusión en los potenciales compradores y que no afectaba a la marca.

Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), la venta ilegal en la ciudad mostró un salto cualitativo el mes pasado, pues se abrieron dos nuevas "Saladitas" -como se conoce a las ferias donde se comercializa mercadería ilegal-, mientras que, en total, el comercio informal facturó 216,6 millones de pesos el mes pasado, esto es, el 15,9 por ciento más que en septiembre último.

De acuerdo con cifras proporcionadas por los propietarios de negocios sobre Florida, la venta ilegal les representa pérdidas de hasta el 40 por ciento.

Los dueños de locales se oponen con fundamento, además, al proyecto del flamante defensor general adjunto en materia penal porteño, Roberto Gallardo, tendiente a instalar stands fijos a lo largo de Florida para ubicar allí a 300 manteros.

En el gobierno de la ciudad dicen que la venta ilegal les preocupa y que trabajan para erradicarla. Y que, para ello, apuntarán a diferenciar a los artesanos de los revendedores. No parece una tarea demasiado difícil, a juzgar por lo que ofrecen los manteros a la vista de todo el mundo.

Como ya se dijo desde esta página, la remoción de los manteros de Florida es un test de capacidad o incapacidad de la Argentina para corregir el dramático deterioro de la seguridad jurídica en nuestro país.