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Malvinas: mensajes contradictorios

Aumentar las tensiones entre la Argentina y Gran Bretaña por ambas partes da rédito político pero no ayuda a lograr el diálogo.

El gobierno nacional, a través de la ministra de Industria, Débora Giorgi, ha pedido a algunas importantes empresas nacionales y multinacionales que reemplacen insumos y productos que ellas importan de Gran Bretaña por otros de distinto origen. El pedido habría podido hacerse dentro de la discreción, pero no fue así. Se le dio amplia difusión pública y se fundamentó la razón, entre otras consideraciones, en que es necesario comerciar con socios que respeten nuestra integridad territorial, en una más que sugestiva alusión vinculada con las islas Malvinas.

Se hizo, además, en momentos en que, cercano el 30° aniversario del conflicto bélico de 1982, las tensiones bilaterales parecen de pronto haber aumentado. Prueba de ello fue la reciente decisión de la gobernadora de Tierra del Fuego de no permitir el ingreso en el puerto de dos cruceros, repletos de turistas, que habían previamente recalado en las islas Malvinas.

Hay que señalar que el pedido de la ministra Giorgi no es una imposición. No acatarlo no conlleva sanciones específicas de ningún tipo. Pero tiene el peso obvio de haber sido sugerido por una alta funcionaria de un gobierno caracterizado por un alto margen de intervencionismo y discrecionalidad en lo económico.

Lo cierto es que el saldo favorable de la balanza comercial bilateral de nuestro país ha disminuido, porque las importaciones desde Gran Bretaña han aumentado un 40 por ciento de un año a otro. En 2011, el país perdió algo más del 60 por ciento del saldo de la balanza comercial favorable que tenía el año anterior. De 274 millones de dólares, en 2010, caímos a sólo 104 millones de dólares, en 2011. Estas cifras son, en sí mismas, razones suficientes para el pedido formulado desde el Gobierno, pero fueron acompañadas por las razones adicionales ya expuestas.

En diplomacia no es infrecuente ligar a las cuestiones específicas que están en disputa entre dos partes argumentos, otras cuestiones o hasta presiones colaterales para incrementar el poder de negociación de quien lo hace. La reacción inmediata de los británicos ante el mensaje de Giorgi fue la de hacer intervenir en el tema a sus socios de la Unión Europea. La UE anunció que desea intervenir en la cuestión comercial, a fin de aclarar "preocupaciones comerciales legítimas". Nada parece haber dicho oficialmente respecto de la cuestión de soberanía, que la Argentina aparentemente invoca para fundamentar sus pedidos. Desde el Foreign Office se convocó al encargado de negocios argentino en Londres para pedir a nuestro gobierno explicaciones sobre lo sucedido con los buques que no pudieron llegar a Ushuaia y los requerimientos de nuestra ministra de Industria. Seguramente serán dadas.

Las tensiones en torno a la cuestión Malvinas siguen incrementándose porque, a ambos lados del océano, plantearlas da rédito político. Los británicos expresan "sorpresa y frustración" porque no se privilegien los "lazos de amistad" que existen entre ambos países, pero su cerrada negativa a conversar sobre el dilatado diferendo de soberanía que nos separa no es precisamente una muestra de amistad. De nuestra parte, también hay un doble mensaje: en su discurso de anteayer en el Congreso, la Presidenta propuso una nueva negociación con Gran Bretaña para establecer vuelos de Aerolíneas Argentinas entre Buenos Aires y las Malvinas, pero si se juzga por el incidente en Tierra del Fuego y las recomendaciones de la ministra Giorgi, tampoco aparecemos como muy ansiosos de reanudar las negociaciones.

El camino del diálogo es el único que puede llevar a ambos países a encontrar, en buena fe, las fórmulas necesarias para solucionar un extendido conflicto territorial con proyecciones y efectos de distinta naturaleza, que son ciertamente complejos. Negarse intransigentemente a aquél es apenas una expresión de arrogancia que sólo contribuye a mantener, sino a escalar, las tensiones y a aumentar la distancia y frialdad que lamentablemente hoy parecerían separar a ambas naciones. No es el mejor camino. Es probablemente el peor.