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Los extraños vínculos del ex de María Eugenia Ritó con los asesinos de José Luis Cabezas

El sueño de Alfredo Yabrán de hacer de Pinamar una localidad impune a los delitos lo heredaron otros personajes.

Un prólogo cortito pero necesario. Las vedettes siguen jugando -como Andrea Rincón y ahora María Eugenia Ritó- a dar un mensaje algo perverso a los que padecen el flagelo de las drogas. Eso de internarse para una terapia de desintoxicación y rehabilitación, salir a contarlo en pocos días y decir que continúan el tratamiento como si nada,  lleva a creer que escapar de ese infierno es sencillito y algo no tan grave. 

Entonces las víctimas que ignoran la realidad pueden pensar seguir con el vicio hasta tocar fondo, después internarse unos días y seguir como si nada. No es así para nada.

Cuando Charly García -por citar sólo un ejemplo conocido-,  se internó hace ya tiempo no sólo sufrió mal estando en recuperación, sino que no pudo abandonar la clínica porque la terapia se caía y si hubo algún logro se truncaba estando fuera. Hay tanta mentira y negocio en el tema de las drogas que asusta ver a Ritó internándose, saliendo a almorzar en TV y diciendo que sigue en recuperación. No lo decimos nosotros sino los expertos internacionales en la materia. 

Se puede escapar del averno, pero cuesta mucho y jamás en un par de semanitas está lista la chapa y pintura de cuerpo y alma para volver a la vida como si nada hubiera pasado. Un acompañante terapéutico sirve relativamente, pues no está las 24 horas y en todos los lugares al lado del paciente. Las clínicas hacen buenos negocios con este asunto así que ellos siguen con silencio de radio, y ya sabemos que el SEDRONAR es un adorno aún conducido por un sacerdote con buenas intenciones pero sin presupuesto y rodeado por asesores que ya han sido cuestionados por sus manejos extraños de la institución.

Y ahora al tema en sí. Hace 4 años el autor de este informe reveló una trama macabra. Uno de los policías condenados por el asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas había sido excarcelado sin cumplir aún la pena (tuvo que regresar a prisión merced al revuelo que armamos entonces), y formaba parte de un entramado de ficción. Sergio Camaratta era parte -la cara invisible pero activa- de una empresa de seguridad que manejaba la instalación de alarmas domiciliarias y parte de la seguridad privada de Pinamar. Un criminal (lo dijo la Justicia, no nosotros) formando parte de una banda de personajes condenados por varios delitos haciendo de guardianes de la seguridad  pública parece de una trama de ciencia ficción, pero todo lo que dijimos entonces con el tiempo nos dio la razón.

La protectora de Camaratta que le consiguió esposa estando preso se llama Silvia Melgarejo (Constructora del Bosque), y algún secreto de su participación en el crimen brutal del fotógrafo aún se guarda en la memoria de la ciudad de los pinos. ¿Otro personaje envuelto en la trama del crimen del fotógrafo? El "colorado" Aníbal Luna.

El ex marido de Melgarejo era el titular oficial de la firma S.O.S. que prestaba esos servicios de seguridad. Antonio Lamorte tampoco tenía su prontuario intachable, pero la sospecha es que había personajes más pesados detrás. El entonces Ministro de Seguridad Ricardo Casal tardó siglos en reaccionar, pero al fin lo hizo y cambiaron los sistemas y las licencias para prestar servicios que no pueden quedar en manos de gente con antecedentes penales. Es poco serio..

No daremos muchos nombres que el lector no conoce, pero sí otras actividades que prestaba "la banda de Camaratta y sus aliados".

Un representante salteño instalado en una fundación local lavaba dinero de dudoso origen en complejos inmobiliarios en Pinamar y Cariló.

Otros personajes se dedicaban a préstamos de dinero en condiciones de usura, y hasta el fiscal de entonces -después removido por la Procuradora de la Provincia de Buenos Aires-, se encargaba de cobrarle a los morosos que cambiaban cheques. ¿Una de las víctimas? Un despachante de aduanas de Buenos Aires que pretendió abrir una especie de mercado concentrador de frutos (un mini Mercado Central para la región), no pudo cancelar compromisos y fue el fiscal quien intervino como cobrador embargándole su vehículo.

Reducidores de autos que vendían vehículos truchos en la vía pública eran parte del panorama grotesco de una ciudad que aún siente temor fuera de temporada por los personajes que allí se asentaron

En esa turbia red de personajes, un abogado y asesor y hasta prestamista de esta gente, se llama Marcelo Salinas. Su rol saltó a la fama tras sus fastuosas nupcias con María Eugenia Ritó, fiesta en La Rural con casi 600 invitados. La prensa recuerda los rostros de ricos y famosos en la boda, pero entre muchos de los concurrentes estaban los socios y amigos de Salinas en Pinamar. Los asesinos de cabezas dijeron presente aquella noche de ensueño entonces, de pesadilla hoy.

Marcelo Salinas, otro hombre que hizo ostentación de riquezas, y ahora quiere tomar por "enferma" a su ex para no dividir los bienes. ¿Conoce María Eugenia Ritó la red de contactos de Salinas en Pinamar?

No es nuestro deber preguntárselo, tal vez como Karina Jelinek pensó que la vida era color de rosa sólo enceguecida por montañas de dinero.

No todo lo que reluce es oro, reza un antiguo refrán.