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Los crímenes de George Pell: el ex número tres del Vaticano condenado por abuso sexual

El cardenal podría haber sido sucesor de Benedicto XVI cuando finalmente se eligió a Francisco. Llegó a ser muy cercano del actual Papa.

Para quienes lo admiraban, el cardenal George Pell, de 77 años, encarnaba, con su imponente figura y su elocuencia, la ortodoxia del catolicismo en Australia. Pero en diciembre fue declarado culpable de agresión sexual a dos monaguillos en la Catedral de San Patricio de Melbourne en la década de 1990. La decisión se conoció este martes, cuando se retiró una obligación de silencio informativo respecto a su proceso judicial.

Pell, nacido en 1941, creció en la ciudad de Ballarat, donde fue un entusiasta miembro del equipo de debate de su universidad. Tenía los papeles principales en las obras de teatro escolares y destacaba en fútbol australiano.

Su madre, una ferviente católica, estaba entusiasmada con que su hijo tomara el camino de la iglesia, según la prensa australiana. Su padre, un anglicano, no comprendía que hubiera rechazado un suculento contrato con uno de los equipos de fútbol más pujantes del país. Siguió parte de sus estudios en Roma antes de ser ordenado cura de la diócesis de Ballarat, en 1966.

Su rápido ascenso

El cardenal fue el primer dirigente católico en abordar los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia australiana, con la puesta en marcha en 1996 de un programa de compensaciones económicas, aunque recibió críticas por no dar suficiente apoyo a las víctimas.

Vivió un rápido crecimiento en la Iglesia hasta ser nombrado arzobispo de Melbourne y posteriormente de Sídney.

En 2002, un hombre aseguró haber sido abusado sexualmente por él en 1961, cuando tenía 12 años y Pell estaba formándose para ser sacerdote, pero la denuncia, que no prosperó, no impidió que sea nombrado un año después en 2003 en el poderoso Colegio de Cardenales, lo que le dio la posibilidad de votar en los cónclaves en los que se eligió a Benedicto XVI y Francisco.

Incluso, en 2013 fue uno de los voceados por los medios como posible nuevo Papa, aunque la votación terminó favoreciendo al cardenal argentino.

En 2014, Francisco lo eligió para lograr una mayor transparencia en las finanzas del Vaticano, convirtiéndose en número tres de la Santa Sede.

"El cardenal Pell es uno de los hombres eclesiásticos más grandes que Australia haya tenido", dijo de él el ex primer ministro conservador Tony Abott. El magnate de medios Rupert Murdoch también lo llenaba de elogios: "El papa Francisco nombró al brillante cardenal Pell de Sídney para ser el número 3 del Vaticano. Australia lo extrañará pero el mundo se beneficiará".

Caída en desgracia

Ante sus fieles y la opinión pública, el cardenal Pell defiende los valores tradicionales del catolicismo, un conservador que en el pasado mostró su oposición a la ordenación de mujeres, al divorcio y al aborto, y que al menos en una ocasión rechazó dar la comunión a homosexuales durante una misa. Pero su reputación se vio perjudicada en los últimos años por las acusaciones de graves delitos. Él negó firmemente que hubiera encubierto abusos cometidos por curas en el estado de Victoria, en el que trabajaba.

Una investigación nacional sobre la respuesta institucional que se dio a los abusos sexuales contra menores en Australia entre 1950 y 2010 concluyó que un 7% de los curas habían sido acusados de actos de pederastia, pero esas acusaciones no dieron lugar a ningún caso judicial. En el marco de la pesquisa, Pell reconoció en 2016 que en la década de 1980 existía "un mundo de crímenes y encubrimientos" en la Iglesia católica para proteger a la institución, pero negó tajantemente haber abusado sexualmente de ningún menor.

La comisión de investigación real que llevó a cabo durante cuatro años esas investigaciones halló que a la Iglesia australiana se le señalaron 4.444 presuntos casos de pederastia. En algunas diócesis, más del 15% de los sacerdotes eran sospechosos de abusos, añadió.

Por esta época, se multiplicaron que regrese a Australia para hacer frente a las investigaciones, pero Pell permanecía en el Vaticano.

La canción "Vuelve a casa (Cardenal Pell)", compuesta para recaudar fondos para las víctimas de abusos, alcanzó el primer puesto de ventas en el país. Pese a la campaña, la Santa Sede indicó que el secretario de Economía se mantendría en su cargo.


Juicio y condena

La Policía australiana presentó cargos el 29 junio de 2017 por pederastia en el tribunal contra el cardenal, que ese mismo día pidió la excedencia en el Vaticano para demostrar su "inocencia", postura que mantiene hasta ahora.

La corte de Melbourne declaró al cardenal, de 77 años, culpable de un cargo de agresión sexual y de otros cuatro cargos de atentado al pudor contra dos monaguillos que entonces tenían 12 y 13 años, por unos hechos ocurridos en la sacristía de la Catedral de San Patricio de Melbourne en los años 90.

El abuso sucedió cuando Pell encontró a los menores bebiendo vino sacramental en un cuarto trasero de la Catedral, mientras cientos de fieles salían de la iglesia tras los servicios dominicales. El jurado también declaró culpable a Pell de haber atacado sexualmente a uno de los muchachos en un pasillo, más de un mes después del primer abuso.

Uno de los monaguillos víctimas de Pell falleció en 2014. El otro dijo en un comunicado publicado este martes por su abogado que el proceso legal es estresante y "aún no terminó".

"Como muchos supervivientes, he experimentado vergüenza, soledad, depresión y dificultades. Como a muchos supervivientes, me llevó años comprender el impacto que tuvo en mi vida", dijo la víctima, que no fue identificada públicamente.

De momento, ha sido declarado culpable en un primer juicio, mientras que un segundo, por supuestos abusos cometidos en las década de 1970 en Ballarat, fue sobreseído por falta de pruebas.

A las puertas de la corte, defensores de otras víctimas de abusos recibieron a Pell con gritos de "monstruo" y "púdrase en el infierno", mientras salía al término de la audiencia.

Entre tanto, fue quedando apartado poco a poco de la vida del Vaticano. La Iglesia aprovechó una orden de silencio mediático sobre su juicio para apartarlo de altos órganos sin dar muchas explicaciones. Fue puesto en licencia y retirado del grupo de cardenales que componen el gabinete del papa y sus consejeros más cercanos.

Tras conocerse la condena, fue suspendido del sacerdocio y se le prohibió tener contacto con menores de edad, aunque el Vaticano destacó su declaración de inocencia y dijo esperar el proceso de apelación.

Pell se enfrenta a una larga pena de prisión, pese a que hasta hace unas horas, técnicamente seguía a cargo de las finanzas vaticanas, siendo el número tres de la Santa Sede.

La declaración de culpabilidad fue confirmada la misma semana que Francisco concluyó una extraordinaria cumbre de líderes católicos que fueron convocados a Roma para un protocolo sobre la prevención del abuso sexual por parte de clérigos y para proteger a los niños de sacerdotes pederastas.

(Con información de AFP, EFE y AP)