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Lo que los videntes jamás podrán adivinar

Anuncian viajes, casamientos, terremotos, y hasta te dicen quién te está haciendo un "mal". Pero hay cosas que jamás podrán adivinar periódicamente.

Toda persona -sin necesidad de ser vidente o astrólogo- puede hacer predicciones, y seguramente, por azar, acertará algunas de ellas. Podemos hacer una lista de predicciones sobre 2014 en este mismo momento y al final del año que viene verificar cuántas hemos acertado. Nos vamos a encontrar con errores, pero también con algunos éxitos. Eso no es nada anormal. Está dentro de la estadística y de las probabilidades. Siempre me pregunté por qué los adivinos no pueden acertar qué número va a salir en la lotería y por qué no hacen fortunas con sus "poderes" en los juegos de azar.

Distintos tipos de predicciones

Hay diferentes tipos de predicciones: las vagas y ambiguas ("veo un problema familiar" o "puede ser que alguien te falle en tal negocio") o las concretas -mucho más difíciles de acertar-, por ejemplo: "el 23 de febrero de 2017 a las 17 hs. va a caerse el obelisco" o "el sábado que viene va a salir el nº 21271 en la lotería". Por supuesto, los videntes, astrólogos y demás brujos, eligen siempre, sin excepción, las primeras, por el simple hecho de que tienen más probabilidad de tener éxito. Por eso, jamás hacen predicciones como las del segundo tipo.

Es raro que esto suceda a adivinos que pueden prever relaciones sentimentales que  son complejas, futuros viajes, muertes, accidentes, asesinatos, saber en qué fecha es mejor operarse, pero jamás han podido predecir -con éxito- nada relacionado a los juegos de azar: lotería, casino, etc.

La pregunta del millón

Teniendo semejantes poderes "paranormales" de adivinación, ¿por qué no pueden hacerse ricos jugando a la ruleta o a la lotería? Después de todo, no tienen que ganar de una sola vez un premio de 10 millones de pesos. Pueden ir ganando de a poco, para disimular, y con el tiempo amasar una fortuna. Cada vez que he preguntado esto a los videntes, me han contestado que ellos no pueden usar sus poderes para tales fines, que ellos deben hacer el bien. Resulta una respuesta demasiado ingenua. Cuando les pregunto entonces, si no quieren el dinero para ellos, qué número va a salir a la lotería, y lo recaudado lo donamos al Hospital Garrahan o a la Fundación de Lucha contra el SIDA, se van por las ramas. He efectuado el desafío en varios programas de televisión, pero ningún "poderoso" vidente se hizo cargo. Es evidente que no quieren enfrentarse a la realidad: no tienen ningún "poder" especial.

Una sola vez hubo una vidente, la "excéntrica" Leevon Kennedy -quien dice ser hija de John Fitzgerald Kennedy y Marilyn Monroe (cosa que ya es suficiente para tirarse al piso de la risa)- que en el programa "Intrusos", cuando iba a la noche, me dijo en cámaras qué número iba a salir al día siguiente en la Lotería Nacional. Obviamente el número no salió ni en la lotería de Burkina Faso, pero ¿qué hubiera pasado si hubiera salido en la Lotería Nacional? Leevon quedaba impecablemente parada como una gran vidente. Yo estaba seguro de que si el número no salía, el lunes nadie iba a decir nada. Y fue efectivamente lo que pasó. En el programa del lunes nadie dijo nada sobre la predicción fallida del viernes anterior.


Hace falta acordarse, pero acordarse de todo

Por eso tienen éxito los videntes: porque todo el mundo recuerda los aciertos y se olvida de las predicciones fallidas. Excepto Enrique Márquez y yo (y también muchos otros investigadores de temas paranormales), que hemos escrito el libro "Puede Fallar. Predicciones fallidas de astrólogos, videntes y mentalistas en la Argentina" (Planeta, 1998), donde analizamos más de 100 predicciones que fallaron estrepitosamente. Los más famosos astrólogos, videntes y mentalistas, como Horangel, Aschira, Lily Süllös, Ricardo Schiariti y otros cometieron yerros imposibles para una persona que dice tener un poder especial o manejar una técnica para predecir el futuro.

borrada 

En mis 8 años de investigación (1979-1987) en lo que era el Instituto Argentino de Parapsicología, no encontré ni una sola persona que fuera capaz de adivinar qué cartas tenía yo en la mano frente a ella (es decir, con muy pocas precauciones de control), ni qué dibujo estaba haciendo yo en otra habitación. Y probábamos con varios elementos y distintas técnicas. Pasaron cientos de personas que decían tener alguna "facultad especial" para adivinar, sea por clarividencia o por precognición y no se pudo probar nada. Lo máximo que encontré fueron fracasos, es decir, aciertos de acuerdo a lo esperable por mera coincidencia.  Debo aclarar que al principio, ingresé a ese instituto, uno de los más serios dentro del rubro, con la esperanza de encontrar algún fenómeno inusual. Es decir, mi predisposición no era negativa. Todo lo contrario. Desde 1987 para acá ya pasaron más de 25 años en los cuales continué investigando (y yo no era el único), y los  videntes no muestran todavía sus fabulosos "poderes". Los investigadores de supuestos fenómenos paranormales continúan investigando el asunto en todo el mundo, y los resultados son nulos. El famoso ilusionista James Randi, llegó a ofrecer más de 1.000.000 de dólares a quien pudiera demostrar que poseía algún fenómeno paranormal. Parece que nadie quiere ganarse el premio. Y los que quisieron y se animaron al desafío, no pudieron hacerlo. Cuando hacían las pruebas, súbitamente sus poderes desaparecían.

Aquí en la Argentina, cuando existía la Fundación CAIRP (Centro para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia), hicimos el "Proyecto Psi", por el cual le entregábamos 10.000 dólares a cualquiera que pudiera probar que tenía algún poder parapsicológico. Se presentaron 13 o 14 personas, pero ninguna de ellas accedió a realizar las pruebas. Otro caso de "desaparición súbita" de poderes.

Ejemplo demostrativo

Vayamos al ejemplo de una joven que va a consultar a una vidente para ver si se va a casar o no con un determinado hombre con el cual sale. La probabilidad que la adivina tiene de acertar es del 50 por ciento, es decir, se casa o no se casa. Bien, para los colores de la ruleta, negro y colorado, existe la misma probabilidad. ¿Por qué entonces los adivinos prefieren atender a la chica y no ir juntando dinero en el casino si la probabilidad de acertar es la misma? La respuesta más obvia es que sencillamente no tienen poderes que puedan demostrar ser efectivos. Por lo tanto, prefieren vivir de contarles cuentos de hadas a las personas (cobrándoles, por supuesto) que arriesgarse a perder lo que tienen en un juego de azar.

Veamos el siguiente cuadro, y cuál es la probabilidad para cada apuesta:

Ruleta:

Colorado y Negro = 50 por ciento de probabilidad de acertar, es decir, de 100 veces, se supone que por azar uno va a acertar aproximadamente 50.

Par e impar = lo mismo que para los colores

Docenas y Columnas = 33,33 por ciento

Números en el paño (del 0 al 36) = 1 en 37 números, 2,7 por ciento

Quiniela:

Número de una cifra (0 al 9) 0 = 10 por ciento de probabilidades de acertar

Número de dos cifras (00 al 99) = 1 por ciento

Número de tres cifras (000 al 999) = 1 por mil

Número de cuatro cifras (0000 al 9999) = 1 por diez mil

No pretendamos que los videntes elijan las opciones más difíciles, pero con las primeras dos de ambos juegos, no les sería tan difícil. Sin embargo, no pueden hacerlo. Entonces prefieren sacarle la plata a los consultantes en lugar de ganar fortunas en los juegos de azar. Esto choca frontalmente con el sentido común.

Por supuesto, alguien puede acertar una vez la lotería. Pero el vidente debería poder hacerlo periódicamente, sin problema alguno. Es más, hay toda una simbología folclórica sobre lo que significan los números: si uno sueña que se cae, le jugará al 56, que es "la caída", y así con los demás números. Suponemos que los supuestos poderes de los videntes sobrepasarán ampliamente a los sueños de las personas comunes. Pero esa suposición se desvanece cuando vemos el accionar de los adivinos. Si éstos realmente tuvieran poderes, todos los casinos del mundo y todas las casas de juegos de azar estarían fundidos.

Vamos videntes, hagan un esfuerzo, júntense formando un gran banco de "psicoenergía" y logren adivinar qué número sale en la lotería, no una vez, sino periódicamente. Me comprometo (y el adivino también tendrá que hacerlo) frente a un escribano público a firmar un documento por el cual las ganancias serán donadas a cualquier entidad de beneficencia. Al que le quepa el sayo, que se lo ponga. Si no, que se llamen a silencio y dejen de engañar a la gente con predicciones que podría hacer un chico de 5 años.