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Las mujeres que llevaron a juicio a Cristian Aldana: "Buscaba nenas sin experiencia para abusar"

El viernes, el cantante de "El Otro Yo" fue condenado a 22 años de cárcel por corrupción de menores.

Años de abusos. Años de autocastigos. Años de un juicio que parecía interminable. Pero este viernes hubo un final: Cristian Aldana, cantante de El Otro Yo, fue condenado a 22 años de prisión por corrupción de menores. En el día después de la condena histórica, Clarín habló con las mujeres que denunciaron al músico. ¿La sentencia compensa todos esos años? "Esperábamos más pero es un alivio... Es reparador... Es un mensaje para que no haya más Aldanas... Es información para que tengan las pibas y a ninguna más le pasen estas cosas".

A ellas les llevó muchos años entender. Años de terapia en los que pudieron desarmar situaciones, recordarlas, darles algún sentido. Primero fue perdonarse y dejar de castigarse con alcohol, drogas, hambre. Después fue denunciar: lo hicieron al comprender que no hay consentimiento posible cuando el que busca sexo te dobla en edad y es un ídolo popular.

"Yo tenía 13 años. Fui con mis compañeras del colegio a verlo, nos encantaba... Lo que hacía él era mandar a sus tipos a buscar chicas para que le llevaran al camarín, y vos ibas porque era tu ídolo y empezaba con su tarea de seducción... Buscaba vírgenes, nenas sin experiencia sexual... Conmigo fue un violento desde el primer día... La manipulación psicológica era enorme, me hizo creer durante años que éramos una pareja, después de muchos años y mucha terapia pude entender que era un violador", cuenta Ariell Carolina Luján, 29 años.

Ella fue la primera en denunciar. Lo hizo en tres comisarías distintas de Morón y la ciudad de Buenos Aires. Ninguna de esas denuncias prosperó. La cuarta fue con la gente de ATAJO, el programa de acceso a la Justicia de la Procuración. "Fue la primera vez que me escucharon". A pesar de la denuncia, se fue a vivir a otro país, tenía miedo.

Ana León también se fue a otro país después de denunciar a Aldana, también tenía 13 años cuando lo conoció. "Con mis amigas éramos refans. El grupo tenía una página en Internet en la que podías escribir y te respondían, ahí nos invitaron al estudio. Ahí él me preguntó si yo era virgen... y claro, tenía 13 años, ninguna experiencia... Él te manipulaba, y te hacía callar, nos tenía prohibido hablar".

Ana cayó en una anorexia nerviosa, no comía, no quería ver a nadie, se volvió asocial: "Empecé a tenerle miedo a la gente, de no poder ni hablar, de pensar todo el tiempo que me estaban juzgando, me agarraba taquicardia, se me humedecían las manos... Tuve que hacer mucha terapia y mucho trabajo personal para entender, reconstruirme y poder sanar".

"Callar te enferma. Yo tuve que hacer un tratamiento de rehabilitación cuatro años... El nos decía que lo que hacíamos estaba bien, y nosotras no teníamos otra información, y le creíamos a él, ¡era el tipo del póster!", dice Felicitas Marafioti, 31 años, 14 cuando Aldana comenzó a abusarla.

Guadalupe Carballeira tenía 15. "Me comió la cabeza, me escribió durante meses y después, en la primera relación la filmó y me obligó a verla, así empezó, siempre fue violento, siempre te daba órdenes". Ella también pasó por problemas de autoestima, de relación con los demás, de consumos de todo tipo. "Nos echábamos la culpa... Eramos chicas, no sabíamos que eran abusos, yo pude salir por el apoyo enorme de mi psicóloga, y cuando leí los relatos de #YaNoNosCallamosMas".

"Desvió el normal desarrollo de nuestra adolescencia. Su nivel de manipulación era muy grave, y era sistemático: él buscaba un perfil de niñas especial, éramos muy chicas, sus fans, y todas de alguna manera estábamos atravesando por alguna situación de vulnerabilidad", explica Carla Di Palma, 32 años, 14 cuando conoció a Aldana.

Carla también habla de las secuelas: trastornos físicos, psíquicos, problemas de vínculos, de límites de sumisión, adicciones. Y de la ayuda de la psicóloga: "Con ella redescubrí mi historia, y me di cuenta de cómo había sido manipulada".

Ahora todas agradecen a quienes las acompañaron en el proceso judicial: la DOVIC (Dirección General de la. Acompañamiento, Orientación y Protección a las Victimas), la UFEM (Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres), ambos del Ministerio Público Fiscal. Y el Programa de Asistencia y Patrocinio Jurídico a Víctimas de Delitos del Ministerio Público de la Defensa.

"Igual todo el sistema debe cambiar. El proceso es larguísimo, revictimizante, hay que ponerle el cuerpo y es durísimo... Nosotras sabemos que hay cientos de chicas que fueron abusadas por Aldana, pero no todas pudieron hacer la denuncia, es heavy, pero nos acompañaron", cuenta Carla.

"Fueron tres años de un esfuerzo tremendo, es muy desgastante, te deja sin energía. Pero bueno, finalmente valió la pena, es un hecho histórico y estoy muy orgullosa de todas nosotras porque si no hablás y denunciás los abusos siguen ocurriendo no sólo en la música sino en todos los ámbitos. Nosotras mostramos que los ídolos no son intocables", agrega Felicitas.

Ana resume ideas que todas comparten: "Lo hicimos cuando pudimos, porque hace muchos años todo el mundo lo sabía y la vergüenza la teníamos nosotras. Ahora las cosas son distintas. Y lo hicimos por una cuestión de Justicia. Para que no le pase a ninguna chica más".

"Hay una reparación posible si vemos que así se visibilizan estas situaciones, si hay más información, si el sistema de Justicia funciona mejor -sostiene Ariell-. Quiero remarcar que nosotras nos corrimos del lugar de víctimas, y que somos parte de este proceso colectivo que está transformando todo". Ariell dice y pide cerrar la nota con una frase fundamental del feminismo: "Lo personal es político".

(Fuente: Clarín)