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La toma de Villa Soldati: un país al revés

*Por Tomás Bulat. La usurpación del Parque Indoamericano ha generado múltiples debates respecto a lo que allí sucede. Las culpas entre el gobierno nacional y el de la Ciudad. Sumado a las muertes para condimentar una historia de fracasos, que es otro más de la Argentina, que en lugar de buscar soluciones, busca culpables.

Pocos quizás lo saben, pero Argentina es el 8vo. país en extensión territorial del planeta tierra, es el número 32 en el total de población. Como resultado de esto, surge lo que se denomina densidad poblacional, es decir cuántos habitantes por kilómetros cuadrados. La densidad poblacional de la Argentina es de 14,4 personas por kilómetros cuadrados y eso lo convierte en el país 192 en el mundo. Es decir uno de los menos poblados del mundo. Para que tengan como referencia, Brasil tiene 23 y EE.UU: 33. Ni hablar de países como la India, que tienen 376 habitantes por kilómetros cuadrados.

Entonces: ¿Cómo es posible que en este país se esté en una lucha por un pedazo de terreno de 30 o 40 kilómetros cuadrados?

Esto es porque el 80% de la población argentina vive en el 1% del territorio. Para tener otro dato, el Conurbano bonaerense tiene 7.000 kilómetros cuadrados (0,25% del territorio nacional) y en él habita el 35% de la población.

Esta pelea por el terreno en la Capital o del GBA es la consecuencia de una política de concentración poblacional sobre las grandes urbes y la despoblación del interior de nuestro país. Una paradoja más de este país, donde se supone ganaron los federales y cada vez es más centralista. Donde los últimos presidentes de la Argentina fueron originarios del interior y concentraron su acción política mayor en Buenos Aires.

Esta concentración territorial es consecuencia de varias razones, pero vamos a centrarnos en dos, una política y otra económica.

La cuestión política: tiene su esencia en la reforma de 1994, cuando la elección presidencial se hace de manera directa. El peso del Conurbano se convierte en algo sustancial. No hay la más mínima posibilidad de ser Presidente si no se hace una buena elección en el GBA. Por lo tanto, las promesas se centran en este lugar, y mucha de la inversión pública social se destina a esos lugares.

Subsidios, hospitales, escuelas, etc. se comienzan a concentrar en esa zona del GBA, dando servicios que muchas veces cuesta encontrar en lugares del interior del país. Pero lo que muchas veces no se encuentra es trabajo en el interior.

La cuestión económica: uno de los grandes mitos es que el interior es pobre. No es pobre, el problema es que la generación de riqueza que obtiene con la explotación de sus recursos naturales y humanos es acaparado en su mayoría por el estado nacional y no los locales y luego los redistribuye en el conurbano bonaerense mayormente.

En lugar de dejar la riqueza en el interior, que se genere más oportunidades económicas, mejorar la infraestructura social, etc. Se la redistribuye negativamente en el GBA.

Durante el conflicto del campo muchos intendentes del interior decían que sus municipios aportaban 15 o 20 millones de pesos por año y reciben de coparticipación 50.000 pesos.

Esta lógica política y económica perversa que redistribuye el ingreso sacándole al interior y dándole a las urbes y por lo tanto fomenta la migración interna y externa, hace que un pedazo de tierra en Buenos Aires valga mucho y en el interior del país haya miles de hectáreas estatales (del ONABE o provinciales) totalmente abandonados.

La distribución de la población

Mientras no se revierta esta lógica política que tiende a concentrar la población en las urbes y despoblar el resto del país, la situación tenderá a ser deficitaria en viviendas. ¿Vamos a seguir incrementando la población en las urbes? ¿Vamos a seguir concentrando la riqueza y la pobreza en solo una mínima fracción de nuestro territorio?

La mejor calidad de vida se ha demostrado es la vida en ciudades de alrededor de 100.000 habitantes, denominados ciudades rurales. Argentina tiene todo para poder hacer esto, si la inversión pública y social se concentra con esta lógica.

Sé que la Argentina solo piensa en el corto plazo y que la inercia es lo que manda. Mientras no se decida pensar y actuar en consecuencia de un ideal de país con menos concentración, este tipo de problemas volverán a ser parte de nuestra cotidianeidad.