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La palabra justa

*Por Luis Mazas. En la edición del 3 de julio de 2008, María Elena Walsh rompía un silencio de años y analizaba la sociedad, la dupla Cristina y Néstor, el poder de las mujeres, la infancia, la televisión y el fenómeno Harry Potter. Imperdible.

Fue la voz de varias generaciones de argentinos que vivieron su tiempo, su poética y su coraje. María Elena Walsh habló de las "desventuras en el País Jardín de Infantes" en plena noche del Proceso, cuando nadie osaba hacerlo por temor o por ausencia irremediable. En 1997 escribió: "Queridos maestros, con todo respeto les digo que no puede haber función interminable. Que abusar del tiempo irrita al público"... Fue en "Carta abierta: La carpa también debe tomarse vacaciones", publicada por el diario La Nación. Una pieza de oratoria –crítica y criticada en su momento– cuyos tiros por elevación alcanzan para leer incluso nuestro presente inmediato. "¿Qué más decir?", interroga ahora el gesto de bienvenida de María Elena a Veintitrés.

Junto a su gata Glinka, como ella, tímida, paciente, un poco prevenida, observa el grabador en apariencia prescindente, pero a la expectativa. Debe sospechar de los registros grabados: "Por ahora me gusta más el silencio contemplativo que la opinión. Tal vez porque me quedé sin palabras. Desde hace un tiempo no tengo ganas de lidiar con ningún tema de actualidad. Que alguien tome la posta. Después, más tarde, no sé, se verá. Por ahora me desayuno con los diarios; leo los chistes y me entero del horóscopo. Nada más".

–Pese a esta especie de abstención tuya, como pasando la posta, uno se pregunta frente a cada avatar del presente: ¿qué pensará María Elena? Al menos, yo no puedo evitarlo.

–Mira, tú coge el teléfono y llámame. "Hola mujer, ¿qué tú piensas de tal situación?"

–Aunque muchos años han pasado, ¿aquel "País Jardín de Infantes" creés que sigue teniendo vigencia? O ya los argentinos no somos así. ¿Superamos el jardín y entramos en el cole primario sin temer al celador de turno?

–Creo que hace mucho que no tememos a los celadores. El pueblo, cuando sale a la calle, lo prueba. En cuanto a que los argentinos hayamos pasado al colegio primario al menos, supongo que sí, aprobamos. Aunque no lo sé, porque no me meto con el boletín. En serio, creo que aquello de las "Desventuras en el País Jardín de Infantes" respondió a un momento de crisis, censura y listas negras, que entonces impactó, porque se vivía con mucho miedo. Era plena dictadura del proceso militar, 1979. Si una escribía una nota crítica para un suplemento cultural o de otra índole, en general los diarios no la publicaban. O se publicaba y se "cortajeaba" toda. Fue una suerte que Clarín me acompañara entonces en la patriada.

–Como contrapartida, la democracia desde 1984 marca –como vos decís– esa continuidad del derecho que a veces nos olvidamos de advertir. Creo que es bueno que la Walsh pueda mirar el panorama con distancia y ver el bosque, sin que el árbol lo tape.

–Cierto. Y es bueno que este gobierno ponga sobre la mesa el tema de los derechos humanos. Pero nosotros hemos hecho ya un recorrido de continuidad en libertad que debemos ver para poner las cosas que suceden en justa perspectiva. No seamos demasiado ingratos con Menem –aunque la mención pueda parecer ahora el pie para un mal chiste– pero en los ’90 se vivió una absoluta libertad de expresión y una gran apertura democrática. Después siguió otra democracia de otro color con sus más y sus menos. Cómo se llega al ahora, es completando este círculo perfecto como ejercicio de la democracia. Y los matices que se dan, que son parte de una cierta alternancia de modos, es la opción que tenemos, la que supimos conseguir.

–Vamos a algo más específico, ¿cómo ves nuestra actualidad política?

–Pienso que vivimos en democracia, por eso aplaudo y me congratulo. Esta es una democracia. Después, ya con esto andando, no tengo palabras para añadir. Lo que siguen son detalles políticos. Este es un momento muy especial del país, lo reconozco, desde el punto de vista institucional, democrático, entre otras cosas.