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LA NACION Angola, extraño socio comercial

La valiosa iniciativa de una fundación permite revalorizar el papel y la experiencia de los mayores de 65 años.

Angola se ha transformado de pronto en un socio comercial privilegiado para la República Argentina, visitado por la propia Presidenta así como por altos funcionarios del Gobierno con motivo de inaugurar una feria comercial que se estima habrá de ser una suerte de punta de lanza de un proceso de llamativa intensificación de las relaciones comerciales bilaterales.

Entre los 187 países individualmente clasificados en el Indice del Desarrollo Humano del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, Angola se ubica en el puesto 148°, en la categoría que incluye a las naciones de "bajo desarrollo humano". Esto es así porque al nacer los angoleños tienen una expectativa promedio de vida de 51,1 años, con una media de 4,4 años de escolarización y más de la mitad de la población sumida en la pobreza. Desde hace décadas, José Eduardo Dos Santos conduce un país con más del 30 por ciento de analfabetismo.

Pero además, pese a que el canciller Héctor Timerman, ante una pregunta del periodista Jorge Lanata manifestó no conocer la situación de Angola en materia de derechos humanos, el último informe anual (2011) de Amnistía Internacional da cuenta de violaciones de todo tipo, entre las cuales se encuentra la política de desalojos forzosos que Angola tiene en marcha en sus enormes asentamientos precarios como consecuencia de la cual también murieron niños. La policía ha sido acusada reiteradamente de homicidios y de violaciones de derechos humanos.

Además, Angola expulsa sistemáticamente de su territorio a los migrantes y desplazados congoleños con procedimientos aberrantes que incluyen violencia sexual. En 2010, las Naciones Unidas certificaron que unas 12.000 personas fueron víctimas de estas circunstancias.

Cabe preguntarse, entonces, por qué un país que dice ser campeón de los derechos humanos, ante la dudosa posibilidad de crear oportunidades comerciales decide cerrar cínicamente los ojos para poder cortejar a un gobierno autoritario que no tiene empacho alguno en violar esos derechos.

El esfuerzo hecho por cautivar a Angola pone de relieve a un gobierno incoherente. Nada bueno para nuestra deteriorada imagen externa.