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La lucha de Sapir Shalev, la vedette israelí a la que quisieron vender a una red de prostitución

Viajó a la Argentina con una modelo amiga, que luego intentó entregarla a un proxeneta. Pero logró escapar.

Su historia bien podría haber sido el argumento de alguna de las telenovelas argentinas que solía ver de chica, en su casa de Israel, y que soñaba con llegar a protagonizar algún día. Sin embargo, lo que vivió Sapir Shalev fue tan real como horroroso: al llegar a nuestro país, una supuesta amiga con la que había viajado quiso venderla a un proxeneta. Pero ella logró escapar. Y hoy, que se luce en el Teatro Victoria de Mar del Plata con La Revista está en la Rivadavia, tiene la suerte de poder contarlo.

"Nací hace 26 años. Mi familia estaba compuesta por mis padres, mis dos hermanos menores y yo. Éramos muy pobres. Y yo tuve que trabajar desde niña para que pudiéramos mantenernos. Mientras hacía el secundario ayudaba en casas de ropa, colaboraba en restaurantes o hacía telemárketing, entre otras cosas. Luego estudié informática y realicé el servicio militar. Cuando cumplí los 22, me fui a vivir con una pareja", dice Sapir, en diálogo con Teleshow.

Fue entonces cuando, gracias a su inigualable belleza, los productores la empezaron a convocar para protagonizar campañas fotográficas de distintas marcas. "No era mi sueño ser modelo: me proponían hacerlo por mi imagen y era una forma de ganar dinero. Pero yo, en realidad, lo que quería era ser actriz. Había crecido viendo las tiras de Cris Morena, como Rebelde Way y Casi ÁAngeles, y las novelas de Andrea del Boca y Natalia Oreiro, que me permitieron aprender el español. Y quería trabajar en una de ellas. Por eso empecé a hacer teatro".

Lo cierto es que, después de cuatro años de relación, Sapir se separó del que fue su único novio, y en octubre del año pasado decidió viajar a la Argentina junto a una amiga modelo que luego la traicionó. "Ella tenía familia acá y dijo que no tendríamos muchos gastos, así que sólo tenía que pagar mi pasaje. Cuando llegamos estuvimos bien por dos semanas en una casa de Lanús. Pero ella no quería una vida humilde. Así que llamó a un hombre de 70 años de Israel, muy rico, que después me enteré que la mantenía. Y él le alquiló un departamento de lujo en Palermo Hollywood. Me fui a vivir con ella, pero un día quiso venderme: quería que tuviera sexo a cambio de dinero. Y como yo me negué, empezaron los malos tratos y los golpes", relata Sapir.

Aunque en ese momento no tenía recursos económicos ni contactos, sabía que su única esperanza era escapar de ahí. Y así lo hizo. "En un kiosco me ayudaron a contactar agencias de modelos y me dejaron pasar la noche. Llegué a una casa enorme, con piscina y dos canchas. El dueño era un chico joven, de mi edad, que me dijo que me podía quedar y que al día siguiente íbamos a ver qué podíamos hacer. Al principio sentí desconfianza, pero necesitaba estar en algún lugar".

"Al día siguiente me desperté y tenía comida. Mi amiga me llamó para decirme todo lo que me estaba perdiendo por haberme ido de su departamento, donde me trataban como a una mucama y me humillaban. Y yo estaba en una casa mucho mejor, donde no me dejaron limpiar nada. Entonces fuimos a comprar ropa con el chico y un amigo. Ellos me dijeron que eligiera lo que yo quería, que me iban a pagar todo. Cuando miré los precios me di cuenta de que era muy caro para mí, y como yo no iba a permitir que otro pagara mis cosas, no me compré nada. Pero lo acompañé al otro hombre a todos sus negocios y ayudé a sus empleados con la limpieza. Así que cuando el muchacho que me había alojado se enteró, me dijo: 'A partir de ahora no solo lo tenés a Dios, también me tenés a mí, y yo te voy a ayudar en lo que sea'".

Tras dos semanas viviendo en la casa de este desconocido al que hoy define como un "hermano del alma", Sapir entró al reality Por amor o por dinero, en Net TV, donde tuvo una participación que duró unos cinco días. Y después estuvo rondando de un lugar a otro, viviendo con distintos amigos a los que conocía poco y nada, y subsistiendo gracias a algunas presencias en boliches.

Hasta que, ya sin dinero y con la tarjeta de crédito bloqueada, decidió recurrir al actor Nazareno Casero. ¿Su novio? "No, es un gran amigo. Y es la persona que más me ayudó, mi salvación. No sólo me hizo lugar en su casa, sino que me dio su cama y se fue a dormir en el sofá. Con él viví un buen tiempo. Después, un fotógrafo me presentó a un productor, que me acercó a Lorena Liggi. Y ella me llevó a trabajar en la revista", cuenta la ahora vedette.

"Lo mío es como el cuento de Cenicienta. Cuando estaba con mi amiga y me quise ir, ella me dijo que afuera iba a pasar peores momentos, que la Argentina era muy peligrosa, que no era como Israel. Que iba a terminar como un homeless, tirada en la calle, y que me iban a comer los animales. Pero el peligro estaba en su casa, con ella. Yo la protegí: la cuidé de las drogas, de los hombres que querían hacerle daño, de la bulimia. ¡De todo! Yo sentía que era mi hermana. Pero ella me hizo la vida imposible y me amenazó para que me quedara con ese hombre que me golpeaba y me quería prostituir".

¿Su familia israelí se enteró de lo que le había pasado? "Les avisé, pero estuvieron de acuerdo en que no denunciara. Yo no quería tener problema. Pero después de que conté mi historia en Instagram, recibí muchos mensajes de gente de Israel: me decían que lo que me pasó a mí, también le había pasado a otras. Y que mi supuesta amiga era una persona muy peligrosa que se dedica a vender gente. Entonces decidí que cuando vaya a mi país la voy a denunciar. Y no me importa correr riesgos, no quiero que lo que me pasó a mi le pase a ninguna otra chica".

Hoy, Sapir está entusiasmada con la idea de poder radicarse definitivamente en la Argentina y convertirse en actriz. Dice que el español es muy diferente al hebreo y que, como es vegana, le está costando bastante adaptar su dieta a la comida local. Pero asegura que, a pesar de las peripecias que pasó, ya se enamoró de este país. "Me han pasado cosas mágicas, como estar sin un centavo y, de repente, encontrarme dinero en la calle. Así que siento que este es mi lugar y que nací para estar acá".