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Jorge Mangeri y su confesión intramuros: "Yo maté a Ángeles Rawson pero fue un accidente"

Los muros de las prisiones escuchan más confesiones que las que oyen las paredes de una Iglesia en toda su eternidad.

Bryan Singer es un director de cine que realizó cuando sólo tenía 26 años uno de los cien films policiales y de suspenso más trascendentes de la historia, Los Sospechosos de Siempre (The Usual Suspects). Aunque la película se rodó en sólo seis semanas, tuvo una colaboración en el guión de policías y expertos criminales que sacaron situaciones de la vida real para adaptarlas al film, un film tramposo en el cuál nada es lo que parece.

Una de esas colaboraciones extraídas de la experiencia policial es cuando el detective especial que encarna Chazz Palmintieri le dice durante un interrogatorio a Kevin Spacey (un supuesto delincuente de poca monta): "Yo sé como identificar a un criminal. Pongo a dos sospechosos por el mismo delito en la misma celda. El que duerme por la noche es el culpable. Se distiende, ya sabe que está perdido... el inocente no puede dormir desesperado porque le endilgan un crimen que no cometió".

No tiene validez judicial reconocer a un criminal porque duerme relajado en su celda, ni en USA ni en la Argentina ni en la China, pero al menos los investigadores ya saben quién es el asesino.

Jorge Mangeri duerme en prisión porqué ya se sabe perdido. Los abogados le pueden decir que intentarán voltear la evidencia genética pero el portero de Ravignani se siente condenado a perpetua.


El crimen de Ángeles Rawson no tiene precedentes de repercusión e interés en la historia policial argentina. Ni cuando el falsamente acusado de matar a la niña Candela Sol Rodríguez -Hugo Bermúdez- estaba en prisión, los abogados de los otros presos preguntaban por su situación. Un letrado visita a su cliente en prisión, hablan sobre su caso específico y quizás de otras situaciones pero nadie pregunta por otro preso.

Pero los abogados de los presos que comparten el pabellón en Ezeiza con Mangeri sí les preguntan a sus clientes qué dice el portero más tristemente célebre de la historia argentina.


Se dio la casualidad que con uno de esos letrados teníamos una conversación pendiente, y le preguntamos si había hablado con su cliente sobre el tema Mangeri.

Y lo había hecho.  Aunque en forma confusa y borrosa, el abogado nos dijo que alguna vez Mangeri habló del tema como buscando desahogarse.  Y reconoció ser el "responsable" o algo así, no pronuncia la palabra asesino ni siquiera menciona a Ángeles Rawson por su nombre. Prefiere llamarla "la chica" o "ella", pero no más.

El relato del portero -tal como lo entendió el abogado con quien hablamos-  no sirve demasiado para aclarar todos los aspectos del asesinato, pero menciona algo así como "no quise matarla" y alude a que la golpeó fuerte por un motivo que no queda claro (nos dicen que tartamudea demasiado cuando habla del asunto y se torna inentendible).

Hay algo cierto y es que si cualquier periodista u otra persona visita un penal el 99% de los detenidos dice que es inocente, que está preso por un error o porque la policía le hizo una "pizza" (trampa).

Pero en cierta intimidad carcelaria los presos se confían entre ellos no siempre la verdad, pero sí una parte de ella.


La historia de Truman Capote recibiendo la confesión de los asesinos de una familia que después reflejó  en la célebre novela "A sangre fría" es casi una excepción a la regla.  En general esos asesinos no le dicen a un visitante desconocido los pormenores de su acción criminal.

Pero en la intimidad con otros presos, no la cuentan en ranchadas o reuniones de presos sentados a la mesa del pabellón, pero sí en charlas íntimas.

Por más deleznable que sea una persona, hay cierto momento de quiebre espiritual y Mangeri lo tuvo. Públicamente y cuando llegue el juicio oral siempre alegará su inocencia. Pero en la intimidad intramuros reconoce su autoría, y como decía en ese diálogo fílmico el detective Kujan (Chazz Palmintieri), Mangeri ya duerme por la noche.

Se sabe condenado a perpetua y que no hay forma de salvarlo.