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Jeffrey Dahmer: el carnicero de Milwaukee

Pasó de ser un niño común a un niño introvertido y con dificultades para relacionarse con las demás personas.

Jeffrey Dahmer nació en Milwaukee el 21 de mayo de 1960, hijo de Lionel y Joyce Dahmer. Fue un niño a quien sus padres amaban y trataban de proporcionarle todo lo posible. Su padre era químico, y por su trabajo tenían que mudarse con frecuencia. Todo parecía normal en la vida de Jeffrey. Tuvo un hermano seis años menor que él, llamado David.

Con el transcurrir del tiempo, Jeffrey Dahmer pasó de ser un niño común a un niño introvertido y con dificultades para relacionarse con las demás personas. Desde pequeño, recolectaba animales muertos y a algunos los conservaba como colección. A pesar de los parámetros conocidos, para la historia de muchos criminales, Dahmer no era cruel con los animales; de hecho, tuvo varias mascotas, perros y gatos, desde corta edad. Lo que atraía a Dahmer eran los cuerpos muertos.

En la escuela secundaria, contribuía en actividades académicas y culturales, pero sus compañeros lo clasificaban como un ebrio antisocial.


Dahmer tenía fantasías acerca de desmembrar hombres y practicar la necrofilia, desde los catorce años; pero no hizo nada hasta que finalizó sus estudios secundarios. En junio de 1978, en el departamento en que vivía Jeffrey, él y su amigo Steven Hicks luego de beber mucho, tuvieron relaciones sexuales, pero cuando Hicks trató de irse a su casa, Jeffrey lo golpeó fuertemente en la cabeza y lo mató. Luego, Dahmer necesitaba deshacerse del cuerpo, así que lo desmembró, lo puso en una bolsa de plástico y lo enterró. Ese año ingresó en la universidad para estudiar química, pero fue expulsado por problemas de conducta; entró al ejército, pero lo dejó a finales de ese mismo año.

Fue detenido en octubre de 1981 por exhibiciones obscenas; un tiempo después, se fue a vivir con su abuela al estado de Wisconsin. En septiembre de 1986, fue arrestado  por el mismo delito.

Su segunda víctima fue Steven Toumi, a quien mató a golpes en un motel, exactamente un año después; previamente los dos habían estado bebiendo en un bar para homosexuales. Dahmer no sabía que lo había matado pero, cuando despertó, Toumi se encontraba sin vida y él, al mirarse en un espejo, descubrió que tenía sangre en su boca. Consiguió una valija de gran tamaño, introdujo en ella el cuerpo y se lo llevó a casa de su abuela. Más tarde tuvo sexo con el cadáver, lo desmembró y lo arrojó a la basura.

Meses después, cometió su tercer homicidio; se trataba ahora de un niño de catorce años llamado Jamie Doxtator, quien consuetudinariamente, esperaba afuera de bares homosexuales para prostituirse. Dahmer le pagó cincuenta dólares para que posara para unas fotografías; ya en casa de su abuela, lo drogó y estranguló, practicó la necrofilia y luego lo desmembró.


A veces, conservaba partes del cuerpo de sus víctimas como trofeo o souvenir. Lo mismo hizo con Richard Guerrero, en marzo de 1988. La abuela de Dahmer ignoraba los crímenes, pero no le agradaba la conducta que él tenía con sus amigos, así que le pidió que abandonara su casa, y Dahmer se fue a vivir a un departamento en Milwaukee.

El 25 de septiembre 1988 le pagó a un niño por posar en fotografías desprovisto de ropas, lo drogó, no lo mató ni lo golpeó; pero hubo una extraña coincidencia: este niño era hermano de una de sus futuras víctimas. Los padres del niño denunciaron a Dahmer, quien fue arrestado por abuso sexual infantil. 

Mientras esperaba la sentencia, volvió a vivir en casa de su abuela. Conoció a Anthony Sears en un bar gay, y éste fue su siguiente víctima. El juez sentenció que debía ser evaluado por tres psicólogos, quienes concluyeron que era manipulador y evasivo, y le recomendaron hospitalización y tratamiento intenso. Salió en mayo de 1990 y se mudó a un departamento.

Durante los siguientes quince meses, Dahmer siguió matando hombres, para llegar a un total de doce. Los homicidios se aceleraron de mayo a julio de 1991. La mayoría eran negros; el resto, un blanco, un asiático y un hispano. Aquí Dahmer se apartó de una de las normas cliché de la Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI (Quántico, Virginia); ella establece que los homicidas seriales cazan dentro de su mismo grupo étnico.

El más joven fue de catorce años; el mayor, de treinta y uno. La mayoría, pero no todos, eran homosexuales o bisexuales. Varios de ellos tenían antecedentes penales. Su modus operandi se repetía, invitaba a hombres para ver películas o posar para fotografías. Los sedaba con psicofármacos y los embriagaba; una vez intoxicados, los estrangulaba con las manos o con un lazo de cuero. Frecuentemente practicaba la necrofilia con sus víctimas, antes de limpiar la escena. 


Dahmer tomaba fotografías polaroid de los cuerpos y entonces les abría el torso. Finalmente, descuartizaba al hombre fotografiando cada paso del proceso. A veces conservaba algunas partes del cadáver. Para deshacerse de lo que restaba de los cuerpos, experimentaba con ácidos que ayudaran a desintegrarlos, a fin de poder arrojarlos por el baño.

Mucha veces Dahmer practicó el canibalismo, pues creía que sus víctimas volverían a la vida en él.

El 22 de julio de 1991, dos policías de Milwaukee detuvieron a Tracy Edwards por actitud sospechosa. Edwards les dijo que un hombre (Jeffrey Dahmer) había tratado de esposarlo amenazándolo con un cuchillo. Los oficiales pensaron que se trataba de un encuentro homosexual, pero decidieron ir a casa de Dahmer. Él mismo abrió la puerta, muy calmado. Dahmer ofreció a Edwards ir a su cuarto por las llaves de las esposas, pero Edwards recordó que ahí estaba el cuchillo con el cual lo había amenazado. Un oficial decidió ir él mismo; al llegar al cuarto, vio las fotografías que Dahmer había tomado de sus víctimas anteriores; le gritó a su compañero que lo esposara, y éste después de un forcejeo logró hacerlo. El primer oficial fue a la heladera, donde vio una cabeza humana; luego, los peritos criminalistas hallarían las otras tres que se guardaban allí. En el placard se hallaron varias manos en descomposición.

Dahmer fue condenado a novecientos cincuenta y siete años en prisión. Y al dictarle la sentencia hizo uso de su derecho a dirigirse al tribunal: "Su señoría: ya se acabó. Nunca ha sido mi idea la de tratar de salir libre. Francamente quisiera la muerte para mí. Sólo quiero decirle al mundo lo que hice, lo que no fue por odio. No odié a nadie. Sé que estaba enfermo o poseído, o ambas cosas. Ahora creo que estoy enfermo. Los doctores me han hablado de mi enfermedad, y ahora tengo paz. Sé cuánto dolor he causado; gracias a Dios no habrá más dolor que pueda causar. Yo creo que sólo el señor Jesucristo puede salvarme de mis pecados; pido que no se me tenga consideración".

El 28 de noviembre de 1994, Dahmer fue asesinado con una faca carcelaria por Cristopher Scarver, otro homicida, con quien estaba trabajando en la unidad penitenciaria, cuando cumplía su condena.