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Inconsciencia que pasa a mayores

* Por Daniel Fernández Canedo. Las fotos con la cara lastimada de Baltasar en la tapa y en la página 48 merecen un minuto para detenerse a observarlas.

Ese chico, de sólo 4 años, fue atropellado en la playa de Pinamar por un cuatriciclo cuyo conductor tiene apenas 6 años. Parece increíble e inevitable hacerse la pregunta de cómo reaccionaría cualquier padre al ver su hijo herido producto de un accidente de esta naturaleza.

Pero hay adultos –como se comprobó ayer en la misma playa donde los chicos siguieron montando con despreocupación sus cuatri– que prefieren hacer jugar a sus hijos y a ellos mismos a una suerte de inconsciente ruleta rusa .

Los casos no parecen ser aislados. Ayer, sin ir más lejos, un conductor le dejó el volante a su sobrino de 14 años por la ruta nacional 8 ("para que vaya haciendo sus primeras armas", dijo sin ironía), como si la ley no existiera .

En la Argentina hay 4.000 muertes al año por lesiones viales y alrededor de 80 mil por lesiones prevenibles. Las lesiones no intencionales constituyen la principal causa de muerte en menores de 35 años.

La estadística es escalofriante pero pareciera no hacer mella en muchos adultos que, más allá de evitar poner límites, exponen a menores a riesgos innecesarios que pueden dejar marcas difíciles para su desarrollo.

En estos casos, parece obvio, el problema no son los chicos , sino los mayores.

Sería bueno reparar que la tan conocida falta de apego a las normas por parte de los argentinos, que en algunos casos llega hasta la exaltación de la conducta infractora, tiene costos. Y algunos realmente altos.

Cualquier daño a un chico por la inconsciencia de un adulto justifica pensarnos un poco.