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Golpe al bolsillo: el Gobierno prepara una suba del 72% en las naftas para 2026

El tributo a los combustibles líquidos será el que más aumente en el próximo año. La actualización busca recuperar lo perdido por la postergación electoral y generaría u$s 200 millones mensuales adicionales para el Estado.

El Gobierno planea aplicar una fuerte actualización del Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) y al Dióxido de Carbono (CO₂) el año próximo, lo que podría tener un impacto directo en el precio de la nafta. Según el proyecto de Presupuesto 2026, este tributo será el que más crecerá, con una suba estimada del 72% interanual, tras haber sido moderado durante el año electoral.

De acuerdo con la consultora Economía y Energía, los recursos totales del Estado aumentarían un 20,8% nominal en 2026, pero los ingresos por el ICL y CO₂ se dispararían muy por encima del promedio. El documento oficial reconoce que ambos impuestos están retrasados desde 2018, cuando el decreto 501 estableció que debían ajustarse trimestralmente por inflación.

Durante los primeros años de gestión de Javier Milei, el Ejecutivo optó por aplicar subas parciales y por debajo de la inflación, con el fin de evitar un alza brusca en los surtidores y moderar el impacto en los precios. Sin embargo, esa decisión implicó una pérdida de recaudación de casi u$s 200 millones por mes, lo que equivale a unos u$s 1.786 millones anuales, según estimaciones privadas.

En 2025, el ICL aportó alrededor de $4,4 billones, equivalentes al 0,51% del PBI. Para 2026, se proyecta una recaudación de $7,6 billones (0,74% del PBI), lo que representa la mayor variación entre todos los tributos.

El Ministerio de Economía, encabezado por Luis Caputo, mantuvo hasta ahora un esquema de subas graduales para no presionar la inflación, una lógica similar a la aplicada con las tarifas de energía. Sin embargo, pasada la elección presidencial, el Gobierno se prepara para actualizar el impuesto con mayor fuerza, aprovechando la eventual baja del precio internacional del crudo.

De concretarse las proyecciones, el barril podría caer por debajo de los USD 60 en 2026, frente a los casi USD 65 actuales. Este escenario, impulsado por la política energética del presidente estadounidense Donald Trump —quien retomaría su lema “drill baby drill”—, daría margen para ajustar el tributo sin trasladar grandes aumentos al surtidor.


En octubre, el precio de la nafta súper en la Ciudad de Buenos Aires alcanzó los $1.391 por litro, frente a los $1.128 de enero, una suba del 23%, similar a la inflación acumulada del año, según el INDEC.

A pesar de los incrementos, las ventas se mantuvieron firmes: 0,4% más para la nafta común y 16% más para la premium respecto de 2024.

El viernes pasado, el Gobierno oficializó un nuevo incremento del 1% en el impuesto a los combustibles. En el decreto publicado en el Boletín Oficial, se explicó que la medida busca “continuar estimulando el crecimiento económico a través de un sendero fiscal sostenible”, y que se decidió “diferir parcialmente los aumentos remanentes”.

Las provincias también presionan por el impuesto, ya que no es coparticipable y tiene asignaciones específicas que no se venían cumpliendo. En el Congreso, hubo intentos por modificar su distribución, aunque sin éxito.

Mientras tanto, el Gobierno nacional evalúa acelerar la actualización del tributo en 2026, cuando la inflación se desacelere y la economía muestre mayor margen para absorber el impacto.

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