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Goebbels votará en octubre

*Por Juan F. Marguch. El arte y la ciencia de Goebbels son utilizados de manera abierta o larvaria por todos los partidos políticos del mundo, desde la extrema derecha a la extrema izquierda.

Desde fines del siglo XIX, Berlín era el bastión de la izquierda alemana y el nazismo, una ínfima minoría. Su putsch de 1923, para hacerse con el poder en Munich y desde allí expandirse hacia toda la nación, había terminado en un ridículo fracaso, que disuadió a Hitler de intentar nuevas aventuras armadas.

Reconstruía lentamente la telaraña de su movimiento en el land de Baviera, pero sabía que mientras no tuviese a Berlín, todo su proyecto sería de final abierto.

En 1926, decidió enviar a Joseph Goebbels (1897-1945) con la misión de ganar las calles berlinesas, pero no mediante la fuerza, pues las SA pardas eran muy inferiores, en adiestramiento y armamento, a la Liga de Milicianos del Frente Rojo, del PC y al socialdemócrata Frente de Hierro.

Pero Goebbels llevó consigo un arma que le permitiría barrer a las legiones rojas. Empleó casi siete años en la conquista de Berlín (1926-1933), revolucionando las técnicas de la propaganda. Nadie como él dominó el arte de la publicidad proselitista. Tomó las principales técnicas del Partido Comunista de la Unión Soviética y les dio una endemoniada perfección.

Goebbels reconoció siempre esa influencia comunista en materia de propaganda (inventada por la Iglesia Católica, uno de cuyos dicasterios-ministerio, el Propaganda Fide o Propagación de la Fe, fue fundado en 1622 por Gregorio XV).

El arte y la ciencia de Goebbels quedaron definidos en sus 11 principios de la propaganda , que, lo admitan o lo nieguen, son utilizados de manera abierta o larvaria por todos los partidos políticos del mundo, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda.

También en Argentina. En nuestro país, fueron aplicados con relativa fortuna, porque por lo general se improvisó sobre principios mal entendidos y masivamente mal utilizados.

En sus dos primeros gobiernos, Juan Domingo Perón ejerció un poder absoluto sobre los medios, pero nunca resultó totalmente convincente. Sí lo fue, en cambio, Evita, cuya pasión arrasaba con obstáculos teóricos y retóricos. Su oratoria política incineraba valores y convenciones. ("Los movimientos revolucionarios no son hechos por grandes literatos sino por grandes oradores", Goebbels).

En su avance hacia la construcción de un pensamiento único, el kirchnerismo repite aciertos y errores del primer Perón, pero, a diferencia de él, ahora tiene al menos la habilidad de no lanzar ofensivas dialécticas generalizadas, sino que prefiere focalizarse sobre enemigos y objetivos reales o imaginarios.

Los 11 principios goebbelianos:

1) Principio de simplificación del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo. (Ejemplo, Grupo Clarín).

2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada. (Por caso, Clarín , La Nación , Papel Prensa y productores rurales).

3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario errores propios o defectos, respondiendo el ataque con el ataque: "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan". (Ejemplo, denunciar como "destituyente" las evidencias de clamorosos saqueos).

4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. (Por caso, el grotesco intento de Néstor Kirchner de instalar en el imaginario popular la identificación de las reuniones de productores rurales como "grupos de tareas" y a los tractores como "tanques").

5. Principio de la vulgarización. "Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión, escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar". (Abundan los ejemplos, desde el fútbol, para arriba y para abajo).

6. Principio de orquestación. "La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas en forma incansable, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas". (Argentina fue refundada el 25 de mayo de 2003).

7. Principio de renovación. "Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. (Anunciar diariamente planes de estímulo del consumo, pagados por la Anses, o denunciar a cada hora las "perversas tergiversaciones" de los medios de comunicación no oficialistas).

8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias. (Abunda en eso la "televisión pública").

9. Principio del silenciamiento. "Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, utilizando todos los medios de comunicación propios y afines". (Negar que el país sea base de operaciones internacionales de los carteles de narcotraficantes).

10. Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigarse en actitudes primitivas. (Por caso, redescubrir el valor electoral del desempolvado ícono de Perón, a quien hasta se le había expropiado la Plaza de Mayo, que, según Néstor Kirchner, fue la plaza de Eva Perón y de las Madres).

11. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piense "como todo el mundo", creando una falsa impresión de unanimidad. (Dar por descontado el triunfo de Cristina sin balotaje, objetivo que se alcanzará gracias al generoso aporte de una impresentable oposición).