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Festival de elecciones

Que en Córdoba haya cuatro o cinco comicios en pocos meses es un despropósito, aunque está bien que se hagan en forma separada, siempre y cuando tengan lugar en plazos razonables.

Que en una ciudad como Córdoba haya cuatro o cinco elecciones generales en un período de pocos meses, no es normal. No es que sea ilegal o inconstitucional, sino simplemente eso: no es normal.

La cuestión se presta a diversas lecturas, pero lo que hay que decir, en principio, es que se ha actuado con improvisación, ligereza e, incluso, con irresponsabilidad. Y también con oportunismo, porque a lo largo y lo ancho del país hubo y hay gobernadores e intendentes que acomodan las fechas electorales en forma especulativa, de acuerdo a sus necesidades o expectativas, a la propia conveniencia, al cálculo sobre la fecha en que sería más favorable para sus pretensiones.

Mucho se ha hablado de la reforma política en este país y de la mejora de la calidad institucional, pero es poco o nada lo que se avanzó en esos terrenos. Por el contrario, estamos asistiendo a un espectáculo que podría titularse "más de lo mismo", ya que están ocurriendo las cosas de siempre, las mismas maniobras para favorecer a tal o cual candidato, partido o coalición.

Tras varias semanas de suspenso, el intendente Daniel Giacomino anunció la fecha para elegir a su sucesor, ya que él no puede ser reelegido, pese a que lo intentó, hasta que su petición fue rechazada por el Tribunal Superior de Justicia. De modo que en esta Capital el cronograma electoral es el siguiente: 7 de agosto, elección de gobernador; 14 de agosto, elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias para las candidaturas a presidente; 18 de septiembre, elección de intendente y concejales en la ciudad de Córdoba; 23 de octubre, primera vuelta presidencial. El 20 de noviembre tendría lugar una eventual segunda vuelta presidencial. El esquema –con distintas fechas– se repite en cientos de pueblos del interior provincial.

Y la ciudadanía se pregunta: ¿no son demasiadas convocatorias en tan poco tiempo; no habría que haber adoptado un calendario electoral más razonable, para darle a la gente la oportunidad y el tiempo para meditar y decidir su voto?

En la mayoría de los países europeos, las elecciones municipales, regionales y parlamentarias o presidenciales se hacen en fechas distintas, pero distantes entre sí, con diferencias de uno o dos años entre los comicios.

Está bien combatir los efectos negativos del "voto sábana" o el "efecto arrastre"; lo que está mal es no distanciar en plazos razonables una elección de otra, fundados en meras especulaciones personales o ante la posibilidad simplemente de que tal o cual obra pública esté lista para antes de concurrir a las urnas.

Además de un mayor espacio entre cada acto, lo bueno sería –como sucede en Europa o Estados Unidos– que los comicios tengan fechas fijas en el calendario. La elección presidencial en la Argentina, valga el ejemplo, está convocada para el tercer domingo de octubre cada cuatro años.