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Escándalo Ciccone: una trama de poder, dinero y ambición

*Por Hugo Alconada Mon. Dale lo que pide-, le ordenó el entonces ministro de Economía, Amado Boudou, a su íntimo amigo de toda la vida y único socio comercial, José María Núñez Carmona.

Nota extraída del diario La Nación.

Dale lo que pide-, le ordenó el entonces ministro de Economía, Amado Boudou, a su íntimo amigo de toda la vida y único socio comercial, José María Núñez Carmona.

La orden directa era por una cuestión de billetes: los fundadores de la imprenta que lleva su apellido, Héctor y Nicolás Ciccone, exigían cobrar 50.000 dólares por mes, cada uno. Y en caso de morir, que pasaran a cobrar sus familiares, según consta en el acuerdo, certificado por escribano público, al que accedió LA NACION y que forma parte de las revelaciones ahora contenidas en el libro Boudou, Ciccone y la máquina de hacer billetes (Editorial Planeta).

El cónclave ocurrió el jueves 2 de septiembre de 2010, en el local I Fresh Market, de Puerto Madero, debajo del complejo Madero Center, donde hoy vive Boudou y a metros del River View, donde vive su socio. Y no fue ni el primero ni el último que el actual vicepresidente de la Nación mantuvo con los Ciccone para, cruzando la línea de la legalidad, acordar la resurrección de la imprenta a cambio de quedarse con el control accionario. Protagonizó al menos otras dos reuniones -antes y después de verse en el I Fresh Market-, mientras que Núñez Carmona pasó a encargarse de la letra chica de la negociación.

¿Boudou y Núñez Carmona actuaron por cuenta propia? Según ellos mismos les repitieron una y otra vez a los Ciccone, el plan maestro era del ex presidente Néstor Kirchner, mientras que la Presidenta se involucró recién tras el estallido del escándalo. Supuestos roles que la familia nunca logró verificar si eran ciertos o si los marplatenses invocaron en vano al matrimonio.

Peor aún, Núñez Carmona llegó a imitar a Cristina Fernández en otra reunión con los Ciccone, de la que no participó Boudou. "¡A Boldt, no! ¡A Boldt, no!", la parodió, incluso con sus gestos, para dejarles en claro que el Gobierno no permitiría que la empresa sospechada de financiar al ex presidente Duhalde y al gobernador Daniel Scioli se quedara con la imprenta. Desde la Casa Rosada, les dijo, preferían resucitar a la ex Ciccone, pero en manos amigas, para sacarle los contratos del Estado a Boldt.

¿Llegaron a cobrar los Ciccone algo de los prometidos 100.000 dólares por mes? "Sí, pero cobramos poco, mal y por puchos", replicaron desde la familia. O dicho de otro modo: el primer pago se demoró meses, algunos de los Ciccone amenazaron con ventilar a la prensa lo que sabían y al final recibieron al menos tres pagos, antes de que el grifo se cerrara por completo.

¿Cuánto cobraron? Según quien lo diga, entre 700.000 y un millón de dólares, pagados cash. Un pago tuvo lugar en las oficinas de la sociedad que se convertiría en controlante de Ciccone, The Old Fund, en Puerto Madero, pero recién en septiembre de 2011, un año después del desembarco del abogado Alejandro Vandenbroele en la empresa. Los otros dos desembolsos se concretaron recién luego del estallido del escándalo, en febrero del año pasado. Uno fue en el estacionamiento del Unicenter; el otro, en un estudio jurídico.

Parte de esa operatoria quedó plasmada en un escrito que Héctor Ciccone redactó y firmó pocas semanas antes de morir, y que cobró más fuerza porque lo certificó un escribano. Aunque Carlos Luaces, el notario de confianza de la familia desde hace décadas, declaró ante la justicia federal esta semana y negó la existencia de una escritura pública al respecto.

LA NACION reconstruyó esos y otros encuentros, negociaciones, aprietes cruzados y pagos clandestinos hasta ahora desconocidos por la justicia argentina, en una investigación periodística que insumió dos años, con casi 300 personas entrevistadas, documentos recopilados en España, Estados Unidos, México, Holanda, Paraguay, Brasil, Hong Kong y Uruguay, además de una docena de provincias argentinas. El resultado quedó plasmado en Boudou, Ciccone y la máquina de hacer billetes .

El primer encuentro

El desembarco del poder en la empresa comenzó semanas antes de aquel cónclave en el I Fresh Market. Se inició de manera casi casual, por la amistad del yerno de Nicolás Ciccone, Guillermo Reinwick, con el entonces directivo del canal Telefé Guillermo Bianco, marplatense y amigo, se ufanaba ante quien quiera escucharlo, de Boudou y Núñez Carmona.

Vecinos del country Pacheco Golf Club, de Tigre, Reinwick ofreció contactar a Bianco cuando vio a su suegro desesperado porque la Justicia había decretado la quiebra de su empresa, el 15 de julio de 2010. A través del ejecutivo de Telefé, le dijo a Nicolás Ciccone, quizá podrían llegar hasta el ministro de Economía.

Así fue. El 29 de julio de 2010, dos semanas después de la quiebra, Boudou y Nicolás Ciccone se vieron por primera vez. Fue en un estudio de Telefé, con Núñez Carmona, Reinwick y Bianco de testigos. Fue poco más que un apretón de manos y el ministro le indicó que conversara con su socio. A Ciccone, su sola presencia le resultó suficiente para seguir adelante.

El problema fue que Núñez Carmona quiso acelerar a fondo, allí mismo, en Telefé. "Firme acá", le indicó a Ciccone dentro del canal, mientras le pasaba un papel donde se asentaba el traspaso de las acciones. Pero, veterano en lidiar con tiburones de la talla de Alfredo Yabrán o Franco Macri, Nicolás Ciccone esquivó la orden. Adujo que también debía firmar su hermano y socio fundador, Héctor.

Ese primer contacto en Telefé abrió la segunda fase del proceso: negociar cuántas acciones retendría la familia y cuántas entregaría a cambio de sacar a la empresa de la quiebra y a la planta del control de Boldt. Incluyó, además, la aparición de Vandenbroele como intermediario junto a Núñez Carmona.

Fokly, la española

El ida y vuelta incluyó algunos giros desconocidos por la Justicia. Entre ellos, que el socio de Boudou primero intentó irrumpir en la imprenta con otra sociedad que no era la que finalmente se utilizó, The Old Fund SA, sino otra, la española Fokly Austral SL, según consta en el documento de opción de compra de la empresa a través de esa firma al que accedió LA NACION .

La opción de Fokly Austral SL no podía ser más "berreta", según uno de los abogados de los Ciccone. No sólo porque en ese documento se proponía que la familia cedería el 70% de las acciones, sino que lo haría por apenas 1000 pesos y la promesa de dividendos sobre futuros contratos multimillonarios.

Peor aún, Fokly Austral, con domicilio fijado en la residencia del propio Vandenbroele en Madrid, justo al lado de la residencia oficial del embajador argentino, Carlos Bettini, y sin movimientos financieros registrados en los últimos años, arrastraba una mala calificación crediticia por parte de las firmas evaluadoras españolas que operan como el Veraz argentino.

El 3 de agosto de ese año, pues, las negociaciones continuaron en el café del lobby central del hotel Hilton. Participaron Nicolás Ciccone, sus dos yernos, Reinwick y Pablo Amato, su hija Bettina, y la hija de Héctor, Silvina, junto a la abogada Florencia Laporta y un asesor de extrema confianza de Héctor, de nombre Gustavo.

En esas reuniones, "Josema", como Núñez Carmona prefería que lo llamaran en vez de "Nariga", actuó como interlocutor entre la familia y su poderoso socio. A cada planteo, su respuesta era casi siempre la misma: "Tengo que hablarlo con «Aimé»", aunque una vez llegó más lejos.

Ocurrió cuando los Ciccone le comunicaron que rechazaban a Fokly Austral SL como opción y que deseaban retener el 50% de las acciones, en vez de apenas el 30%. Al responder, según la familia, chapeó con el poder: "No depende de mí. En esto deciden Néstor y Cristina".

¿Cómo saber si era cierto? ¿Podía Núñez Carmona aprovecharse de la imposibilidad de los Ciccone de verificar si invocaba esos nombres en vano? ¿Por qué no creerle si por otro lado les anticipaba medidas que luego tomaba el Gobierno? Empujado por su desconfianza -incluso hacia su propio hermano Nicolás-, el otro fundador, Héctor Ciccone, también quiso cerciorarse del poder real de su interlocutor. Por eso exigió su propia reunión con Boudou: quería verificar que el ministro se comprometería en el salvataje comercial de la empresa y exigirle dinero a cambio.

El 2 de septiembre, Héctor y Nicolás Ciccone se presentaron en el I Fresh Market de Puerto Madero. Allí se acomodaron junto a Boudou y Núñez Carmona. Y allí se pactó el pago de los 100.000 dólares por mes -mitad para cada hermano o sus herederos- que consta en el acuerdo, de apenas una carilla, más otras dos para la certificación por escribano público, al que accedió LA NACION .

Boudou, al decir de la familia, reafirmó lo que les había adelantado en Telefé. "Sigan todo con él", les planteó a Héctor y Nicolás, mientras señalaba a Núñez Carmona. Así lo hicieron.

Ya sin Fokly Austral de por medio, el desembarco se concretó con The Old Fund, aunque luego saldría a la luz que acumulaba peores antecedentes que la española. Por ejemplo, con su comisión (por adelantado) de $ 7,6 millones por su supuesto rol en el canje de la deuda que la provincia de Formosa arrastraba con el Estado nacional. O con el rol como socio de un prófugo de la Justicia de Estados Unidos y amigo de Núñez Carmona, Sergio Martínez. O con el pago de viajes al socio, al hermano, a la cuñada y al sobrino de Boudou a distintas partes del mundo, a través de la agencia de viajes de la pareja de Boudou durante una década.

El fastidio con las torpezas evidenciadas en el manejo de The Old Fund, sin embargo, recién quedaría expuesto muchos meses después, tras el estallido del escándalo. Se lo comunicó a Núñez Carmona, con gritos e insultos, el íntimo amigo de Reinwick, Claudio Belocopitt, dueño del Swiss Medical Group. No midió las consecuencias que padecería.

Pero todo eso era, para septiembre de 2010, futurología. Tras salir del I Fresh Market, los Ciccone firmaron el desembarco y, como por arte de magia, la mano comenzó a cambiar.

Al día siguiente, The Old Fund se presentó en el expediente de la quiebra con un aporte de $ 567.000 en efectivo; a la semana siguiente, la firma London Supply, en la que un accionista es íntimo amigo de los Boudou, aportó otro $ 1,8 millón; a la semana, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) volvió sobre sus pasos y dio su "expresa e incondicional conformidad" para levantar la quiebra que había pedido. Y el 17 se sumó el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, quien antes había elogiado a Boldt por "recuperar la planta" de Ciccone y evitar que sus trabajadores quedaran en la calle. Ese día, ordenó modificar las prácticas procesales de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) e inició una ofensiva para que Boldt le devolviera las instalaciones a la resurgida Ciccone.

Así, el 24 de ese mismo mes, tres semanas y dos días después de I Fresh Market, el juez en lo comercial Javier Cosentino levantó la quiebra, aunque consignó en su resolución que le resultaba "cuando menos llamativo" el vuelco total de la AFIP.

Encuentro en palacio

Ya con Núñez Carmona, Vandenbroele y Máximo Lanusse, un fiel colaborador del dueño del Banco Macro, Jorge Brito, al mando de la "nueva" Ciccone, Boudou desapareció de escena por más de un año. Durante ese tiempo, los Ciccone fueron socios en los negocios, aunque se quejaban por lo bajo porque no aparecían los prometidos 100.000 dólares por mes. Más claro: sólo se quejaron por eso, pero no por el desembarco en sí.

Ese silencio público de los Ciccone respondió, en parte, a los resultados de Vandenbroele como presidente de la firma, rebautizada "Compañía de Valores Sudamericana". Además de levantar la quiebra y recuperar la planta, logró que la AFIP le otorgara cuatro planes excepcionales de pago con una tasa de interés real por debajo de la inflación (por lo que el mero transcurso del tiempo licuaría la deuda). Pareció, además, encaminarlo todo para que la empresa comenzara a imprimir billetes de 100 pesos para la Casa de Moneda, que inició las pruebas de impresión en la planta desde fines de diciembre de 2011.

Aquellas semanas fueron movidas. Con la Presidenta de licencia por lo que parecía un cáncer de tiroides, Boudou quedó al frente del Ejecutivo. Pero tuvo tiempo para encontrarse, el 17 de enero, con Reinwick, el yerno de Nicolás Ciccone, en el Palacio Duhau.

Veinte días después, estalló el escándalo y la investigación judicial, que tiene a Boudou, Vandenbroele y Núñez Carmona como imputados y con múltiples figuras penales en danza. Entre otras, tráfico de influencias, abuso de autoridad, negociaciones incompatibles, lavado de dinero y enriquecimiento ilícito.

Paralelamente al expediente, unos y otros continuaron con las reuniones secretas y las presiones cruzadas. Se encontraron en la residencia de Reinwick en el Pacheco Golf Club, en un café del complejo Village Cines, en la Panamericana, y en una agencia de publicidad ligada a Núñez Carmona, WSM SA, en Puerto Madero. Con la prensa husmeando, también hubo más dólares. Y hubo amenazas.

Empezaba otra historia.