DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Es la educación, estúpido!

La idea de que aquello vivido por los palestinos en el último medio siglo de algún modo vuelve comprensible, esperable o hasta aceptable el sádico-morbo-pornográfico accionar de Hamas, realmente devela la psiquis patológica de buenos sectores de la entelequia progresista internacional.

Pablo Yafe 
Especialista en Educación 


Establecer un vínculo de causalidad entre la masacre del siete de octubre perpetrado por Hamas sobre la población civil israelí y la crítica situación diaria del pueblo palestino, representa una de las artimañas retóricas más perversas de nuestros tiempos. Y pagaremos un precio moral incalculable en Occidente si insistimos en su promoción.
 
La idea de que aquello vivido por los palestinos en el último medio siglo de algún modo vuelve comprensible, esperable o hasta aceptable el sádico-morbo-pornográfico accionar de Hamas, realmente devela la psiquis patológica de buenos sectores de la entelequia progresista internacional. Como si decapitar niños, llenar el vientre de una embarazada con una granada o secuestrar a un sobreviviente del Holocausto fuera razonable, "bajo ciertas circunstancias". 
 
Lamentablemente, no escasean episodios oscuros en la reciente historia humana donde diferentes colectivos han padecido inimaginables vejaciones. Aún nos persiguien las pesadillas del pasado con el gaseo de seis millones de judíos en Auschwitz, los siglos de esclavitud sangrienta en Estados Unidos, la aniquilación colonial de los pueblos originarios, el irrecuperable trauma del genocidio armenio, la infame persecución de minorías sexuales aún en la actualidad. Pero extrañamente, ninguno de estos indescriptibles crímenes produjo en sus víctimas la sed obscena de sangre inocente, de la manera en la que indudablemente lo hizo la horda lunática comandada por Hamás, ya un mes atrás. 
 
Y es esa misma lista de acontecimientos trágicos de la historia la que desesperadamente nos intenta advertir a gritos que mentalidades como éstas, como la de los asesinos del 7 de octubre, se cocinan a fuego lento, con paciencia, convicción y promesa. Se pergeñan en comunidad, con mitología, con mártires, con disciplina y constancia. Se idean con proyecto, con objetivos claros y dispositivos eficientes. En decir, con toda la fuerza de la educación. 
 
Un docente me dijo una vez que "adoctrinamiento" es la palabra que utilizamos para describir a la educación con la que no estamos de acuerdo; pero que, en esencia, no puede decirse que haya actos educativos exentos de doctrina ni viceversa. Y cuando observamos cómo operan las instituciones educativas de Hamas en los niños de Gaza, el odio genocida como contenido curricular se hace carne de modos difíciles de digerir para el estómago sensible. Aquí, algunos ejemplos:
 
Escuelas UNRWA en Gaza y la currícula de odio. 
Los palestinos son la única población con "estatus" de refugiados que cuenta con su propio órgano de representación dentro de las Naciones Unidas, llamado UNRWA. El resto de los refugiados del mundo continúan todos juntos bajo el paraguas de ACNUR. Una de las acciones de UNRWA es la de montar escuelas completamente financiadas por el 60% del presupuesto ($1,6 billones de dólares anuales) destinado a educación con los que cuenta esta agencia. Si bien, en esencia, la iniciativa no carece de nobleza, la realidad del terreno, bajo el yugo totalitario de Hamas, aleja a este proyecto de toda buena intención. UN Watch, una ONG con base en Ginebra que "vigila" la probidad del accionar de las Naciones Unidas, ha hecho numerosos reportes (último, en marzo 2023) denunciando un uso inmoral y pernicioso del dispositivo escolar con claros objetivos de reclutamiento y odio antisemita. 
 
El informe identifica a 133 educadores y personal de UNRWA que promovieron el odio y la violencia en las redes sociales. Otros 82 maestros y personal de UNRWA afiliados a más de 30 escuelas participaron en la redacción, supervisión, aprobación, impresión y distribución de contenido de odio para estudiantes. "El odio es sistémico en UNRWA y sus mecanismos internos de autoauditoría no son adecuados para su propósito", alega el informe.
 
Estas escuelas -según denuncia UN Watch- utilizan mapas donde Israel no existe; enseñan sobre la glorificación del martirio y de terroristas que han asesinado civiles y niños. En ejercicios de comprensión lectora para alumnos de noveno año, se celebra un ataque palestino a un "autobus judío" como una "fiesta de barbacoa". En ejercicios de práctica del lenguaje se hace a los estudiantes de quinto año repetir una y otra vez que "el martirio y la yihad (Guerra Santa) son los significados más importantes de la vida". Otros textos acusan a Israel de producir cáncer a los palestinos a través de deshechos tóxicos, un rumor adyacente al de las acusaciones antisemitas del Medioevo, donde se señalaba falsamente a los judíos por envenenar los pozos de agua y diseminar peste negra o bubónica. Una lección de Estudios Sociales, creada por UNRWA y publicada en septiembre de 2022, inculcó a los estudiantes de noveno grado el mensaje de que la “lucha armada” contra Israel es un “derecho divino”. La Escuela Secundaria para Niñas B Asma de la UNRWA alentó a las estudiantes a liberar la patria sacrificando “su sangre” y practicando la yihad
 
Campamentos de entrenamiento yihadista
Por más de 10 años, Hamas en sociedad con la Yihad Islámica (otra agrupación terrorista que opera en Gaza), han estado organizando campamentos juveniles con el propósito de entrenar a niños en la lucha armada, el martirio y el odio hacia Israel. Usualmente promocionados con videos publicitarios en las redes o los medios Gazatíes, estos campamentos convocan a niños, preadolescentes y adolescentes para poder cumplir funciones esenciales en la batalla contra el "enemigo sionista". La organización FDD (Foundation for the Defense of Democracies) asentada en Washington, ha logrado identificar numerosos niños que, luego de participar de los campamentos, han sido inmediatamente reclutados para sumarse a las filas de Hamas, Yihad Islámica y Brigadieres Muyahidines. En mayo de 2023 -explica la ONG- se celebró la última edición del campamento bajo el nombre "La venganza de los libres". Estos campamentos convocan entre 100 y 150 mil niños palestinos por edición. 
 
Farfur, el Mickey antisemita
La televisión infantil, con su poder incandescente para acaparar la vulnerable atención de los niños, también es una herramienta esencial para el adoctrinamiento del odio en Gaza. Entre los años 2007 y 2009, el canal de televisión Al Aqsa puso al aire un programa bajo la conducción de una niña de no más de ocho años llamada Saraa Barhoum, junto con un personaje disfrazado de una versión descolorida del famoso ratón de Disney, pero en este caso, bajo el nombre de Farfur. En él, ocurrían varios eventos surrealistas, como la invitación de niños de seis y siete años para ser entrevistados por la dupla, con un enfoque especial en preguntas sobre el martirio, la guerra santa y el asesinato de judíos. En ocasiones, los niños expresaban su odio judeófobo a través de sentidos poemas y canciones. Por otro lado, Farfur también protagonizaba pequeños sketches de comedia, donde se reproducían jocosamente estereotipos antisemitas o se personificaban israelíes como animales sádicos y sedientos de sangre palestina. Luego de que en un sketch Farfur fuera "asesinado por soldados sionistas", el muñeco fue reemplazado por una abeja Nahoul, con una agenda de mensajes muy similar a la de su antecesor.   
 
La idolatría del martirio como política de Estado
La glorificación del martirio es un pilar fundamental de la cultura gazatí. Las familias y otras instituciones sociales llevan con gran orgullo las iniciativas suicidas o terroristas de sus hijos, ya que lo consideran como el máximo sacrificio por el avance de su causa. Las cadenas de televisión inundan su tiempo de aire con videos, fotografías y homenaje de "mártires" a partir de los cuales luego se bautizan plazas, calles y edificios. Existe una pensión especial, de montos para nada modestos, para las familias de todas aquellas personas que hayan ofrecido sus vidas a cambio de asesinar israelíes. Esta idolatría no repara en absoluto si el objetivo alcanzado fue de naturaleza civil o militar. A modo de ejemplo, una de las mujeres más celebradas de toda Palestina, tanto en currículos escolares, como en ceremonias públicas y monumentos urbanos, es Dalal Mughrabi, una miembro del partido Fatah (facción de la Organización para la Liberación de Palestina), quien en 1978 perpetró una masacre terrorista que terminó con la vida de 38 civiles, entre los cuales 13 eran niños.
 
Sin dudas, es imposible pensar el conflicto palestino-israelí sin contemplar el dolor y el sufrimiento a partir del cual la identidad palestina fue forjada durante décadas. Ya sea de la mano de sus abandónicos, corruptos y tiránicos dirigentes, como de los horrores y humillaciones por las guerras con sus vecinos israelíes. En ese sentido, el impacto es insoslayable. Pero el 7 de octubre ocurrió otra cosa. Un elemento fue añadido al emparedado de la venganza palestina; uno que enmudeció al mundo en su dimensión catastrófica, voraz y asesina. Entre cientos de innombrables atrocidades, en el Kibutz Kfar Aza, un bebé fue carbonizado vivo en el horno de su casa, frente a sus padres por un terrorista de Hamas. Esa acción no fue producto de la venganza, ni de la frustración, ni del dolor por lo perdido. Solo pone un bebé en un horno para que muera quien ha sido educado desde la cuna para hacer de ello un valor, un acto de elevación, una promesa de reconocimiento comunitario y divino, tanto aquí como en el paraíso. Pone un bebé en un horno quien aprendió cada día de su vida, en la escuela, en la calle, en la televisión y en la cena familiar, que ese bebé no es humano, sino que es el mal radical, cuya aniquilación debe consagrarse en destino. Cuesta años y años aprender a meter un bebé en un horno y aquí, la aldea -esa que, entera, es necesaria para criar a un niño- ha sido infamemente exitosa en su proyecto educativo.
 
Mientras Occidente, en su afán autoflagelante, continúe adjudicando un origen puramente reactivo, vengativo o "de resistencia hermanada" a la matanza de Hamás del 7 de octubre; mientras senilmente siga obturando las verdaderas motivaciones y estrategias educativas detrás de este fervor antijudío; mientras no se intervenga el modo perverso en el cual los dirigentes palestinos vulneran la inocencia de sus infancias, las generaciones de niños seguirán creciendo para perpetrar y celebrar los costados más putrefactos de la condición humana, hoy en Israel. Mañana, en el resto del mundo.

Dejá tu comentario