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Elecciones en Italia: nuevas esperanzas ante la crisis

Unos 51 millones de italianos elegirán su próximo Parlamento compuesto por 630 diputados y 315 senadores.

Comenzó la primera de las dos jornadas de elecciones generales que se celebran en Italia. Más de 47 millones de personas están habilitadas para ir a las urnas.

Tras quince meses de gobierno tecnócrata, los italianos votarán entre hoy y el lunes con un marcado escepticismo en comicios que pueden terminar sin un claro ganador, lo que preocupa a los mercados europeos y puede atizar la crisis que padece la tercera economía continental.

Es que si bien la centroizquierda de Pier Luigi Bersani aparece como favorita frente al políticamente resucitado Silvio Berlusconi, que remontó en la recta final de la campaña, los indecisos pueden jugar un papel fundamental en los resultados y la obtención de una mayoría parece estar cada vez más lejana.

Unos 51 millones de italianos con derecho a votar elegirán su próximo Parlamento compuesto por 630 diputados y 315 senadores.

Las últimas encuestas conocidas —la ley italiana prohíbe publicar sondeos durante los 15 días previos— otorgan una victoria a Bersani con un 34,7%, seguida por la centroderecha de Berlusconi con el 29%.

En el duelo entre ambos se coló el premier italiano Mario Monti, ex comisario europeo elegido para guiar al país tras la dimisión de Berlusconi en noviembre de 2011, en medio de una crisis económica de la que no escapó la tercera economía europea.

La coalición de centroizquierda está formada por el Partido Democrático (PD), de Bersani, y por Izquierda, Ecología y Libertad (SEL), que reúne a verdes y comunistas, guiado por el actual gobernador de la sureña Apulia, Nichi Vendola.

La de centroderecha reúne al partido Pueblo de la Libertad (PDL), de Berlusconi, la xenófoba Liga Norte, muy arraigada en las productivas regiones del norte italiano y varias otras listas menores como los autonomistas sicilianos de Grande Sud o los ex fascistas de La Destra.

La coalición de centro de Monti está integrada por Elección Cívica, la Unión de Demócratas Cristianos (UDC) y Futuro y Libertad (FLI), y los sondeos le otorgan un 16% de los votos.

Si la coalición de izquierda obtiene mayoría en el Congreso y en el Senado, Bersani se encargará de formar gobierno y lo presidirá.

Pero si no obtiene una ventaja suficiente en el Senado, donde el sistema electoral prevé premios según los resultados regionales, se verá obligado a pactar con la coalición de centro, renunciar a la presidencia del Consejo de Ministros y cedérsela a Monti.

Así Bersani evitaría una potencial problema de ingobernabilidad que sería devastador para un país aún inmerso en la crisis y a merced de los mercados.

Por eso, el Senado es el terreno donde se disputarán realmente los comicios italianos, en los que el tecnócrata Monti podría convertirse en el verdadero protagonista.

De esta manera serán decisivas la regiones de Lombardía, norte de Italia, donde 27 de los 49 escaños que se reparten van a la coalición ganadora y el resto entre los demás partidos, al igual que en Sicilia donde se otorgan 14 al ganador y 11 al resto.

En caso de ganar la coalición de derecha, Berlusconi no será primer ministro sino titular de Economía, como ya anticipó.

Según las encuestas, "il Cavaliere" parece haber remontado gracias a una campaña electoral basada en múltiples apariciones televisivas y en promesas tentadoras.

El magnate de los medios causó revuelo con su propuesta de  devolver a los contribuyentes el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IMU) a la primera vivienda, reintroducido por Monti, así como la promesa de una amnistía fiscal total para quienes tienen el dinero en cuentas en el extranjero.

Con una presión fiscal del 45% en el país, más las últimas medidas de ajuste aplicadas por Monti, los italianos, especialmente el 30% de indecisos, se podrían tentar por estas promesas.

Según analistas, la medida puede darle muchos votos a la coalición de derecha, pero también puede acarrear la pérdida de confianza de los mercados italianos y perder la credibilidad económica que desarrolló el gobierno de Monti con su plan de ajuste y austeridad.

Por eso, los impuestos fueron uno de los temas centrales en la campaña electoral, aunque Monti y Bersani, conscientes de la situación económica que atraviesa el país, sólo se atrevieron a prometer reducciones futuras en el IMU para la primera casa y algunas consideraciones para desgravaciones a las familias.

La presencia en la televisión y en la radio, así como el "bombardeo" en las redes sociales, fueron la característica principal de la campaña electoral, donde en muy pocas ocasiones los líderes políticos estuvieron en contacto directo con los electores.

El que sí decidió ponerse en contacto con la gente, bajar a las plazas y llenarlas fue el Movimiento 5 Estrellas, que liderado por el cómico Beppe Grillo acoge a los desencantados de la política, pese a su criticado carácter populista y demagogo.

Este movimiento, que fue la sorpresa de los comicios municipales del año pasado -en los que se adjudicó la alcaldía de Parma- obtiene según los sondeos el 16% de los votos, lo mismo que Monti.

A la irrupción de este actor hay que sumarle un dato no menor en el que coincidieron distintos analistas: en la recta final de la campaña el peso de los indecisos, que serían unos cinco millones, puede jugar un papel fundamental.

En Italia, donde la abstención suele ser baja -en los últimos comicios de 2008 alcanzó el máximo con un 19,6%- sólo una parte de los indecisos finalmente no vota.

El resto decide en el último momento, por eso es a este grupo de personas al que los candidatos se dirigieron en los últimos días de campaña.

También pueden ser importantes los votos de los italianos en el exterior, ya que deciden 12 escaños en la Cámara Baja y 6 en la Cámara Alta del Parlamento, de los que 4 diputados y 2 senadores corresponden a América del Sur, que actúa como un único distrito electoral.

De hecho, esos votos terminaron siendo decisivos en 2006 y dieron vuelta el resultado final de la elección.