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El salario universal y las revoluciones que trae la peste

La idea del salario universal es viejísima, como registran los manuales de historia económica.

REARMAR EL MUNDO, UNA OPORTUNIDAD A IZQUIERDA Y DERECHA

  • Miguel Pichetto tiró un tomate al parabrisas en la noche del jueves, en un reportaje en TN; cuando mencionó la existencia de algún proyecto para instaurar un salario básico universal, idea que está en algunas carpetas discretas del oficialismo y figura entre las quimeras de la economía pospandemia que pueden movilizar al personal tanto como las jubilaciones de los jueces o la crisis de Vicentin. Al amparo del desmantelamiento planetario del orden público y de la economía, nacen estos impulsos de regeneración de la realidad. ¿Cómo no aprovechar este aire de reorganización de todo sobre nuevas bases? Para algunos, es el momento de acercar las utopías a la realidad. Equivale a adelantar los tiempos de la historia para hacer la revolución de la igualdad e imponer estatismos sin freno o una distribución de la renta como puede ser el salario universal. Para otros, los hombres de negocio, es el momento de adelantar la flexibilización de las relaciones laborales. El trabajo remoto es la oportunidad para bajar costos y voltear los estatutos del derecho laboral que nacieron con el estado de bienestar. Esos asuntos caídos del cielo por generación espontánea apartan la atención del público de los ejes convencionales y buscan poner al gobierno en control de la agenda. Siempre tiene su rédito en un gobierno débil, como lo advirtió Mauricio Macri cuando echó a rodar en 2018 el proyecto de despenalización del aborto y arrastró a toda la colectividad política a un debate que es viejo como la humanidad y que es difícil de resolver con leyes. La guerra de Vicentin ya le sirvió al gobierno para enloquecerlos a todos sobre el destino de una empresa, entre las miles que se derrumban en todo el mundo. Cortó el flujo negativo de las críticas en sectores medios y urbanos por los padecimientos – anímicos y económicos – de la cuarentena, que es un callejón sin salida, hasta que aparezca la vacuna, para todos los gobiernos del planeta. Acá lo agravó que el gobierno eligió un discurso represivo para imponerlo, con funcionarios enojados porque algunos vecinos prefieren salir a correr por Palermo hasta que la parca los sorprenda, antes que fenecer ante grises pantallas en las que los locutores cuentan muertos como si fueran resultados de la quiniela. Patas cortas para esa elección discursiva, cuando los dirigentes del oficialismo y la oposición no se cuidan, hay que hisoparlos y cuarentenarlos por andar por ahí a los panzazos, sin barbijo, comendo asado y conspirando con una liberalidad que las autoridades no le conceden al amable público.

UNA IDEA QUE VIENE DE LA DERECHA PERO QUE AGITAN LAS IZQUIERDAS

  • La idea del salario universal es viejísima, como registran los manuales de historia económica. Aunque en el debate de hoy se la identifica con las izquierdas, tiene origen en la más rancia ortodoxia, como Tomas Moro. La acuña la derecha en el siglo XX con la idea del Impuesto Negativo sobre los Ingresos (INI) propuesto por Milton Friedman y profundizado por James Tobin. La idea es que sea un piso y no un techo salarial que garantice una vida digna. Lo cobrarían todos, sin diferenciar el nivel económico. Si los ingresos del rico superan esa soldada, se le descuenta de la declaración de impuestos; si no, el Estado le completa el cobro. Los ricos devuelven el beneficio y los pobres son asistidos. Esa universalidad estaba en el proyecto original de Elisa Carrió de la Asignación Universal por Hijo. El gobierno de los Kirchner recortó la universalidad de la asignación y la limitó a los pobres. En la universalidad es donde radica el valor ético de la iniciativa, así como los reproches de los críticos a esas asignaciones son también éticos, porque que desalientan a quien trabaja. Un debate eterno, digno de un diálogo socrático, pero útil, como otros, pare hacer músculo. Estas verdades las refiere Remes en un docto lugar de su volumen (“Ingreso Básico Universal”, Jorge Remes Lenicov & Anahí Viola, Boletín de la Economía Mundial, Universidad de San Martín (febrero 2019, N° 59). Suiza hizo hace poco un plebiscito para crear ese salario universal de unos 2.250 euros por mes para cada ciudadano a cambio de nada. El 78% de los ciudadanos lo rechazaron. Pero esto no es Suiza (menos mal, dice uno acá al lado).

FONDEVILA, SOLDADO DE BÉLIZ, ADELANTÓ EL PROYECTO CON BOUDOU

  • Para quien busque señales más recientes puede darse una vuelta por un escrito del último mes que firma Pablo Fondevila, hoy subsecretario del Interior y antes funcionario del Anses en la era Kirchner, junto a Amado Boudou. Es de mayo pasado y afirma que “La situación de tendencia, así como la actual coyuntura, obligan a garantizar en forma urgente un ingreso básico universal a los argentinos cualquiera sea su condición laboral y social, combatiendo hasta su fin la pobreza y la marginalidad de millones de compatriotas, que serán las principales víctimas de la crisis sanitaria mundial. Ya hemos construido los pilares fundamentales del Ingreso universal con el Plan de Inclusión Jubilatoria y la Asignación Universal por Hijo. Hoy el IFE diseñado por el Gobierno puede ser una gran plataforma para continuar con la línea política. Creemos que la estrategia 2003-2015 en este sentido marca un camino posible, sustentable y concreto como expresión concreta del “mejor que decir es hacer” (“La pospandemia ya empezó”, El destape. 31may2020).
  • Boudou adelantó el plan Vicentin, pero en el rubro pesa más, para este asunto, Fondevila, que viene estudiando el proyecto desde que estaba en el Anses con Massa, Boudou y Diego Bossio – éste trabaja hoy en el equipo económico del presidente de los diputados. Pero quien dice Fondevila dice también Gustavo Béliz, con quien compartieron observancia en su juventud, al “Colorado” Jorge Abelardo Ramos en el FIP. Béliz hoy es almohada de Alberto en Olivos. Por eso la pertinencia de contar estas quimeras, que tienen tanta entidad como otros proyectos, el impuesto a los ricos o la candidatura de Gustavo al BID.
  • Lanzar la idea del salario es algo que espera en algunas usinas del oficialismo. España amagó con hacerlo hace un mes, pero aprobó un salario complementario, algo parecido a la IFE, o al salario popular complementario que rige en la Argentina desde 2016 – ley de emergencia de la economía popular negociada con el gobierno y las organizaciones francisquistas que coordina Juan Grabois. Ahora esa asignación ha sido fusionada con las partidas del plan Hacemos Futuro, y llegará en total a unos 580 mil beneficiarios de ayudas a cambio de prestaciones laborales hasta ahora informales y sin necesidad de demostrar certificados de escuela y registraciones odiosas para el bajo pueblo en un mundo en el cual, hasta el internet premium y más caro, es lento y se cuelga – nunca la banda es tan ancha como te la venden.

GRABOIS TRABAJA EN ETAPAS

  • Esa asignación es un escalón previo al debate sobre el salario ciudadano universal que, según Grabois “Es una necesidad urgente en todo el mundo. Si cubre la canasta básica alimentaria, sería una superación de todas las políticas asistenciales actuales. Terminaría con toda práctica clientelar y la estigmatización de quienes reciben un salario social. Permitiría a los movimientos populares focalizarse en la tierra, el techo y el trabajo más que en el ingreso o la asistencia.” Es pertinente citar aquí al dirigente de la CTEP porque la medida del gobierno de ampliar el salario complementario se apuró para adelantarse a un proyecto que tenía en carpeta, con el mismo propósito, el diputado Itai Hagman, economista que representa a la organización de Grabois en el Congreso. La decisión de sacarle la delantera a Itai prueba la fuerza que tiene el sector de las organizaciones en un gobierno cuya cartera social, en manos de Daniel Arroyo, está contagiado de limitaciones – denuncias por corrupción y quejas de la izquierda y de otras organizaciones de que las ayudas no llegan, etc. El papa Francisco en la carta a los movimientos sociales del 12 de abril domingo de Pascua, le puso el moño a la iniciativa, que por ahora está guardado porque el debate, en tiempos de default, está condenado a fracasar.
  • Grabois prefiere hoy que prospere el debate de su ambicioso Plan San Martín, una iniciativa que ha puesto a estudio del gobierno que equivale a un programa de la administración de cuatro años que absorbería a casi todos. Ese plan propone crear cuatro millones de puestos de trabajo con una inversión inicial de $750.000 Millones, de los cuales el 35% aproximadamente saldrían de la aplicación de programas ya existentes en todos los niveles y que produciría un retorno fiscal de $249,779 millones de recaudación fiscal (33% de la inversión inicial). Según el proyecto un 15% adicional puede financiarse mediante una combinación de impuestos: afectación específica de bienes personales (sin modificar de escalas ni alícuotas actuales), incremento leve de impuesto a las ganancias de personas físicas, aumento de impuesto interno sobre bebidas azucaradas. El 49% restante correspondería a un incremento del déficit fiscal primario, a financiarse mediante endeudamiento del Tesoro público con el mercado y/o el BCRA. Este monto asciende a $305.322 millones y equivale a 1,1% del PIB (asumiendo para 2020 una inflación de 40% y una caída real del PIB de 6% anual). El debate que promueve es sobre quién cederá el control de esos fondos y de la recaudación que está a cargo de la Nación, las provincias y los municipios, una especie de acuerdo entre oficialistas y opositores poco probable en cualquier gobierno. La clave de un eventual éxito es el financiamiento, pero la discusión es un ingrediente espléndido para este tiempo de demiurgos que busca aprovechar el campo intelectual que apuesta a la reinvención de la economía mundial después del desmantelamiento de la economía tal cual se la conoce. Como dice el filósofo coreano Byung-Chul Han, no sea que el virus haya terminado produciendo, al fin, la revolución tan soñada por la modernidad de la cultura del Atlántico europeo que se planetarizó desde el siglo XVIII. Antes los muertos los ponían los experimentos revolucionarios, de la guillotina parisina a la revolución rusa. Ahora los aporta el bicho tenebroso que, encima, tiene coronita.

BÉLIZ MANTIENE SUS CHANCES AL BID CONTRA EL CANDIDATO DE TRUMP

  • La chance de ir al BID de Béliz, que puede ser la vía para que el salario universal prospere en un versión maximalista, la sostiene el club de ex presidentes de la región que firmó contra la candidatura del americano Mauricio Claver Carone, un producto del stud Trump. Esos nombres separan aguas. Claver es lo que llaman en Little Havanna un “cubanazo”, un activista contra el castrismo que tanto se ama en el Instituto Patria. El nombre de Béliz puede sostenerse por el apoyo de México, comprometido en realidad con el anterior gobierno de Macri, que postulaba a Rogelio Frigerio, pero víctima del desinterés de Mauricio por la política exterior regional, porque esos apoyos a la Argentina podrían haber sido también de los países del Mercosur. El macrismo se esmeró en vapulear ese consorcio de países que ahora está dividido por esa postulación. El gobierno cree que hay alguna chance porque hay dos electores clave en esta pelea, uno es el actual presidente Alberto Moreno, el otro es el legendario Enrique Iglesias. Con los dos ha hablado Alberto sobre la candidatura de Gustavo, pero hay que ver quien la tiene más larga. Iglesias es hoy un personaje tan importante como cuando presidía ese banco. Es el virrey, o el zar si se prefiere, de la Unión Europea para el tema Venezuela. Hace viajes discretos por el mundo – algunos lo han traído a Buenos Aires – para encontrarle alguna salida a la crisis de ese país y es quien inspira los consejos de Béliz en Olivos. La simpatía explícita de Olivos por Caracas no gusta mucho en los patrocinantes de Claver y eso puede jugar los tantos. Hace unos días el economista Jeffrey Sachs – interlocutor privado de Alberto explicó la identificación de Trump con Bolsonaro como aliados públicos y privados, como abanderados del nacionalismo populista y antiglobalización. Es el populismo anti global, sancionó en la videoconferencia de presentación de su último libro The Ages of Globalization: Geography, Technology, and Institutions (Columbia University Press). En un gobierno que busca con quien identificarse en el mundo, es un compromiso escuchar consejos de Sachs, un defensor de la globalidad sana y que condena el nacionalismo populista en el que se siente cómodo el peronismo pero que hoy en el mundo es la línea Trump/Bolsonaro. Para la percepción de Olivos tienen los dos poco futuro. Trump puede perder las elecciones y a Bolsonaro le da poca vida en el cargo. Lo mejor es estar lo más lejos posible de los dos. Tampoco le ven mucho futuro a Sebastián Piñera, que tuvo dos veces de ministro de Hacienda a Felipe Larraín, discípulo de Sachs y coautor con de uno de sus libros más leídos, Macroeconomía en la economía global. Habrá que ver cómo sigue esto, porque John Bolton, ex asesor de seguridad de Trump, cuenta en el libro que aparece esta semana (“The Room Where It Happened: A White House Memoir”), según lo que filtró el WSJ, que Putin lo convenció de que Juan Guaidó es como Hillary Clinton, y eso parece haber congelado el envión anti-Maduro de Washington.
 

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