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El misterioso asesinato de Norma Penjerek: el histórico caso que recuerda al de Anahí Benítez

Su cuerpo fue hallado en 1962 en el campo La Laguna del Instituto Fitotécnico Santa Catalina, en Llavallol, Lomas de Zamora.

Por Gabriel Di Nicola (Extraído de lanacion.com.ar)


La última vez que se supo de ella fue el 29 de mayo de 1962. Había salido de su clase particular de inglés para volver a su casa, en Floresta. Pero Norma Penjerek, de 16 años, nunca llegó a su domicilio y su destino fue un misterio. Casi 50 días después de su desaparición fue hallado un cadáver semienterrado en Lavallol que, para la Justicia, correspondía a la adolescente. Hubo acusados pero ninguna persona resultó condenada . El caso quedó impune. El misterio aún está latente.

La joven, que estaba en el quinto año del Liceo de Señoritas N° 12, era hija única. Su padre, Enrique Penjerek, era empleado municipal y su madre, Clara Breitman, enfermera. La familia vivía en Juan Bautista Alberdi al 3200.

La casa de Perla Stazauer de Priellitansky, la profesora de inglés, estaba situada en Boyacá al 400, en Flores, a casi 20 cuadras de donde vivía la familia Penjerek. Esa tarde la clase duró 35 minutos: desde las 19.10 hasta las 19.45.

A las 21, preocupada porque su hija no había vuelto, la enfermera Breitman comenzó a llamar a las amigas y compañeras de su hija. Pero siempre recibió la misma respuesta: "No, señora. No sé nada de su hija".

A la medianoche, el padre de la adolescente se presentó en la comisaría 40° y denunció que su hija había desaparecido. Recordó que cuando se fue a la clase de inglés estaba vestida con una pollera gris tableada, medias blancas y un blazer azul.

Con el transcurso de las horas se descartó que la adolescente hubiera sufrido un accidente.No había una persona con sus características internada en ningún hospital.

"Extraña desaparición de una jovencita", titulaban los diarios de aquella época. Tras diez días sin novedades, los padres de la adolescente publicaron una solicitada con una fotografía de Norma y la frase: "Se busca". Esto sólo logró empeorar la situación: la familia de la chica recibió numerosas pistas falsas y fue víctima de extorsiones.

Un cuerpo y más dudas

La angustia y la desesperación iban en aumento. Pasaron unos 50 días desde la desaparición cuando fue encontrado, semienterrado, el cuerpo de una mujer en un terreno de Lavallol. El hallazgo se produjo gracias a que un perro se puso a olfatear en el pasto.

Según contó el periodista Ricardo Canaletti en el libro Crímenes Sorprendentes de la Historia Argentina I, el cuerpo fue hallado en el campo La Laguna del Instituto Fitotécnico Santa Catalina, que dependía de la Universidad Nacional de La Plata.

"Apenas diez centímetros de tierra cubrían el cadáver. Conservaba jirones de una enagua celeste, un sweater beige y dos pañuelos, uno de gasa alrededor del cuello y otro utilizado como mordaza", detalló Canaletti en su publicación. La investigación por el hallazgo del cuerpo quedó a cargo del juez penal de La Plata Alberto Garganta.

"El periodismo estaba ansioso para que yo imputara a alguien", recordó ayer Garganta, en diálogo con LA NACION. Al momento de quedar a cargo de la investigación, el juez tenía 32 años, hoy tiene 88. "Todo el mundo hablaba del caso y había mucha manija", dijo.

El primer médico que revisó el cuerpo sostuvo que la víctima había sido estrangulada con alambre. La autopsia, que se hizo en el hospital Luis Gandulfo de Lomas de Zamora, determinó que el cadáver correspondía a una mujer de entre 25 y 30 años con un altura de 1,65 y un peso de 60 kilos. La data de muerte era de diez días antes del hallazgo. Es decir el 6 de julio.

Norma medía diez centímetros menos y no entraba en el rango de edad que suponía el resultado de autopsia. Pero después se realizaron una serie de análisis que, según opina Garganta, despejaron toda duda de que el cuerpo era el de Norma. Según publicó Canaletti en su libro, el subcomisario Enrique Ducci, especialista en dactilocospía, analizó el dedo anular derecho y encontró 18 puntos de coincidencia con la ficha de Norma.

También hubo un peritaje odontológico en el que participó el dentista que atendía a la adolescente, quien reconoció las piezas dentales. Además, hubo una segunda autopsia donde se determinó que la herida mortal había sido con una sevillana y que el cuerpo no era de una mujer de entre 25 y 30 años, sino de una adolescente. "Y también la propia familia reconoció que el pullover que llevaba, que era de una tela muy de moda en ese entonces, era el de la chica", dice Garganta.

A su vez, una prima de la adolescente reconoció el pañuelo que estaba en el cuello como un regalo que le había hecho ella. Finalmente los padres de Norma reconocieron el cuerpo y lo enterraron en el Cementerio Israelita de La Tablada.

La data de muerte seguía siendo del 6 de julio, con un margen de error de 48 horas. ¿Dónde estuvo la joven hasta que se halló el cuerpo? Ese dato es un misterio que el próximo 29 de mayo cumple 56 años.

Más hipótesis y un final abierto


La investigación tuvo un giro inesperado un año después, cuando una mujer declaró ante el juez Garganta y culpó del homicidio de Penjerek a un comerciante de Florencio Varela, Pedro Vecchio. Hubo otros cuatro acusados.

Según contó el escritor Álvaro Abós, la investigación pasó por las manos de ocho jueces hasta que, el 5 de abril de 1965, la Cámara del Crimen de la Capital Federal decretó el sobreseimiento de Pedro Vecchio. No habían podido probar ninguna de las acusaciones en su contra. El caso comenzó a enfriarse.

En 2012, cuando se cumplieron 50 años de la desaparición de la chica, el periodista del diario Clarín Héctor Gambini le hizo un reportaje a un primo de la adolescente. Chacho Penjerek, como se lo presentó en la entrevista, dijo: "Todavía hoy creo que aquel cadáver no era el de Norma. Estoy seguro de que no era ella".

Laura Mussio de Villano, dueña de una boutique situada a pocos metros de la zapatería de Vecchio, también señalada en la investigaciónLaura Mussio de Villano, dueña de una boutique situada a pocos metros de la zapatería de Vecchio, también señalada en la investigación Fuente: Archivo
El caso no estuvo exento de rumores. Una teoría nunca confirmada sostenía que el padre Norma habría sido uno de los informantes que aportaron datos para que Israel ubicara en la Argentina al nazi Adolf Eichmann, que vivía en San Fernando y trabajaba como operario fabril. Cuando fue encontrado se lo llevaron a Israel, donde fue condenado a muerte por su responsabilidad en el Holocausto. Esta hipótesis sostenía que el crimen de Norma había sido una venganza.

"Uno de los abogados de la familia fue quien me comentó lo de Eichmann", recordó ayer el juez Garganta en diálogo con LA NACION. "Cuando me dijo eso, yo le dije que él le preguntara al padre de Norma por ese rumor, porque si lo hacía yo, me iban a decir que estaba desviando la investigación. Pero él nunca se lo preguntó, o nunca me volvió a hablar de esa línea a mí, y el rumor quedó solo en eso, un rumor", agregó.

Otro rumor indicaba que Norma se quedaba a veces a dormir en la casa de su profesora de inglés. "Pero los padres de la chica decían que nunca había dormido fuera de su casa. Y los vecinos de la casa de la profesora de inglés dijeron que nunca la vieron quedarse por las tardes o en la noche. Se dijeron muchas cosas, todas contradictorias", dijo Garganta.

Los padres de Norma murieron sin poder descubrir la verdad sobre la misteriosa desaparición de su hija. El caso pasó a los archivos policiales como otro crimen argentino sin resolver.