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El futuro del petróleo

*Por Alieto Aldo Guadagni. Reflexionar sobre la evolución de importantes magnitudes económicas es esencial para construir una visión estratégica de largo plazo. Es difícil definir una buena política económica si no se presta atención a la evolución previsible de bienes de gran importancia, y esta lista la encabeza el petróleo.

el mundo está atravesando un período de "escasez", producto del aumento de su demanda en las economías emergentes y de la desaceleración en la expansión de su producción. Los elevados precios actuales expresan un ciclo de escasez internacional, los países emergentes crecen y demandan más petróleo pero la oferta no responde rápidamente. La producción mundial está afectada por la creciente proporción de yacimientos maduros, con costos crecientes de extracción. También incide el retroceso nuclear causado por el accidente en Japón, cuya consecuencia inmediata será fortalecer la demanda de hidrocarburos y carbón.

Escasez mundial de petróleo no significa que faltara físicamente el producto, sino que para satisfacer la demanda creciente el precio deberá trepar para estimular más producción. Esto tendrá un impacto positivo sobre los países exportadores de petróleo y gas, pero atención, simétricamente el efecto será negativo sobre las naciones importadoras.

En la actualidad el petróleo es la principal fuente energética mundial (33% del consumo de energía), seguido por el carbón (28%) y gas natural (23%). Las nuevas fuentes de energía renovable y limpia están creciendo en muchos países, pero aún no son importantes; además la pérdida de impulso político internacional a los esfuerzos por morigerar las emisiones globalmente contaminantes, está lamentablemente postergando su crecimiento. Recordemos que el petróleo es el principal producto que hoy se comercia internacionalmente, representando nada menos que el 10 por ciento del comercio mundial (u$s 2 billones). El mercado petrolero en el futuro será dependiente de las restricciones al aumento de la producción, por la magnitud de los yacimientos que entrarán en la fase declinante de "maduración"; esta declinación se está ya dando en regiones que no son miembros de la Opec (Rusia y los yacimientos del Mar del Norte), pero también amenaza a grandes productores como Arabia Saudita. El interrogante es saber si esta declinación podrá ser compensada por la aparición de nueva producción aportada por recursos actualmente sin pleno aprovechamiento.

Debemos señalar las distintas velocidades que diferencian al aumento del consumo del de la producción; la experiencia internacional indica que, a pesar de una aceleración ahora de la inversión en exploración y en desarrollo de nuevas reservas, la aparición efectiva de nueva producción puede demorar hasta 10 años o más, dependiendo de la complejidad de los proyectos.

Por estas razones la tensión entre un moderado aumento de la producción petrolera y el crecimiento de las economías emergentes, configura un escenario futuro de precios firmes y con tendencia a la suba. China es ya el principal consumidor mundial de energía, pero su consumo petrolero es aún la mitad del norteamericano. Todo esto hubiera sido una excelente noticia para la Argentina hace 20 años, cuando nos autoabastecíamos y además exportábamos, pero las cosas han cambiado mucho. Ya se terminaron dos décadas de energía abundante, barata y exportada y comenzó la triple tenaza: un ciclo de energía escasa, cara e importada. En el año 2006 el superávit comercial energético argentino fue enorme: u$s 6000 millones, pero este año no habrá superávit sino un déficit comercial energético de u$s 3000 millones y en el 2012 trepara a los 8000, o sea un deterioro de nada menos que u$s 14.000 millones.

Nuestra producción de hidrocarburos cae sin pausa mes a mes desde hace años; la producción de petróleo es hoy 35 % inferior a la de 1998 (este año cae 10% y se produce lo mismo que en 1992). La producción de gas es 15 % menor a la del año 2004, (este año cae 4,4 % y es la misma que en el 2000). Reponer con importaciones las reservas agotadas costaría (a los precios actuales) u$s 300.000 millones (el 70% de nuestro PBI). Esta magnitud, digamos que equivale al doble del valor monetario de toda nuestra tierra arable. Es más sensato utilizar los recursos financieros en alentar la producción que en estimular costosas importaciones, ya es hora de desarrollar nuestro potencial, no solo en tierra sino también en el mar.