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El efecto contagio

*Por Pablo Ibáñez. La toma del Indoamericano parió, en efecto cascada, sus réplicas: en las últimas horas, otros tres predios, uno porteño y dos bonaerenses, fueron «ocupados» de manera ilegal por familias y organizaciones territoriales que reclaman tierra y vivienda.

En Villa Lugano, Quilmes y La Matanza se produjeron, entre la noche del domingo y ayer, tres ocupaciones. Se trata de un fenómeno previsible luego de lo ocurrido en Soldati: la oferta de compensación que hizo el Gobierno derivó en movimientos algunos auténticos y otros intencionados.

Se produjo, en concreto, lo que el poder institucional preveía y temía: que comience un efecto contagio y el episodio del Indoamericano se extienda a las provincias. Durante el fin de semana empezaron los contactos entre gobernadores e intendentes.

Ayer, al sumarse los casos de Lugano, Quilmes y Matanza, se incrementaron las interconsultas. Conocedores de esos sucesos, gobernadores e intendentes suelen tener montados mecanismos de disuación o contención. Algunos, como un cacique del conurbano sur, tiene un scrum de «desocupadores».

Otros, adiestrados en ese tipo de episodio, montan rápidamente procesos para frenar la instalación siempre jugando en un límite: la demanda social existe, pero el otorgamiento de concesiones suele derivar en que se incrementen los pedidos y reclamos.

Ayer, en Buenos Aires, operó de ese modo: la primera línea de negociación se focalizó en los municipios. El quilmeño Francisco «Barba» Gutiérrez y el matancero Fernando Espinoza, jefes comunales de los distritos donde se produjeron esas minicrisis, establecieron contacto e iniciaron las negociaciones.

Funcionó un mecanismo habitual: la instancia inicial se abre con el Gobierno municipal. Influyen varias razones: el diálogo, con los intendentes, suele ser más directo; son éstos los que conocen a los actores de cada toma y no tienen, además, capacidad operativa para ofrecer dinero o viviendas.

Este último dato es clave: pueden, como mucho, proponer que los incluirán en programas nacionales o provinciales, pero, en ambos casos, son «tercerizadores» de la demanda.

Ese procedimiento, por incapacidad o falta de voluntad, no se ejecutó en el caso del Indoamericano, en territorio porteño. El resultado es conocido. En Quilmes, al menos, la negociación permitió evitar que la situación se agrave. En Matanza, anoche, se trabajaba con el mismo objetivo.

El temor, en estas horas, es que sin solución al caso de Soldati y la extensión a zonas del conurbano bonaerense, se amplíe el efecto contagio y llegue a las provincias. Circunscripta a la Capital, la crisis es ajena. Extendida, es epidemia.