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El dolor de Caramelito Carrizo al habalr de la muerte de su hermano Martín: "Le dije que se fuera" 

Cecilia Carrizo brindó una entevista y detalló su transformación a partir de la enfermedad de Martín Carrizo. Se refirió también a la decisión de su expareja de terminar la relación después de 25 años.


Cecilia “Caramelito” Carrizo se hizo conocida en 1994, cuando fue elegida para formar parte de la tribuna del programa “Nico”. Se convirtió en una referente de programas infantiles en la Argentina. Es conductora y actriz. Hace seis años su hermano Martín la llamó para pedirle que lo ayudara después de recibir el diagnóstico de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Desde ese momento, la vida, como la concebía, cambió para siempre.

“Fuimos tan unidos desde chiquitos que él me enseñó a jugar al fútbol, a atajar. Me entrenaba en casa y después íbamos a la plaza. Él me gritaba: “Salile, salile, que significa adelatarse- como hacía Gatti-. Es re loco porque hace unos meses entendí que ‘salirle’ es enfrentar, es salir a defender, agarrar la pelota en el momento preciso -porque si salís y te pasa la pelota por el costado es gol seguro-. Ahora entendí que cuando me enseñaba a salirle me estaba marcando la vida”, cuenta Cecilia Carrizo a Todo Noticias.

-Hace unos días escribiste en un posteo que “estar en carne viva, te hace ver quién sos”. ¿Qué significa esa frase?

- Estar en carne viva te pone en un lugar de replanteo, de sensibilidad extrema y varias situaciones particulares de mi vida me han dejado en esta instancia un poco así como en carne viva. Haciendo hincapié en esa frase siento que se potencian tus características: si sos frontal - por lo menos a mí me pasa- me siento más frontal. Si voy en busca de la honestidad y de la lealtad, más lo afianzo. Estar en carne viva es un poco eso.

- ¿Cómo te vés ahora plantada después de todo lo que atravesaste en los últimos años?

-Me siento otra persona a lo largo de los años, lo que te va pasando en la vida te va forjando y delineando hacia un nuevo formato. Me pasa que hoy me siento feliz de tener los dos hijos que tengo, que son lo más hermoso que me pasó en la vida y que me va a seguir pasando. Nos tocó pasar una situación muy extrema, muy triste y dificil y eso nos transformó sin duda.

A ellos les tocó siendo muy chiquitos, porque la enfermedad de mi hermano comenzó hace seis años, y eso los dejó en un lugar de dolor frente a la vida, pero también de evolución. También, respecto a nuestra familia, que hace poquito nos separamos con el papá de mis hijos, ellos también están plantados frente a mí de una manera diferente: con ciertos abrazos y miradas de “entiendo todo” que me fascina y lo agradezco.



- ¿Cómo fue tu comienzo, soñabas de chica con estar en la tele?

- Era fanática de “Mesa de Noticias” y jugaba a que era Cris Morena cuando bajaba del ascensor. Era más un juego de niños, que pensar que iba a terminar trabajando en televisión. Después empecé a hacer casting de publicidad y a trabajaba mucho desde los 16 años. Me interesaba el armado de los sets, me encantaba ver cómo el utilero preparaba las cosas, cómo se ponían las cámaras. Sentía mucho disfrute en el cómo se hace y no solo por lo que hacía frente a cámara.

Tuve siempre una inclinación artística. De modelo publicitaria derivó en la actuación y llegué la tele con el casting para el programa “Nico”. Después, también empecé con el teatro que es algo que amo.

- ¿El nombre”Caramelito” se te ocurrió a vos?

- Codevilla era el productor artístico durante el primer año de “Nico” y durante el segundo año, también fue el conductor del programa. Todos los que formábamos parte de ese staff le presentábamos los personajes a él. Yo armé esta especie de profesora de baile y gimnasia que rapeaba. Me acuerdo que me preguntó como se llamaba y le dije ”Caramelito”- tímidamente- y me respondió: “Si te gusta a vos”. Ahí empezó un camino en el que si bien no estaba destinado a los más chiquitos de la casa, tuvo una buena repercusión en ese target.

Un día fui a visitar a mi padrino que tenía una casa de fin de semana y estaba Hugo Piombi- que era el vicepresidente de Sony Music-. Su nieta me vino a saludar y Hugo le preguntó: “¿Quién es esa chica’” y la nena le contó que trabajaba en la tele. Este hombre se acercó y me dijo “Tenés que hacer programa infantil”. Le respondí: “Me encanta”. Siempre amé a los niños y a las niñas, me vuelven loca así que no lo dudé.

En ese entonces, la industria discográfica era muy poderosa y mucho más en un producto infantil. De la mano de Hugo conocí a Raúl Fernandez, el socio de Kweller en ese momento, y se armó “Caramelito”.

-Todos vimos “Caramelito” y nos sabemos además todas las canciones. La de “Mueve la colita” se viralizó hace unas semanas por la connotación que se le da ahora a la letra “Para dejarla bien durita hay que ponerla en acción”. ¿Qué pensás? Porque en su momento ninguno la interpretábamos de esa manera.

- Esa canción no es mía, pero estaba en el programa. Hoy no la cantaría. Hice la aclaración de que no es mía porque si agarrás las canciones que escribí yo, a pesar de que era otra época, ninguna jamás tendría esa connotación. ¿Qué pasó? Para el primer disco que fue “Caramelito en Barra”, la discográfica me mandó algunas canciones para el lanzamiento. La de “Mueve la colita para ponerla bien durita” en realidad es porque Caramelito en el programa era profesora de gimnasia y se supone que ponía que con el ejercicio ponía duro el glúteo - con lo feo que suena esa palabra-.

De verdad, yo no habría escrito eso pero como Caramelito había sido profesora de gimnasia, por eso aparece en la letra “Para ponerla durita hay que ponerla en acción”. “Mueve la colita y también la cinturita” es re lindo, porque describe el baile, está bien. Obviamente la siguiente frase no lo está.

- Cambiaron mucho las cosas en los últimos años, inclusive cómo los jóvenes de hoy tienen en claro qué es el consentimiento sexual. Pienso cómo era antes y recuerdo que en un momento vos hablaste de la insistencia de Maradona para que fueras a un lugar donde estaba él. Los chicos ahora lo tienen clarísimo lo de la “no insistencia”. ¿Cómo ves lo que pasaba en su momento?

-Lamento mucho haberlo contado ( lo de Maradona). Ya me metí ahí, por eso no me molesta responderte. Lo hice en un contexto en el que yo quería hablar de Claudia. Lo que quería contar en un punto era que yo había sido testigo del accionar constante de él con su mujer, que era muy dañino. No por juzgarlo a él, ni levartar el dedo o decir que era mala persona. Yo estaba describiendo un patrón y ¿Quién soy yo para describir el patrón de Diego? No sé para qué me metí ahí.

Todos los que lo han conocido ya sea desde lo personal o simplemente por simpatizar con él, sabían que era un atorrante con las mujeres. Tampoco es que yo lo quería juzgar ni decir que era un mal tipo por eso. Pero sí me metí porque se estaba hablando de Claudia, la había acusado de ladrona. A mí me dolío mucho, no era amiga de Claudia pero me metí y dije que sabía cuanto la había hecho sufrir.

Recuerdo cuando escuché su voz en el telefóno. Me dijo: “Vení, vení, te espero” Creo que estaba en Sky Ranch, un boliche de esa época. Yo le decía: “Hola Diego”, desde el cariño. Él lo hizo desde la simpatía, no me atosigó para nada. Me insistió, yo le dije que no y no fui.

La conversación duró segundos y terminó bien. Al día siguiente, me llamó una persona diciendo que trabajaba con él. Me sorprendió porque me dijo: “Cómo le vas a decir que no,¿ Estás loca?”. Eso fue lo que más me molestó.

Hoy pienso que seguramente ni él lo mandó a llamarme. Fue más papista que el Papa. Creo que a Diego le pasó eso en muchas cosas. Lo han dejado mal parado, en lugares feos que él ni siquiera supo. Yo sabía decir que no, desde siempre lo supe y por suerte hoy las generaciones lo tienen mucho más incorporado desde el respeto.

- Hablás durante toda la entrevista de las transformaciones y de cómo lo que pasó con tu hermano te transformó.

Yo lo siento adentro mío. Tuvimos una relación tan, tan, tan estrecha desde chiquitos. Yo nací y él me trajo lo aritos al hospital. Él decía que era más chico que yo como chiste, pero no era así.

Cuando empezamos a crecer y empecé a trabajar en la tele él comenzó a tocar en A.N.I.M.A.L. Nos empezaron a pasar cosas en lo profesional, en lo artístico, muy en paralelo. Todo el tiempo nos buscábamos para compartir lo que estábamos viviendo, para contarnos cosas. Cuando se da lo de Caramelito empezamos a hacer música juntos y ahí se abrío un mundo nuevo para nosotros.

Él realmente era un genio como productor musical, como ingeniero de sonido. El nivel de fidelidad que tenía en esos oídos para esas mezclas se pueden escuchar en los disco del Indio Solari, a partir del segundo solista. Martin era su ingeniero de sonido y el director de su banda durante los últimos años, inclusive también tocaba la batería.

Era increíble, pero cuando trabajaba con mis discos lo hacía de la misma manera que cuando hacía los del Indio. Haberlo tenido a Martín en mi vida de esa manera es invaluable. Cuando me llama por teléfono y me dice: “Te necesito”, a partir de ahí no me despegué de él ni un solo instante.

Así nos quedamos pegados porque yo seguí siendo la misma que fui siempre con él y él conmigo. Martín atravesó esa enfermedad gravísima, muy fea y difícil y hasta su último instante fue quien había sido siempre. Es más, estaba potenciado porque estaba en carne viva. Su dignidad era más digna aún. Su personalidad y autoridad estaban mucho más acentuada. Eso habla de que la enfermerdad no está entre nosotros. Esa es una construcción de dos partes.

El paciente es el que lidia con la enfermedad misma, con su ser enfermo, ¿se entiende? Te están diciendo un diagnóstico, un final. Te dicen lo peor que podés escuchar, y además de saber toda esa información, estás lidiando con vos mismo. Con lo que querías ser, con lo que querés seguir haciendo y no podés.

Parece una pavada pero no lo es. El día que falleció, que fue a la guardia y falleció ahí, Martín eligió la ropa: un buzo verde vintage que le había regalado el cumpleaños anterior. Cuando yo caminaba por los pasillos de la guardia, eran las cuatro de la mañana, ya me habían sacado de la sala porque ya se estaba despidiendo y me fui a caminar sola. Recuerdo que miraba para arriba y le decía: “Agarrate la bici y andate, ya está”. Yo sabía que él no daba más.

Cuando agarró su bici y se fue, me dejo todo. Viste que dicen que a nuestros hijos nosotros les enseñamos no con lo que decimos sino con lo que hacemos, Martín me tenía así.

Él siempre me decía: “Hay que morir con las botas puestas”. Lo decía en relación al trabajo. Él era muy power. Yo quizás era más flexible o más orgánica en las discusiones laborales y él medía eso. ¿Sabés cómo las tenía puestas?

-¿Lográs procesar el mensaje que das cada vez que contás lo que vivieron con Martín, Cómo las cosas que viviste te pusieron en otro lugar?

-Desde el momento en que a Martín se le pone adelante la posibilidad de viajar a Estados Unidos para hacer el tratamiento que finalmente hizo durante un año entero y que me dijo: “Me llevás”. A partir de ahí, cuando hablé con Juan Carr para armar la campaña para ayudarlo a irse, fueron muchísimas las personas que se acercaron a él. Todo ese año que Martín se quedó allá, que yo iba y venía, estábamos acompañándolo todos.

Desde ese momento es que muchas personas que atravesaban la misma enfermedad o los familiares, se sintieron acompañados por nuestra historia. Hoy en día que Martín falleció y que la gente supo cómo fue todo, hay otras personas que atraviesan lo mismo y cuando yo tengo la oportunidad de hablar, lo que les puedo transmitir son nuestras vivencias. Cómo Martín llevó adelante la enfermedad y cómo los que lo acompañábamos la llevamos con él.

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