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El día después de mañana

La Policía de la provincia de Buenos Aires, con motivos, inició un reclamo en primera instancia salarial. Como quiera que sea, la historia no es nueva ni por menos.

Hace casi una semana que asistimos a un espectáculo cuasi dantesco, o felliniano según se mire, en el cual la Policía de la Provincia de Buenos Aires, con motivos, inició un reclamo en primera instancia salarial (hagamos una cuenta rápida, si por recibo de sueldo un efectivo de rango medio cobraba $ 35000 hasta el reajuste de hoy): esto le da una posibilidad económica en la que entran comida, familia, movilización, uniforme, etc., de poco más de $1000 por día. Evalúe usted si una familia promedio puede vivir de la mañana a la noche con ese número.

Como quiera que sea, la historia no es nueva ni por menos, arranca con los primeros intentos de formación de una fuerza de seguridad ya en la época de Rivadavia, y por aquellos tiempos, la “prima rica” de la “campaña pobre”, de donde provenía el “milicaje”, era Buenos Aires con su puerto, por ende la historia de la coparticipación es más antigua que su idea misma.

La historia continúa igual, y el federalismo salvaje adopta conductas feudales, por lo cual nacen las “quintas”, administradas por los funcionarios de alto rango (no seso, no se entienda con facilismo), y manejadas  por el “milico”, la fuerza de choque.

La historia continúa igual, y llegamos a las últimas décadas, donde entrar a la Policía era sinónimo de rápido crecimiento.

Desde otros lares, fui partícipe de ver cadetes que comían salteado o dormían en la Comisaría, y a los dos años de egresados de la escuela, tenían su auto nuevo, ropa de marca, etc.

Obviamente, la escala era ascendente con la suficiente obsecuencia, y llegados a oficiales jefes o superiores ya no podían justificar ni “el negro”, no digamos el blanco de sus declaraciones juradas.

Por otra parte, siempre existieron “kioscos”, prostitutas, juego clandestino y travestis, hasta ahí resultaba inofensivo, pero los estupefacientes cambiaron todo, poco trabajo, seguridad y ganancias altas, obvio, de los jefes, los subalternos siguen manejando las quintas... y la diferencia crece.

Pero hoy el vigi se quejó: y con motivo, ya nadie ataja balas por ese precio, como el médico virus y el maestro tiernos párvulos maleducados que le pueden partir sin culpa las rodillas.

Simplemente a veces, se requiere otro modo de comunicación: no se puede declamar odiar el lujo de la Capital cuando se vive a la luz de un balcón mirando al este en Puerto Madero, si se lo siente, por delicadeza, habría que callarlo.

En el mismo orden, aproximadamente $36000 millones de pesos no se comunican, por pudor, por mensaje de texto, “mentime que me puede gustar...”. Y un último detalle, si puede haber último, además de que no existe un traspaso de fuerzas, de acuerdo al art. 99 art. 2 de la Constitución Nacional, el Presidente no puede legislar en materia tributaria, además que la situación es de índole provincial, estado dependiente pero separado y autónomo del Poder Federal.

Con ese criterio, se podía haber regulado el estado de sitio para la pandemia tanto como para esta situación, de lo contrario no puede existir regulación anexa, y menos penal, como ha ocurrido.

Señores responsables del Poder: dejemos de mentir tan flagrantemente y seamos consecuentes: si la Policía superó tantas crisis con promesas fue por algo, y no las promesas, y si el Gobierno Federal es tal, no es necesario que ame, pero al menos que no mienta tanto mientras palmea la espalda a la víctima de turno.

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