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El cristinismo pasa a controlar la política argentina

*Por Mariano Spezzapria. ‘Va a hacer una continuidad, pero no de personas ni de partidos, sino de proyecto político de nación y de país’, dijo esta noche Cristina Kirchner en su primera aparición tras la reelección, que consiguió en una votación con márgenes aplastantes. Un análisis imprescindible para entender lo que viene.

Las palabras de la presidenta llegaron como corolario de una jornada en la que se configuró un nuevo esquema entre los partidos políticos, en el que la dualidad histórica peronismo-radicalismo parece haber quedado relegada ante el surgimiento de una evolución del kirchnerismo, el cristinismo.

La composición del Congreso desde el 10 de diciembre reflejará, con certeza, este nuevo mapa político argentino, cuya dinámica ofrecerá más vaivenes y consecuencias dentro de la propia interna oficialista que la resistencia que puedan oponer los derrotados de esta jornada electoral.

Por eso, los próximos movimientos que realice la presidenta serán importantes para configurar la impronta de su gestión por venir: si mantendrá en un todo su actual política, cerrada a la hora de la toma de decisiones, o si se abrirá al diálogo con otros sectores como prometió durante la campaña electoral.

En este escenario, no son pocos los temas que tiene pendientes de resolución el Gobierno: por caso, el control de la inflación, que afecta los ingresos de vastos sectores populares; o la aplicación de la Ley de Medios, que tanta polémica levantó en los últimos tiempos.

Más cerca en el tiempo, Cristina contará seguramente con la sanción del Presupuesto 2012 en un formato muy parecido a cómo lo envió el Gobierno al Congreso, lo cual le dará la posibilidad de enfrentar con sus propias recetas el contexto de la crisis internacional, cuyos efectos comienzan a notarse en el país.

También será crucial para la presidenta que logre enfrentar con éxito la presión que existe sobre el valor del dólar estadounidense, estableciendo una política que le permita al Banco Central dejar de perder reservas en un lento pero inexorable goteo cotidiano.

Todas estas cuestiones serán abordadas, lógicamente, por el próximo ministro de Economía, dado que Amado Boudou desembarcará en el Senado: el ‘elegido’ de la presidenta ya habría puesto su dedo sobre Hernán Lorenzino, el secretario de Finanzas, para que lo suceda al frente del estratégico Palacio de Hacienda.

En un terreno más simbólico, el próximo destino del controvertido secretario de Comercio, Guillermo Moreno, será con seguridad tomado como una proyección de lo que pretenderá realizar Cristina Kirchner en su nuevo mandato.

Dos espadas del actual equipo cercano de Cristina, el jefe de Gabinete Aníbal Fernández y el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, recalarán el 10 de diciembre en el Congreso de la Nación, por lo que esos cargos también quedarán abiertos para la renovación del elenco presidencial.

Ese equipo podría pasar a ser encabezado por el actual ministro del Interior, Florencio Randazzo, quien viene ganando terreno en el entorno de la primera mandataria.
Las elecciones de este domingo también consagraron como un hombre fuerte del oficialismo al gobernador Daniel Scioli, quien a priori quedó en la línea de largada por la sucesión de la presidenta en 2015.

Sin embargo, para ese momento falta aún una eternidad, a juzgar por los comentarios que surgieron en las últimas semanas sobre la posibilidad de que el oficialismo impulse una reforma constitucional para abrir las puertas a una eventual re-reelección de la Presidenta.
Si así no fuera, también Amado Boudou aparece como uno de los hombres de recambio dentro del oficialismo, tanto a nivel nacional como en la provincia de Buenos Aires.

Más ríspida parece la relación del Gobierno con los gremios peronistas, especialmente con Hugo Moyano, quien viene dando recurrentes señales de que no seguirá a la Presidenta en todo lo que proponga, y menos en cuestiones estrictamente sindicales.

Pero eso será parte de otra historia, la que está por empezar a escribirse desde el 10 de diciembre.