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El crimen de la peluquera

Hoy se conocerá el veredicto en el juicio a un hombre acusado de haber matado a su esposa Carina Silva, asesinada en 2009 de un balazo en el pecho, en Florencio Varela.

Fuentes judiciales informaron a Télam que a partir de las 13, el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 5 de Quilmes decidirá si Carlos Alberto Rodríguez (53) es culpable o no del "homicidio agravado por el vínculo" de Silva (38), en concurso real con el delito de "tenencia ilegal de arma de fuego de uso civil".

El fiscal del juicio, Alfredo Samprón Noel, había solicitado a los jueces Martín Mata, Gustavo Fariña y Mónica Rodríguez que el acusado sea condenado a reclusión perpetua, mientras que el abogado de la familia Silva, Claudio Caro, coincidió y solicitó la misma pena.

Por su parte, la defensa de Rodríguez pidió la pena mínima pero por el delito de "homicidio culposo", es decir, no intencional.

Durante sus "últimas palabras", que pronunció en la última audiencia, el acusado pidió perdón a la familia de la víctima y a su familia, en tanto reiteró que no quiso matar a su esposa sino que se trató de un accidente.

El debate comenzó el lunes 13 de febrero, cuando Rodríguez pidió declarar primero ante el tribunal y dijo que él confundió a su mujer con un ladrón que había ingresado a la casa.

El hombre explicó que en ese momento sostenía un pistolón con su mano derecha, pero que al cargarlo para efectuar un tiro al aire golpeó el arma con el antebrazo y disparó sin intención.

El hecho ventilado en el debate ocurrió el 5 de noviembre de 2009, en una casa situada en Pedro Morán 384, en el barrio La Sirena de Florencio Varela, donde el matrimonio se encontraba en la planta alta de la vivienda ya que abajo funcionaba la peluquería de Silva (38).

El padre de la víctima dijo que sabía que su hija se iba a separar, pero afirmó que ella nunca le reveló a ningún familiar que su marido la quería matar.

Si bien en principio Rodríguez logró ser excarcelado porque creyeron su versión del ingreso del ladrón a la casa, los peritajes realizados en la vivienda y la declaración de las amigas de la víctima ante el fiscal Darío Provisionato probaron que los hechos no habían ocurrido como él había contado y que el disparo había sido realizado a un metro de distancia.

También se comprobó que antes de ser baleada, la mujer puso sus manos delante en señal de defensa y el tirador le quebró los dedos de una mano con el pistolón homicida.