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El caso Nisman: Diego Lagomarsino y la extraña serie de visitas al fiscal del caso AMIA

Algunos custodios se hacen los distraídos, bostezan, se desperezan, pero observan todo e informan a sus superiores. Así ocurrió en el Le Parc de Puerto Madero.

La muerte del fiscal Nisman es casi el caso JFK de una república bananera.  Kennedy murió asesinado por una conspiración en la que la primera línea de exposición pública fue una camándula de personajes grotescos,  como el supuesto "único" tirador Lee Harvey Oswald,  el asesino de Oswald, Jacobo Rubinstein (Jack Ruby) y hasta la Comisión Warren que instruyó casi 2 millones de folios que alentaron la impunidad del crimen histórico.

El Papa Juan Pablo I  (Albino Luciani) también murió asesinado cuando los poderosos del Vaticano se dieron cuenta que los obispos electores habían votado la persona equivocada para sus intereses corporativos y mafiosos (lectura sugerida, "¿Por voluntad de Dios?", David Yallop).  La monjita que le llevó el té a su habitación fue la inocente mensajera del Diablo, pero quien envenenó al Sumo Pontífice no estaba en la cocina del Vaticano aquella noche de septiembre de 1978.

Como hace muchos años seguimos las actividades de ciertos personajes, quizás tengamos una visión más global aún de la que puede tener la justicia que investiga la muerte de Nisman. Los personajes grotescos de nuestro JFK también existen, pero son marginales en esta historia.

Escuchás las charlas telefónicas de Luis D`Elia con el dirigente iraní Khalil  te producen vergüenza ajena. Son muy vulgares, personajes descartables como para suponer que ellos pueden participar de una gran conspiración. El único que ya percibió que se les viene un gran tsunami que se los puede llevar puesto es el "Cuervo" Larroque.  Lo dijo en su intimidad, tiene miedo de estar en una lista de espera para caer como un pajarito en esta conspiración. Personajes detestables por su lenguaje y odio irracional (los verdaderos religiosos islámicos los deben estar repudiando por el daño que le hacen a la fe de los seguidores de Mahoma).


¿Una síntesis de lo que cerramos hasta ahora de este rompecabezas? Jaime Stiuso es el antónimo de estos personajes de segunda mano.  Entrenado en las mejores escuelas mundiales de la criminalidad del espionaje (el alumno número uno de esas enseñanzas es Vladimir Putin, Presidente reelecto de Rusia que vive asesinando opositores exiliados con dosis radioactivas de veneno que sus agentes le colocan en las infusiones), Stiuso fue echado de la SIDE en diciembre y juró venganza, pero nadie supo contra quién y cómo.


Mientras todo el gobierno festejaba el fin de año metido dentro de una sanguchera o ignorancia supina de lo que podía ocurrir, Stiuso vertebró su vendetta. Lo decimos literalmente como lo dice el gobierno (los que saben de que se trata, no son más de 3, uno de ellos el Chino Zannini), a Cristina y su troupe le tiraron el muerto más caliente de la historia argentina y literalmente junto con Nisman murió el kirchnerismo. Vivieron en las nubes de Úbeda, fueron la orquesta del Titanic y el hundimiento inexorable se los llevó puestos.

Héctor Timerman entró en pánico, quiere renunciar (se dice amenazado) y volverse a radicar en Estados Unidos.  Nunca fue el más lúcido de los hijos de Jacobo (tres varones, dos se siente felices y Héctor es el hijo bobo en discordia). ¿Lo pueden matar los iraníes o los servicios de Israel y/o EEUU para acusar a los iraníes? La mujer (bodeguera de fortuna), quiere regresar al Norte pero Héctor tiene miedo que Cristina no le acepte la renuncia y quedar bajo fuego cruzado.


Stiuso lo apuró a Nisman cuando estaba en Europa a que regresara de urgencia al país porque le sacaban la causa AMIA (nadie sabe hoy si es cierto o no, para que un "perro de la calle" como Aníbal Fernández esté desorientado es el diagnóstico que el gobierno está literalmente con la brújula rota).

Nisman redactó de apuro la denuncia,  la presentó y de ahí en más lo que todos sabemos. Stiuso dejó en el Nextel del fiscal las huellas de su asedio. Después,  la muerte y el convencimiento oficial que se les terminó el rollo. Y el inconsciente colectivo aquí y en el mundo que a Nisman lo mató el gobierno. De la muerte, la sospecha fuerte y el ridículo no se vuelve nunca más.

Ahora sí, lo que los custodios de Nisman (al menos los que estuvieron despiertos desde hace tiempo) saben o intuyen de esta gran conspiración.

Diego Lagomarsino era un asiduo visitante del fiscal. Lagomarsino era amigo de Stiuso, un tercero en discordia que sería fatal. ¿Siempre iba a chequear las computadoras de Nisman?


No, llevaba otras cosas. Nos dicen que si peritaje toxicológico se realiza en laboratorios que no truchen las pruebas,  podrían hallar en el cuerpo del fiscal algunas sustancias prohibidas que le causaron a último momento una depresión fatal. Alguno de los custodios del fiscal sabía que Lagomarsino realizaba actividades no legales amparados por su jefe verdadero, Jaime Stiuso. ¿Dealer? Algo de eso.

Esto no desacredita al fiscal, ni a su trabajo (aunque con tropiezos por estar en la línea de fuego entre agentes criminales y una conducción descerebrada del gobierno).

Stiuso decidirá si regresar al país o radicarse en EEUU con otra identidad, pero ¿sus familiares?

Su obra macabra concluyó.  Le tiró un muerto a Cristina y de esto no se vuelve. Como en el Titanic, en esta catástrofe no hay botes ni salvavidas para todos.


Así se escribe la trama conspirativa de un JFK de república bananera.  Aunque empiecen a sacar perejiles de la galera,  la venganza de Stiuso se consumó.