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El cambio climático y el vino

La realización en estos días de un congreso internacional para conocer cómo el cambio climático puede afectar a la vitivinicultura, abre perspectivas interesantes para el desarrollo futuro de nuestra industria del vino, por lo que deberemos estar especialmente atentos a las conclusiones del bienvenido simposio.

Años atrás, la CEO de una importante bodega francesa, con fuertes inversiones en la Argentina, vaticinó que, con el correr de los años y como consecuencia del cambio climático, la zona ideal para la producción de los mejores malbec y cabernet sauvignon se desplazará desde Luján-Maipú, hacia las alturas del Valle de Uco.

Muchos -inclusive algunos con años de experiencia en la industria- manifestaron su sorpresa ante esa afirmación y fundamentaban su posición en el hecho de que, por tratarse de sectores con calores tardíos y heladas tempranas, esas alturas sólo podían ser destinadas a varietales de ciclos cortos, de maduración más rápida y de cosecha más temprana.

Sin embargo, el paso del tiempo va ratificando que aquella observación va tomando visos de realidad. Aún considerando que, por el terruño, el clima (con amplitudes térmicas importantes entre el día y la noche que favorecen la calidad de las uvas) los departamentos antes mencionados siguen teniendo una firme consideración, también es cierto que es hacia las zonas altas donde se va desplazando la vitivinicultura mendocina.

La preocupación por el impacto que el calentamiento global está produciendo sobre la vitivinicultura también es motivo de preocupación en Europa y de manera especial en el principal país vitivinícola del mundo: Francia.

Según un informe, los incrementos previstos para este siglo en las temperaturas medias, de 2°, 3° y hasta 4° centígrados podrían significar la ruina de los viñedos más renombrados.

Aseguran los investigadores que se está presentando un aumento en el contenido de alcohol y una disminución de la acidez y ponen de manifiesto que la acidez es crucial para el equilibrio y el sabor del vino, así como también para el envejecimiento adecuado.

A esto suman que el alto contenido alcohólico atenta contra el consumo, en razón de que se está observando una tendencia del consumidor hacia vinos más livianos, con menos grado.

Sin embargo, como en Francia no existen las posibilidades naturales que brinda Mendoza respecto de las zonas, los viticultores de ese país, en conjunto con investigadores del Instituto Francés de la Viña y el Vino, están estudiando la posibilidad de cambiar los cepajes por variedades con clones más duros y resistentes al calor.

Afirman también que las decisiones deben adoptarse en forma acelerada en razón de que, por primera vez, están apareciendo en Francia aves del norte de África, mientras observan el crecimiento de algunas hierbas desconocidas para la región.

Una situación similar a la de Francia se está presentando en zonas vitivinícolas de España, Italia, Grecia y Portugal.

Frente a ese panorama y a las amenazas -por ahora moderadas pero no descartables en el tiempo- que se presentan para nuestra principal industria, es que cobra importancia el Primer Congreso de Cambio Climático, Vitivinicultura y Recursos Hídricos, que se realiza en la provincia, con la participación de investigadores del Conicet, del Ianiglia y de expertos de Estados Unidos, Chile, Brasil, España y Francia, con el objetivo de "anticiparse a las consecuencias del cambio de clima en las vides y establecer medidas paliativas".

Es una iniciativa atinada, acorde con las necesidades, que puede resultar fundamental para el futuro de nuestra principal industria de base agrícola y cuyas conclusiones también pueden contribuir para el futuro de la fruticultura y la horticultura.