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El asesino de La Cava que cayó por una cáscara de papa

En 2011 mató a un remisero y se escondió en la villa. Quedó filmado pero recién lo atraparon gracias a una bolsa de basura. Mirá las fotos y el video de la causa

El caso era complicado. Un remisero había sido asesinado en el acceso a la villa La Cava de San Isidro y la única pista que tenían los investigadores eran una serie de videos de las cámaras del municipio donde se veía al homicida huir rumbo a ese asentamiento. Todo cambió cuando al fiscal y los policías se les ocurrió revisar la basura. Allí encontraron la insólita evidencia que los condujo hasta la misma casa del asesino: un montículo de cáscara de papa.

Pedro Eleutario Miño (57) se ganaba la vida como remisero, en el turno nocturno. Aquel 28 de marzo de 2011 recién comenzaba la noche cuando minutos antes de las 20 desde la remisería lo llaman para que con su Renault 19 fuera a levantar un pasajero al Hospital de Boulogne.

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Era un viaje corto y sencillo. El pasajero, quien se identificó como "Daniel", pidió que lo pasaran a buscar por el sector de la guardia pediátrica y anunció que iba hasta Béccar.

Miño llegó al hospital a las 19.55 y allí se encontró con el pasajero, un hombre flaco, alto y vestido de pantalón oscuro y camisa blanca, con un suéter en la mano, según lo que lograron captar las cámaras de seguridad del nosocomio.

Desde ese momento, las cámaras del municipio de San Isidro registraron lo que sería el último viaje del remisero.


El Renault 19 llegó a las 20.02 a la esquina de Sucre y Tomkinson y agarró esta última avenida rumbo al acceso a La Cava. A las 20.06, la cámara de Tomkinson y Newbery captó la huida, a la corrida, del asesino.

Es que a pocos metros, en la esquina de Ada Elflein y Clemente Onelli, el remisero Miño acababa de ser asesinado a balazos dentro de su remís.

La policía llegó a las 20.17 y encontró el Renault 19 verde grisáceo con la puerta trasera izquierda y la delantera del lado del acompañante abiertas. Tirado, boca arriba, entre los dos asientos delanteros, yacía el cuerpo de Miño. Las pericias luego determinaron que dentro del habitáculo del auto habían disparado tres tiros con un arma calibre 38 Special. Según la autopsia, lo mató uno de esos proyectiles que le ingresó por la espalda y terminó alojado en el glúteo izquierdo.

El caso comenzó a ser investigado esa misma noche por el fiscal de San Isidro Patricio Ferrari y los detectives de la DDI local. Lo esclarecieron en 24 horas.

Los videos -aunque no eran nítidos-, fueron clave para saber que el asesino había arribado al Hospital de Boulogne con el único objetivo de llamar desde uno de sus teléfonos públicos a la remisería y pedir un auto.

Las filmaciones condujeron al fiscal y a la policía al acceso a La Cava y allí los pesquisas encontraron la primera pista: un chapón con restos de tela quemados.

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No sólo los policías de las series y películas norteamericanas revisan la basura de los sospechosos. El fiscal Ferrari mandó a abrir todas las bolsas de basura que había en la zona y encontraron lo que buscaban: restos quemados de un pantalón negro y una camisa blanca, iguales a los que lucía en los videos el asesino.

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Ferrari y los detectives estaban seguros de que esas prendas de vestir habían sido quemadas por el asesino porque estaban manchadas con la sangre del remisero.

Ahora había que encontrar el domicilio donde se había quemado esa ropa y la pista que los conduciría al asesino estaba en la misma bolsa de basura.

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Junto a los retazos quemados, el fiscal Ferrari y los detectives de la DDI de San Isidro encontraron una cantidad inusual de cáscara de papa.

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Los investigadores hicieron un relevamiento a 200 metros a la redonda del volquete de basura de La Cava donde hallaron la bolsa con la ropa y las cáscaras de papa y encontraron la respuesta en una humilde vivienda que tenía en su frente un cartel que anunciaba: "Se vende cono de papas $1,50".

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El fiscal Ferrari ordenó un allanamiento de urgencia. Y allí atraparon al asesino: Ignacio Daniel Correa (44).

Correa encajaba con la contextura y fisonomía del homicida captado en los videos.

Su esposa entregó un revólver Smith & Wesson calibre 38 Special que más tarde las pericias confirmarían que era el arma homicida.

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En la casa, la policía secuestró un suéter negro marca "Diftoer" igual al que el asesino llevaba en la mano al escapar del crimen. Ese abrigo también lo tendría que haber quemado porque terminó siendo una de las pruebas por las que fue condenado. Los peritos de la Policía Científica encontraron manchas de sangre en esa prenda y el ADN determinó que esos restos hemáticos eran de la víctima.

Correa fue condenado el 19 de noviembre de 2012 por el Tribunal Oral en lo Criminal 3 de San Isidro. Le dieron una pena de 13 años y seis meses de prisión por "homicidio agravado por el uso de arma".

Aún debe estar maldiciendo el día que su mujer decidió hacer unos pesos con esos conos de papas fritas que lo llevaron tras las rejas.