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El artista, la dama y un horroroso crimen

Era una historia de supuesto amor. Pero ocultaba un engaño que terminó en homicidio.

La seducción se puede utilizar como un arma de poder. Tenía 22 años y lo sabía muy bien, lo había experimentado en varias oportunidades.  Se llamaba Mariela y vivía en una barriada del conurbano, en Don Orione. La joven mujer sería protagonista de un aberrante asesinato, en el que la seducción jugó un papel fundamental.

Esteban Suchac tenía 84 años. Llevaba casi 20 años jubilado, pero la edad no era un problema para este hombre jovial, que hacía todos los días lo que más le gustaba: pintar.

Había sido docente de muchos artistas del sur del Gran Buenos Aires. Había vivido décadas en Villa Domínico, donde estuvo casado con una destacada artista y docente. Había criado a sus dos hijos y, ya viudo, había tomado la decisión de mudarse a "su lugar en el mundo". Era una pequeña quinta en Villa Elisa, en el partido de La Plata, donde había armado su atelier en la planta alta de la casa alpina rodeada de una añosa arboleda.

Suchac daba clases gratis en un centro cultural, andaba en bicicleta por la ciudad y era amigo de muchos comerciantes, a los que frecuentaba y les regalaba algunas de sus obras.

El artista, que había nacido en la ex Checoslovaquia, había llegado a la Argentina con sus padres cuando tenía 10 años. Fue artista desde siempre. En el año 2003, había presentado una exposición en Avellaneda que también fue realizada por sus colegas como un homenaje en vida para el "viejo maestro". Nadie se imaginaba que sería su última muestra de pinturas.

A mediados de ese año, Esteban conoció a Mariela Jaqueline. La muchacha se había presentado en su casa para ofrecerle productos de limpieza. Él primero le compró, pero en otra visita la invitó a pasar, y charlaron horas hasta que el artista comenzó a sentir que esa joven le devolvía algo de su interior que él creía olvidado. La mujer lo seducía.

Sólo tenía una foto del rostro de Mariela, que guardaba en su billetera y la mostraba a sus amigos íntimos de Villa Elisa. "Tené cuidado, no sabes quién es esa chica", le había dicho un comerciante que después declararía en el juicio.

Faltaban pocos días para la Navidad del año 2003 cuando, una noche, Mariela se quedó a dormir en la casa. Esteban, al despertar, notó que la joven ya no estaba y descubrió que le faltaba algo de dinero y algunos elementos. Se enojó y se sintió estafado. Por eso fue a la comisaría 12 de Villa Elisa y radicó una denuncia por robo. Y le dejó al comisario la foto que la chica le había regalado. Esa sería una de las pruebas clave del juicio oral.

borrada

El 15 de enero de 2004, Esteban estaba solo. Esa soledad que tanto le gustaba para poder pintar tranquilo en su atelier, posiblemente, ya lo estaba afectando. Fue quizás por esa razón que le abrió la puerta nuevamente a Mariela, que había llegado acompañada por una amiga que era menor de edad.

El artista, probablemente, le recriminó el robo. Ella, aunque jamás lo declaró, pudo haber ensayado un pretexto. Una vez más, utilizó la seducción para convencer a ese hombre solitario que tanto disfrutaba hablar de arte y de la vida. Esteban las dejó pasar y las terminó invitando a comer.

Mariela no tenía la más mínima intención de recomponer la relación. Sabía perfectamente que el "viejo" estaba solo y nadie pediría por él en ese momento. Conocía todos los movimientos de la casa y de los vecinos del barrio.

Primero tomaron una estatuilla de la Virgen y lo golpearon. Después lo ataron con una cámara de bicicleta, una media de toalla y dos cables, uno del freno de la misma bicicleta y el otro de electricidad.

Lastimado, Esteban Suchac quedó tendido, inmóvil, entre cuadros y tarros con pinturas. El atelier que tanto placer le había dado construir, era ahora su sala de torturas. Lo golpeaban, insultaban y le preguntaban dónde había guardado la plata, según se pudo reconstruir tiempo después.

"Nunca vi tantas cosas en un cuello", fue la frase del médico forense cuando declaró en el juicio oral y público que se realizó en La Plata. Esteban Suchac murió por asfixia, según se pudo determinar.

borrada

Las mujeres robaron algunas cosas de valor y, como tenían la ropa ensangrentada, se cambiaron en el lugar y se marcharon. Mariela se llevó puestas las zapatillas nuevas del jubilado. Ese calzado fue encontrado varios días después en la casa de la joven, cuando el entonces fiscal Víctor Violini (actual juez del Tribunal de Casación Penal Bonaerense) pidió la detención de la acusada.

Para llegar a dar con la imputada, el comisario de Villa Elisa recordó la denuncia que había hecho un mes antes el artista plástico. Y localizó la foto que le había dejado Suchac cuando, al sentirse engañado, denunció el robo y amenazas.

El hijo del artista plástico fue quien, al no poder contactarse con su padre, viajó a Villa Elisa porque estaba preocupado. Tres días después del crimen, encontró el cadáver torturado de Suchac en el centro del atelier.

Esteban Suchac, quizás, había sido víctima de una seducción mortal.