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E pur si muove

*Por Ernesto Tenembaum. Hay innumerables ejemplos de buen periodismo, que reflejan la vitalidad de un oficio que en la Argentina no descansa.

Cuál es la verdadera historia, la que ninguna de la dos partes está interesada en contar, del conflicto entre el gobierno nacional y el grupo Clarín? ¿De qué manera opera una poderosa minera multinacional para que el Gobierno le permita el saqueo de recursos naturales en la cordillera?

¿Qué tan inclusivo es el modelo inclusivo? Luego de tantos años de crecimiento exponencial de la economía, ¿hay más familias con vivienda digna o menos? ¿Hay un porcentaje mayor o menor de la población con cobertura médica, con cloacas, con acceso a gas en red, con agua potable? ¿La economía está más o menos extranjerizada que cuando llegaron los Kirchner al poder?

¿Qué se esconde detrás de la guerra de periodistas militantes contra el periodismo? ¿Qué opinan los protagonistas de ese episodio? ¿Cómo lograr que los medios más influyentes tengan que rendirse ante una revista elaborada en uno de los barrios más pobres de la Capital y citarla, una y otra vez?

En el mundo del periodismo, siempre hubo distintas especies. El poder tiene siempre un imán muy poderoso y, en todas las épocas, hubo colegas que deslumbrados –por las razones que fueran, ideológicas, económicas, honestas, deshonestas– aplaudieron a los ganadores y se ofendieron ante las críticas a ellos, más papistas aun que el Papa. No es algo exclusivo de este período. El poder –político, económico, ambos– siempre deslumbra y encandila. En estos tiempos, sin ir más lejos, es evidente la cantidad de colegas que hacen cola para destacar las virtudes de Cristina o rescatar las de Néstor, y proyectar ambas a niveles de grandeza histórica que, como mínimo, permiten preguntarse si los panegíricos no son un tantito desproporcionados.

Mientras tanto, hay innumerables ejemplos de buen periodismo, de colegas que siguen trabajando con pasión, o que empiezan a hacerlo con mucha eficiencia. Es decir, que reflejan la vitalidad de un oficio que en la Argentina no descansa.

He aquí solo algunos ejemplos.

El primero es un libro que, no por casualidad, tuvo escasa difusión. Se llama Pecado original, y es la investigación de Graciela Moschcofsky acerca del conflicto entre el Gobierno y Clarín. El trabajo revela, quizá como ningún otro de los que se han publicado hasta ahora, las grietas en el discurso de los dos sectores y, en su último capítulo, datos desconocidos hasta ahora de cómo fueron las negociaciones secretas alrededor del caso Herrera Noble. No conviene citar ninguna de sus partes por el riesgo de ser parcial, pero sí destacar que la poca difusión del libro quizá se deba a que es un texto maldito para todas las partes involucradas. Nadie queda demasiado bien parado en esa historia y la mayoría bastante lejos de los principios que declama. La autora ya había escrito una notable biografía de Jacobo Timerman que tampoco dejó conformes a gran parte de los nombrados en el texto. Los militantes, los soldados, los cazadores de brujas, que existen por todos lados en estos tiempos, tratarán de deducir "para quién juega", o "a quién es funcional". Va a ser muy difícil deducirlo. Es un texto imprescindible para entender uno de los episodios centrales de las peleas de poder de estos tiempos.

Un segundo ejemplo es la página de Internet chequeado.com. Tres periodistas que rozan los 25 años, es decir, muy jóvenes, se dedican a revelar si las declaraciones que hacen políticos y –a veces– periodistas son verdaderas, falsas, exageradas, insostenibles, prematuras. Es un trabajo inspirado en una buena tradición del periodismo norteamericano que se llama fact checking, y que se aplica mucho, por ejemplo, luego de los debates de campañas electorales, para verificar si los datos y estadísticas difundidos por los candidatos son ciertos o meros inventos para confundir a la sociedad.

Es notable, en estos tiempos de abundante propaganda, lo transgresor que es contar con información confiable.

El último de los aportes de este sitio consistió en chequear una serie de declaraciones de Margarita Stolbizer. La candidata a gobernadora del FAP había dicho: "Seguimos teniendo 4 millones de personas que no tienen cloacas". Los periodistas marcaron una equivocación: Stolbizer fue cauta, ya que son 5 millones y medio las personas que no tienen cloacas, y representan un porcentaje mayor que aquellas que carecían del servicio en el fatídico año 2001. La candidata había dicho que dos millones de personas no tienen agua potable. En este caso, el dato es correcto.

Chequeado.com informa, además, que nuevamente el porcentaje de población sin agua potable es mayor ahora que hace diez años. En ambos casos, la fuente citada es indiscutible: los resultados comparados de los últimos dos censos. Y el contraste entre esas cifras y el paraíso de obra pública que nos vende la publicidad es gigantesco, al menos en estos dos ejemplos. En otros, la publicidad oficial no miente.

No todo está mal. No todo está bien. Pero este sigue siendo un país con muchísimas carencias.

La tercera experiencia de periodismo notable en tiempos complicados fue producida por uno de los exponentes más jóvenes y apasionados del periodismo argentino. Se trata del libro El Mal, de Miguel Bonasso, quien mantiene la vibración que lo llevó a escribir, muchos años atrás, Recuerdo de la muerte, la gran novela sobre la represión ilegal. En este caso, Bonasso cuenta una de las historias más dolorosas de este período político: la connivencia entre el gobierno nacional y la minera Barrick Gold, que se expresó en el veto presidencial a un intento parlamentario de regular su actividad y en una visita muy simbólica de la Presidenta a la sede de la empresa, en la que compartió un acto con su titular, mientras detrás de ambos se podían ver la bandera nacional y la de la Barrick. Bonasso no será seguramente entrevistado por ninguno de los canales del periodismo oficial para contar este nuevo capítulo de "Las venas abiertas de América latina". Con estos libros, mejor pretender que no existen.

Un cuarto ejemplo es la reaparición de la revista cultural La Maga. Las entrevistas a Tomás Abraham, Juan Sasturain, Orlando Barone y Jorge Fernández Díaz son realmente espectaculares. Con mucha humildad y equilibrio, periodistas preguntan a periodistas e intelectuales que han vivido en carne viva en estos años. Y, por una vez, en una publicación, se pueden leer todas las posturas, e inclusive percibir las características personales de los entrevistados. La revista se agita de pasión y es una señal de estos tiempos que resulte extraño ver a todo el mundo, a personas de distintas posiciones, opinando en el mismo producto.

Y, finalmente, el más impresionante de los casos: la revista La Garganta, que se elabora en la villa La Zabaleta, a partir de la inquietud de algunos de sus habitantes. Sus periodistas han logrado entrevistas y producciones realmente imposibles, que hacen temblar de envidia a muchos de los editores importantes de la Argentina. Entre ellas, al Indio Solari, Carlos Tevez, Lionel Messi, Charly García, Juan Sebastián Verón. A esta altura, en las radios se ha hecho un clásico esperar la salida de La Garganta, para ver cómo cada hazaña supera la anterior. No han necesitado plata, ni una ley que los habilite, ni subsidios, ni nada. Sólo pasión. Y con pasión se imponen, como ocurre muchas veces en la vida: si los periodistas hubieran esperado leyes especiales o subsidios para lograr voz propia, los mejores momentos de la historia de la prensa en la Argentina, los más valientes, jamás hubieran existido.

En fin, que mientras muchas personas importantes teorizan sobre temas importantes, hay otras que hacen periodismo: transgresor, molesto, irreverente. Es gente a la que le cuesta mucho aplaudir, elogiar, poner adjetivos a favor de quien sea.

Para eso, están los otros.

Los que saludan a los ministros por twitter.

Que siempre los hubo.

Por docenas.