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Durante doce años luchó para que se le reconozca su paternidad, un ejemplo de amor

En el Día del Padre quiero contar la emocionante historia de Leonardo y su hija.

Por Mariana Vaccaro

mvaccaro@diarioveloz.com

@vaccaromariana

"A mí me enseñaron que a los hijos se los quiere, y yo a mi hija la amo", fue la idea que impulsó a un padre a luchar para que se le reconozca su paternidad, para poder criar a su hija, para poder hacerse cargo de ella y brindarle su amor, y también para que ella conozca la verdad y se respete su derecho a la identidad.

En un contexto donde se hace constantemente hincapié sobre la importancia de respetar los derecho humanos, sobre la memoria y la justicia para que los hijos de desaparecidos durante la última dictadura recuperen su identidad y conozcan la verdad, transcurre la historia de un padre que reclamó al Estado que se reconozca su paternidad.

En el Día del Padre quiero recordar un caso que llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos gracias al amor de un padre por su hija.

Leonardo, trabajaba como verdulero de Rosario del Tala, provincia de Entre Ríos y salía con Diana, pero después de un tiempo de terminada la relación amorosa, él se enteró que ella estaba embarazada.

A pesar de preguntarle si el bebé era de él la mujer siempre negó su paternidad. Meses después Diana se trasladó a otro pueblo de Entre Ríos para dar a luz a su pequeña hija, el 16 de junio de 2000. Si bien, la mujer pertenecía a un nivel socio económico humilde, tuvo por cesárea a su beba en una clínica privada y en pocos días la dio en adopción a una familia de Buenos Aires.

Ante la incertidumbre, Leonardo, quien no fue informado del nacimiento ni de la adopción por parte de la mamá biológica, se enteró de la situación y se dirigió a la Defensoría Oficial de su pueblo en busca de ayuda y reconoció legalmente a la beba.

A poco más de un mes del nacimiento, el matrimonio adoptivo, al que identificaremos como B-Z, solicitó la guarda judicial de la niña. Leonardo no solo se opuso, sino que además se realizó una prueba de ADN mediante la que confirmó su paternidad (como no conocía a su hija, para que no le hagan la prueba a otro bebé, pidió que el examen se lo hagan a él y a la madre biológica. Le dio 99,99% de compatibilidad).

Sin embargo, el juez del caso ordenó un peritaje e infirió que el traspaso desde una familia que reconoce a otra a la que desconoce (su propia familia biológica) le ocasionaría a la nena, de tan solo meses de edad, un "daño psicológico". Así la Justicia falló a favor de la familia adoptiva.

Luego, en 2001 el Juez de Primera Instancia otorgó la guarda judicial de la niña al matrimonio que tenía la guarda e indicó que se podría instrumentar en un futuro un régimen de visitas para que el padre pudiera mantener contacto con la niña. Pero en los hechos esto no se respetó.

Durante doce años Leonardo no se dio por vencido a pesar de que solo había podido ver a su pequeña tan solo por 45 minutos.

Con el apoyo del Centro de Estudios Sociales y Políticos para el Desarrollo Humano (CESPPEDH), organización no gubernamental que acompañó a Leonardo, él llegó a presentar su reclamo de paternidad ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. El tribunal internacional emitió su sentencia el 27 de abril de 2012 a favor de la niña y su papá, ordenó al estado argentino restituir el vínculo familiar y la investigación de la venta de niños en el país.