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Dólar vs. Yuan

*Por Marcelo Zlotogwiazda. Hay varios países que ya declararon oficialmente su interés en incluir al yuan para diversificar sus reservas oficiales, como por ejemplo Chile, Nigeria y Sudáfrica.

El camión de caudales asaltado la semana pasada en la autopista Dellepiane transportaba 5 millones de dólares, 12 millones de yuanes y 2 millones de euros, según informó el juzgado interviniente a través de un comunicado, que agregó que no hay novedades sobre el único prófugo.

En cuanto al conductor del blindado que había cargado el botín en una zona reservada del aeropuerto de Ezeiza y que recibió dos balazos durante el robo, el último parte médico del Hospital Santojanni señala que continúa en terapia intensiva."

Es fácil darse cuenta a partir de uno de los datos de que la noticia anterior es falsa: es muy raro que yuanes circulen fuera de China, y absolutamente inverosímil que suceda en la Argentina.

Eso es así ahora. ¿Pero podría ocurrir algo semejante dentro de algunos pocos años?

Una pista la brindó el último de los debates que The Economist organizó en su página web, planteando la hipótesis de que "el yuan será la principal moneda de reserva dentro de los próximos diez años". Lo que implicaría, nada más y nada menos, que la moneda china desplazaría al dólar, y que, por ejemplo, hubiera argentinos que así como hoy ahorran en dólares que guardan en cajas de seguridad, lo hicieran también en yuanes.

La moción fue defendida por Arvind Subramanian, investigador del prestigioso Instituto Peterson de Economía Internacional de Estados Unidos, y uno de los mayores expertos en China. El núcleo de su argumento es que "una vez que un país pasa a ser económicamente dominante en un sentido amplio, la prevalencia monetaria se concreta en un lapso de aproximadamente diez años". China ya es la segunda potencia mundial (pasará a ser primera en unos años), el primer exportador y el mayor acreedor.

En contra de la moción expuso Stephen Jen, socio gerente de SLJ Macro Partners, un fondo de inversión londinense. No duda de que China seguirá creciendo intensamente, pero objeta que el "tamaño" de una economía sea un indicador del predominio de su moneda: ejemplifica con que en el mundo hay tantas reservas que se mantienen en francos suizos como en yenes a pesar de que la economía suiza es una doceava parte de la japonesa, y con que si bien la economía de Estados Unidos equivale al conjunto de países de la eurozona, se guardan muchas más reservas en dólares que en euros.

Jen sí cree que el yuan va a convertirse en una moneda de reserva mundial, como hoy son el dólar, el euro, el yen, la libra esterlina y el franco suizo; pero no que vaya a desplazar al dólar como principal moneda de reserva (actualmente el 60 por ciento de las reservas están en dólares). Entre otras razones, Jen descree de la preeminencia del yuan porque carece de liquidez mundial, porque en China hay férreos controles al movimiento de capitales, porque la inmensa mayoría de las transacciones comerciales están nominadas en dólares, y porque la cotización del yuan no es libre sino que la fija el gobierno. Además, sostiene que "la experiencia de los últimos diez años enseña a no subestimar a China, pero la experiencia de los últimos cien años enseña a no subestimar a los Estados Unidos".

Subramanian comparte que ahora existen obstáculos para que se cumpla lo que él pronostica, pero considera que los chinos van a adoptar las reformas necesarias para removerlos, con el objetivo de alcanzar un logro que aporta al orgullo nacional. Agrega que en el resto del mundo hay dos fuertes incentivos a favor del yuan como moneda de reserva: uno es la necesidad de diversificar las reservas, y el segundo es la opinión predominante de que es una moneda con tendencia a apreciarse.

El correr del tiempo dirá quién de los dos está en lo cierto. En cualquier caso, ya es indiscutible que el yuan va rumbo a convertirse en una más de las divisas de carácter global. Sobran los indicios. Por empezar, hay varios países que ya declararon oficialmente su interés en incluir al yuan para diversificar sus reservas oficiales, como por ejemplo Chile, Nigeria y Sudáfrica.

En segundo lugar, el yuan está ganando terreno en operaciones de comercio exterior, entre China y otros países asiáticos, y principalmente entre China y países africanos, un continente donde la presencia china crece aceleradamente. Por ejemplo, el sudafricano Standard Bank (la más grande entidad financiera africana, que tiene como accionista al Commercial Bank of China) ya ofrece servicios para comerciar con China en yuanes en dieciséis países del continente.

A eso se agrega el incipiente pero rapidísimo desarrollo de un mercado de capitales nominado en yuanes fuera de China, que en muy poco tiempo pasó de nada a mover el equivalente a más de 200.000 millones de dólares por año. Por ejemplo, hace unas semanas se ofrecieron en el mercado off-shore de Hong Kong bonos del gobierno chino en yuanes por el equivalente a 3.100 millones de dólares, y pese a que el rendimiento esperado era bajísimo, la demanda cuadruplicó el monto disponible.

En cuarto lugar están las operaciones de swaps entre China y varios gobiernos, como la que firmó la Argentina en marzo de 2009. En esa oportunidad ambos gobiernos pusieron a disposición del otro su respectiva moneda por el equivalente a 10.200 millones de dólares, pero el objetivo real era que la Argentina tuviera acceso a más reservas en caso de necesitarlas como consecuencia de la crisis que se vivía. Es decir que se asumió que el yuan servía como moneda de reserva, ya sea de manera directa, o indirectamente para cambiarlos por dólares, euros o yenes. Antes que la Argentina, China había firmado swaps con Indonesia, Corea del Sur, Malasia y Bielorrusia. Fue sintomático el documento firmado con Indonesia, que explicaba que la operación también se hacía "para promover el intercambio comercial", habilitando el uso de esos yuanes para adquirir mercadería china.

Si el solo hecho de que The Economist someta a debate que el yuan desplazará al dólar como principal moneda de reserva global es una pauta de probabilidad de que ello ocurra, el resultado de la votación que acompaña la discusión también fue muy significativo: si bien ganó la posición contraria, un nada despreciable 24 por ciento de los votantes cree que en los próximos diez años el yuan va a reinar.