DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Dinamizadores

Por Pedro Bergaglio* A lo largo del siglo XX, aquellos sectores de carácter estratégico han sido denominados sensibles, ya sea por sus estrechos vínculos con numerosas ramas de la economía, debido a sus altas exigencias de mano de obra y su consecuente participación en la generación de empleo o, también, por cuestiones de soberanía nacional.

Sin embargo, este término reviste un grave problema. Al ser el límite entre rubros sensibles y no sensibles muy borroso resulta sumamente atractivo para cualquier sector intentar ser considerado como tal, a fin de obtener un trato preferencial, sobre todo en lo referente a su preservación en las negociaciones comerciales internacionales. Parafraseando a Enrique Santos Discépolo, el que no llora no mama y el no sensible es un gil.

A este adjetivo tan espinoso se lo debe reemplazar por otro más fresco y certero, que se ajuste a las necesidades de un siglo XXI cada vez más exigente. Es más objetivo y capta mejor la esencia de estos rubros llamarlos sectores dinamizadores. Justamente, su principal característica es que mueven la economía, siendo una llave maestra que les permite crecer a todos los demás sectores en un círculo virtuoso, llegando a consecuencias insospechadas en términos de eficiencia, empleo y desarrollo científico y tecnológico.

Todo país que quiera un desarrollo donde ganen todos debe apuntalar a los sectores dinamizadores. Entre ellos, se destacan el textil y sus confecciones, el calzado, el juguete, la marroquinería, los muebles y la metalmecánica. Crean nuevos puestos de trabajo y pequeñas y medianas empresas; así, empujan el consumo, la reinserción social y vuelven más equitativa la distribución del ingreso. Abonan el terreno para que crezcan los numerosos sectores que suelen ser sus proveedores, generando lo que se conoce como efecto multiplicador. Anticipan, con sus movimientos, el posterior desempeño de la economía, permitiendo aplicar de antemano medidas anticíclicas en pos de la estabilidad macroeconómica. Favorecen la investigación en ciencia y tecnología que hoy, en plena era de la información, es clave para un proceso de crecimiento sostenido. Agregan valor a la producción y, cimentando un intercambio comercial más favorable, constituyen la rueda de las economías regionales y permiten, en zonas donde siempre acecha el fantasma de la desocupación, sostener los niveles de empleo y actividad. En definitiva, si una nación promueve a los sectores dinamizadores no sólo va a mejorar los números de la economía, siempre tan fríos, sino también la calidez del día a día de sus habitantes.

En este sentido, un ejemplo arquetípico lo configura la cadena de valor textil y de indumentaria. Siempre se le ha dado un tratamiento especial en la planificación económica y en el comercio internacional, y no sin razones. Siguiendo un camino que fue imitado rápidamente por Bélgica y Holanda y, a la larga, por prácticamente todas las hoy naciones avanzadas, Gran Bretaña pasó de ser uno de los países más atrasados de Europa a transformarse en líder global a través de la promoción de esta rama de la economía. La industria textil -pionera también en la industrialización de Estados Unidos- posibilitó, con su desarrollo, la expansión de la infraestructura, el auge de nuevas ciudades y una inserción más exitosa en el comercio internacional vía el alto valor agregado de su producción. Las más recientes experiencias de desarrollo (Japón, Corea y Taiwán) también fueron dinamizadas por el sector textil. Y la asombrosa China repitió la fórmula y superó a Alemania como la mayor potencia mundial en exportaciones.

En nuestro país, tras la devastación sufrida por las políticas antidesarrollistas aplicadas desde mediados de los años setenta y hasta el fin de la convertibilidad, el sector textil ha demostrado su gran capacidad de dinamización. Fue el primer eslabón industrial en reanimar la actividad económica, desde la devaluación, su producción creció dos veces y media, generó casi un cuarto de millón de nuevos puestos de trabajo directos en su cadena de valor y desarrolló inversiones en tecnología e infraestructura productiva por 2.000 millones de dólares.