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Desde el oficialismo temen más ataques a políticos e insisten con una foto pacificadora

“Puede pasarle a cualquiera”, aseguran. En La Cámpora aceptan que la investigación podría descartar vínculos de Sabag Montiel y Uliarte con la política tradicional. 


Tras las cuatro detenciones realizadas por la Justicia en el marco de la causa que investiga el atentado contra Cristina Kirchner, en La Cámpora aceptan que la investigación no cuenta con indicios que vinculen a Fernando Sabag Montiel y Brenda Uliarte con un espacio político tradicional opositor al Frente de Todos.

Bajo esa premisa insisten con una cuestión: “Le puede pasar a cualquiera”. Ese es el punto de partida de una estrategia que en la agrupación que conduce Máximo Kirchner dicen que aún se mantiene: intentar tender puentes de diálogo con Juntos por el Cambio para bajar tensiones y buscar una “foto política” que ayude a calmar las aguas.

En las últimas horas, ese posible acercamiento sufrió un revés. Al menos en lo público. El jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta rechazó el llamado al diálogo al señalar que “no están para fotos que solo generan confusión en la gente” y aseguró que el oficialismo “no tiene la honestidad profunda de un diálogo sincero”.

Del otro lado, el ministro bonaerense Andrés “Cuervo” Larroque disparó que la oposición no quiere dialogar porque tiene “presiones del poder”, sin entrar en detalles. En el interior de la agrupación que comanda Máximo Kirchner aseguran que se refieren a sectores que influyen para que las conversaciones no avancen.

“Es casi imposible el diálogo, se necesitan dos partes y hay presiones del poder”, fue la frase del funcionario del gobernador Axel Kicillof.

¿Por qué el kirchnerismo insiste con el diálogo? En el cristinismo dicen que el ataque a la Vicepresidenta caló hondo en el seno de La Cámpora y que el avance de la investigación judicial deja a las claras que se trató de un hecho aislado de un grupo de personas sin vinculación con la política tradicional. “Eso a nosotros nos deja en un estado de vulnerabilidad”, repiten.

Insisten, también, en que podría no ser el único ataque. “Algo tenemos que hacer, pero desde la política como un todo, no solo desde el Gobierno”, dicen.

En rigor hubo un giro en la postura de La Cámpora. Inicialmente, se intentó vincular el ataque con los discursos de odio. Se acusó al macrismo y a los medios de llevar adelante un tono que podrían influenciar a personas como Sabag Montiel y Uliarte.

Con el correr de la investigación esta hipótesis se descartó, la pesquisa demostraría que no están vinculados con grupos políticos tradicionales ni tendrían cercanía con el macrismo y el discurso cambió: se convocó a una misa por la paz y se intentó, hasta último momento, que la oposición se haga presente en Luján.

Hubo llamados entre el ministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro y referentes de la Coalición Cívica, el radicalismo y el PRO. Las conversaciones no tuvieron éxito, pero La Cámpora ahora insiste con una foto de unidad o un encuentro entre dirigentes para calmar las aguas.

Nada de esto pasó porque en Juntos por el Cambio están convencidos de que el llamado al diálogo es una trampa del kirchnerismo para que los opositores más duros -en particular, los “halcones” del PRO cercanos a Mauricio Macri y Patricia Bullrich- critiquen a los “moderados” que acepten la convocatoria K.

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