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Democracia busca Estado neutral y competitivo

Desde 1995, la Corporación Latinobarómetro, con sede en Chile, publica un estudio anual de opinión pública comparada en 18 países latinoamericanos -incluyendo a la Argentina- sobre actitudes y percepciones sobre la democracia, las instituciones de gobierno y el mercado. Este mes se publicó el estudio 2010.

Desde 1995, la Corporación Latinobarómetro, con sede en Chile, publica un estudio anual de opinión pública comparada en 18 países latinoamericanos -incluyendo a la Argentina- sobre actitudes y percepciones sobre la democracia, las instituciones de gobierno y el mercado. Este mes se publicó el estudio 2010.

El análisis del Latinobarómetro 2010 ubica a la Argentina en el contexto latinoamericano y mide la evolución del país en aspectos clave de la calidad de sus instituciones políticas.

La Argentina ostenta un alto nivel de apoyo a la democracia como sistema preferible a cualquier otra forma de gobierno (66%), por encima del promedio regional (61%). También es muy relevante destacar que en 2010 hubo una moderada recuperación de la confianza en algunas instituciones centrales para el sistema democrático, como el Congreso, el Poder Judicial y el Gobierno. No obstante, la legitimidad ciudadana de estas instituciones, al igual que los partidos políticos, todavía se encuentra muy por debajo de niveles mayoritarios de aprobación, como ocurre en los casos de Uruguay o Brasil.

El déficit de legitimidad de las instituciones representativas explica, en gran parte, una tendencia permanente en sociedades que, como la argentina, todavía asisten a un proceso de consolidación democrática. La satisfacción con los resultados de la democracia (49%) se ubica detrás del nivel de apoyo como sistema preferible a cualquier otro. En la Argentina, esta brecha de satisfacción alcanza los 17 puntos porcentuales, mientras que en sistemaS políticos más institucionalizados como Uruguay, Chile, Costa Rica, Brasil o Panamá, la diferencia llega a un solo dígito.

La evaluación ciudadana sobre los poderes del Estado y los partidos contribuye a ubicar la Argentina al frente de la región en la percepción negativa sobre el ejercicio discrecional del poder político y económico. Un 75 % de los argentinos cree que las decisiones del Gobierno buscan privilegiar a algunos pocos (el promedio es de 60% en la región), mientras que un 79% concuerda con que algunas personas o grupos tienen tanta influencia que los intereses de la mayoría son ignorados (61% promedio regional).

Todos estos aspectos tienen un denominador común en la Argentina. Con independencia del gobierno de turno, el Estado todavía no es una institución neutral, garante de los derechos básicos (individuales, económicos y sociales) ni es capaz de liderar el progreso social y económico del país. La oscilación entre momentos hiperpresidencialistas y otros de gran debilidad de los gobiernos democráticos desde 1983 ha convivido siempre con una estructura estatal de baja profesionalización y neutralidad.

El sistema político argentino no privilegia -en general- el debate público sobre la construcción del Estado y las mejores políticas públicas para alcanzar objetivos estratégicos como país. Por el contrario, el discurso político se enfrasca en discusiones sobre atributos individuales de los personajes, sus ‘verdaderas intenciones no reveladas‘ y, acorde con 2010, interpretaciones contrapuestas de la historia bicentenaria.

La próxima elección presidencial brinda una nueva oportunidad para debatir la Argentina que viene en un contexto internacional ampliamente favorable. El mundo nos abre una nueva oportunidad como país. Si construimos un Estado y políticas públicas de calidad, podremos llevar al progreso a millones de argentinos que hoy miran el crecimiento a tasas chinas con "la ñata contra el vidrio".