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Cuando la psicosis por sacar la visa se convierte en chiste

Todo da miedo a la hora de justificar que solo querés ir a Estados Unidos de vacaciones. Sin embargo, es más fácil de lo que parece...

Es obvio que también te puede ser complicado querer irte de vacaciones a Estados Unidos y a la hora de tramitar la visa no tenés trabajo y tampoco podés justificar con qué recursos vas a pagar tu viaje. Pero lo cierto que cuando estás "en regla", la psicosis igual te hace preocupar en demasía.

Primero hay que llenar un formulario que, aunque extenso, tiene la posibilidad de ir grabándolo y se puede cargar en varios días, con las insólitas preguntas de si uno es terrorista, sabe armar artefactos nucleares o bombas caseras. De todas maneras uno lo entiende, en varias oportunidades en Estados Unidos han sufrido ataques y las precauciones son lógicas.

Una vez que el formulario está completo, con el pago de una jugosa tasa de 160 dólares, se vienen las famosas citas: primero al consulado para la foto y los datos biométricos (los ojos y las huellas dactilares) y luego a la "temible" embajada.

Es obvio que las dudas llena de "hormigas en los pantalones": ¿cómo voy vestido? ¿qué documentación llevo? ¿tengo que hablar en inglés? ¿si me mando una macana me meten preso y me extraditan a Guantánamo? Chiste aparte, las precauciones se maximizan.

Una extensa cola que se parte en dos tramos previo filtro en la puerta de la embajada y luego, el primer gran paso: el escáner de la entrada. No se puede prácticamente nada, todo en mano y solo se puede estar con las llaves de su casa. Si cumplís con las normas, y no suena el "pip" del detector de metales, ya estás adentro.

Las colas se repiten, ya que cada media hora otorgan entre 100 y 140 turnos, lo que se puede multiplicar en cantidad de gente por los grupos familiares. Luego se viene una nueva verificación de huellas dactilares y por fin se entra a la sala de espera para que te atienda el empleado consular.

Conforme iban pasando las filas, ya que la organización ahí se respeta a rajatabla, porque se va pasando por la hilera de asientos, una nueva cola en zigzag y en el primer lugar, se viene la elección del box. Lo simpático fue que en la espera, me cayó bien la sonrisa del muchacho del 9, sino también me parecía simpática la del 7. Cuando sonó el aviso, tuve el primer "triunfo", ya que me tocó el 9.

Nos acercamos con mi amigo, con toda nuestra documentación, que constaba de: recibo de sueldo, nota de certificación del trabajo, resúmenes de tarjetas de crédito y de cuentas bancarias, copias de títulos de propiedad y de alquiler y hasta la partida de nacimiento, por las dudas.

A continuación, transcribo la entrevista que tuvimos con el empleado consular, que hablaba en un perfecto "espanglish":

Empleado: ¿Por qué viajan?

Yo: Por turismo

Empleado: ¿A qué se dedican?

Mi amigo: Yo soy analista de cuentas en una empresa.

Yo: Soy editor de un portal periodístico.

Empleado: ¿Fueron a otros países?

Mi amigo: Si, a Brasil y a Israel.

Yo: No.

El empleado escribe en su computadora, pasan unos segundos y nos dice: "Bueno, perfecto, su visa fue aprobada".

¿Y los papeles? ¿Y la psicosis? Con mi amigo festejamos... el miedo quedó atrás. ¿Era tan fácil? Así parece...