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Claudio María Domínguez: "La famosa 'grieta' surge de mentes que buscan dividirse"

El reconocido escritor brinda su particular mirada a la situación social de Argentina, habla de su intensa infancia como niño prodigio y de la novela que lo lanzó a la popularidad.

Fines de los '60, un locutor más que popular, Cacho Fontana, conducía "Odol Pregunta", un concurso televisivo de preguntas y respuestas sobre cultura general que tenía como premio mayor un millón de pesos argentinos de aquel momento. Un niño de casi nueve años, Claudio María Domínguez, le escribió una carta a la producción diciendo que quería participar. Lo hizo. Ganó.

Año 2017, ese mismo niño, hoy brinda una entrevista exclusiva a DiarioVeloz. En el marco de la presentacion de sus dos nuevos libros "El duelo" y "El perdón", se confiesa. Inunda con la paz de sus palabras las respuestas que podrían haber sido mucho más duras en boca de otro personaje, pero no. Él fue un niño prodigio. Y hoy es un adulto imperfecto como todos, pero sabio como pocos.

Claudio, sos el escritor de la polémica novela "La marca del deseo". ¿Cómo se da ese cambio de escribir una ficción con el argumento que tenía "La marca..." al mundo espiritual?

Si hoy tuviera que definir a "La marca del deseo" diría que es un muestrario de todas las relaciones enfermas posibles en el velo ilusorio de la sociedad, pero que a cada paso esas personas tienen la chance de comprenderlo, frenar su ignorancia y volver a recuperar la conciencia de que son tanto más que lo que creían que eran y del ego desaforado desde el cual actuaban.

La serie me abrió puertas. Me dio una repercusión popular muy fuerte, que hizo más fácil mi pedido al querido Alejandro Romay para que yo pudiera viajar hacia el encuentro de mi pulsión más fuerte porque ya la espiritualidad estaba presente.

Con la excusa de entrevistar a grandes maestros espirituales, en sus lugares por cierto exóticos, que serían amados por la cámara de su canal, yo quería con urgencia, poder llegar a esos seres y decirles de rodillas, llorando y gritando que aceptaran darme elementos, para que yo pudiera tener algo parecido a una vida.

Yo quería entrevistar a gente que pudiera aportar algo más allá de lo mundano. Cuando les nombre a todos estos seres sublimes, lo vieron como una locura. Pero al ver mi pasión, me dieron esa posibilidad. 

Yo sentí en mi corazón que si íbamos con mucha humildad, con la cámara al hombro y el micrófono diciéndole 'déjeme difundir el mensaje que usted vive' nos iban a terminar recibiendo. Y así fue. 

Aunque a base lo has contado, pero siempre es interesante preguntártelo ¿Cómo fue tu vida como "niño prodigio"? 

Fue una niñez muy hermosa. En mi casa eran muy humildes pero muy cultos y ellos vieron un gran potencial en mí, de ahí que a mis tres años me habían enseñado a leer y escribir y a los seis años ya sabía seis idiomas. 

En lugar de leer a veces los cuentos para niños, que suelen ser más sangrientos y contraproducentes, me leían un poco la vida de Ulises, los viajes, las aventuras de los héroes del Olimpo, los dioses.

Ahí detrás hay también una enseñanza espiritual muy fuerte. El tema es que yo en esa época estaba deslumbrado por los héroes, no veía todo el trasfondo espiritual. Eso después vino con el tiempo. 

A esa edad me anoté en un programa de audiencia masiva: Odol Pregunta. Había que enviar cartas para anotarse, pero no me respondían pensando que era una broma de un niño de 9 años. Entonces fui hasta el canal y ahí se dieron cuenta que el niño que enviaba esas cartas no era una broma, a la semana comencé a responder las preguntas por un millón de pesos. Gané el concurso y a partir de ahí cambió la vida de toda la familia para mejor. 

Claudio, ¿cómo fue tu experiencia al conocer a quien fue quizás el Papa más significativo del siglo XX, Juan Pablo II?

Yo quería entrevistar a gente que pudiera aportar algo más allá de lo mundano. Cuando a los directores del canal les nombré a Juan Pablo II lo vieron como una locura. Muy pocos periodistas alrededor del mundo habían logrado un mano a mano con él. Pero en el canal, al ver mi pasión, me dieron la posibilidad de viajar. 

Un día, ocurrió lo inesperado. Estábamos filmando la misa, junto a cientos de periodistas de todo el mundo, y un funcionario me dio un consejo para poder tener un contacto directo con el Papa. Me indicó dónde debía ubicarme ya que Juan Pablo pasaría justo por al lado mío. Yo no debía moverme de mi lugar. Pero cuando llegó el momento de la misa, sentí ganas de ir al baño. ¡¡Era la nota de mi vida!! Le dije al camarógrafo que tenía que ir al baño y demás está decir los improperios que me lanzó. Buscaba un baño y no encontraba, y ya no daba más! Entonces se me ocurrió, en la desesperación, hacer pis en uno de los cortinados.

En el momento que estaba a punto de explotar, veo una figura blanca. Le dije al camarógrafo que venía el Papa. ¡Y él me contestó que me suba la bragueta! Corrimos hasta donde estaba él y de pronto nos vimos rodeados por los custodios, que creyeron que éramos terroristas. Lo único que atiné a decir fue "yo soy bueno, soy bueno", "soy un periodista Argentino". Entonces, él se acercó hasta mí, pidió a los guardias que me soltaran y me dijo: "Sé que eres bueno, lo sé".

Le pedí una bendición y durante 13 minutos caminamos juntos por el pasillo. Hablamos sobre varios temas, pero el más importante para mí era preguntarle el por qué guardaban tanto oro dentro del Vaticano, si con todo ese oro se podría alimentar a mucha gente hambrienta y él me respondió con mucho amor y humildad que no se podían tirar por la borda siglos de historia, pero que comprendía mi sentimiento al respecto y que él pensaba como yo. 

De esta manera, logré conocer a una de las almas más nobles, sencillas y llenas de amor que el planeta pudo albergar. Fue la nota más difícil de conseguir y que había querido hacer durante toda mi vida.

Alguna vez declaraste que fuiste "la oveja negra" de tu familia, ¿por qué?

Por no cumplir las expectativas de una madre que quería, con mucho amor pero con gran ignorancia, que su hijo sea diplomático y ganara mucho dinero, sin comprender que mi deseo no era el suyo. Ya había acumulado medallas de otro, había tenido los mejores promedios y me había graduado con honores y no era feliz. No me refiero a negar la abundancia que un trabajo nos puede ofrecer, porque todos merecemos vivir en abundancia en todas las áreas, pero haciendo lo que nos late en el corazón y para beneficio de muchos.

Vivimos en un mundo muy convulsionado, tal vez, demasiado. Y particularmente, en un país que está desde hace mucho tiempo dividido, últimamente con la famosa "grieta" pero que ya viene con un cambio en la realidad social que resulta negativo: mucha violencia, la creciente ola de inseguridad, violencia de género, el bullying, etcétera. ¿Cómo podemos mantenernos inmunes ante tantos hechos sin ser indiferentes? ¿De qué manera podemos contribuir a tener un mundo mejor?

No puede haber paz en el mundo si no hay paz en la mente de la gente. Lo que está dividido es el ser humano. Se está valorizando más el ego que el Ser. Por eso, hay que comenzar por uno. 

Descartar todo lo que nos aleja de nuestra paz y bienestar, porque no es tanto lo que pasa sino nuestra manera de afrontar eso que pasa. Se trata de elegir conscientemente qué cosas son importantes en la vida. Decidir en qué ponemos nuestra energía, ¿en el odio? ¿En el rencor? ¿En vivir cumpliendo funciones biológicas sin jamás preguntarnos para qué estamos vivos? 

Cuando uno tiene claro quién es y qué cosas son importantes en la vida, ya no se enfoca tanto en lo meramente mundano y cambiante. No se trata de negar la realidad sino de crear una realidad coherente con lo que es nuestra esencia. Paz, armonía y felicidad. 

Respecto a la famosa "grieta", ¿cómo podemos colaborar para achicarla? Ya que no es solamente un tema político...

 

Cuando uno viaja en avión, ¿dónde están los límites con los países? No los hay geográficamente. Surgieron de mentes que buscaban dividirse, limitarse con sus hermanos. Del mismo modo, ¿existe una división real con los demás o lo que nos divide son ideas que provienen de egos patéticos e infelices? 

No hay que darle poder a la idea de la grieta porque eso significa que creemos que existe una división real. No nos dejemos engañar. Somos todos hermanos. Aprendamos de Madre Teresa que en tantos discursos dijo que ella veía a Jesús en el interior de cada ser humano, incluído en el de Hitler. Y nos instaba a nosotros a ver lo mejor de cada ser humano y buscar siempre, mediante el dialogo, llegar a acuerdos en común para el bien de todos.

 
Todos los grandes maestros nos impulsan desde hace milenios a volver a la unidad y descartar todo lo que nos aleja del amor.

Nos repiten una y otra vez que nos enfoquemos en lo que nos une como seres humanos, en los valores, en hacer servicio, porque no hay divisiones que nos impongan desde afuera si lo que vemos es unidad y nos movemos en la vida con acciones que sean coherentes con una mente de unidad.

Esta semana lanzaste nuevos libros "El duelo" y "El perdón", si bien los nombres son muy puntuales, ¿de qué se tratan exactamente?

 

El libro sobre el duelo incluye también el tema de cómo superar los miedos, porque el gran miedo de la mente es a la muerte. Dejar de existir. 

El cuerpo tiene un tiempo biológico para moverse y para expresarse. Es el vehículo preciado del alma, que lo utiliza para experimentar personajes y situaciones en este trayecto, condicionado por leyes materiales, que hacen que después de un tiempo esa misma alma cambie de vehículo, así como nuestro cuerpo cambia la ropa.

Pero estamos tan identificados con esta cáscara, con este maquillaje fascinante, ¡que no queremos perderlo! Y a veces es hasta una ironía, porque ni siquiera lo cuidamos en vida: de todos modos, no queremos que muera. Descuidamos el balance biológico, lo deterioramos antes de tiempo y cuando intuimos que se acerca la partida, nos aferramos con uñas y dientes a los últimos jirones de cuerpo que nos queda.

No supimos vivir, y aun así no nos queremos morir. El ego se desespera, y el alma se regocija, porque sigue su camino de experimentación de lo irreal, rumbo a la esencia y la verdad.

Es tan simple pero a la vez tan complejo para la mente humana aceptar la idea de la partida que hicimos un resumen de los conceptos que los grandes maestros nos transmitieron a lo largo de la historia para saber afrontar esta situación tan provocadora para la mente humana.   

El libro sobre el perdón, se trata de dar herramientas que nos lleven a comprender lo que significa la acción de perdonar. 

Es tan terrible encarar la idea de que aquellos que "tanto nos dañaron", son maestros perfectos para resolver definitivamente materias recurrentes.

Nuestra personalidad, criada a la defensiva, le cuesta soltar. 
Además acumula hechos de muchos años, y ha formado una bola de nieve, una avalancha emocional que se recrea y potencia, recordándolos, juzgándolos, concediéndoles un poder inusual, que no merecen, ya que son parte justamente del pasado y por ende, totalmente irreales. 

Sólo tienen entidad en la medida en que son fortalecidos por la memoria minusválida de nuestra ignorancia, de la mente imaginativa, que los recrea, los reinventa, y les permite alimentarse y fortalecerse ante cada proyección que hagamos de ellos en nuestra pantalla mental, lo que de paso, en segundos, nos golpea en el plexo y genera una emoción que a su vez se retroalimenta con ese pensamiento, y el cóctel es explosivo y absolutamente dañino para nuestras células y para nuestra vida entera. 

En el libro se plantea el desafío de elegir: ¿Somos héroes o mendigos emocionales de por vida? 

¿Cómo podemos aplicar el perdón a la hora de comprender los hechos cotidianos y las cosas que nos resultan injustas?

Se trata de comprender que la gente actúa por ignorancia e incluso por enfermedad y que hay, para quienes somos creyentes, un accionar perfecto, muchas veces incomprensible para la mente humana,  de una energía divina que hace que evolucionemos y nos purifiquemos. Cuando uno ve que los hechos son producto de mentes tan enfermas, logra perdonar y soltar lo que interiormente nos afecta tanto. 


¿Qué es el duelo en sí mismo?

La muerte es sólo la transición de un estado de conciencia a otro. No lloramos por el que se fue, que está mil veces mejor, sino por cómo vamos a hacer para vivir "sin esa persona". Tenemos mucho apego a la forma física y hay que aceptar que somos seres divinos viviendo una experiencia humana. Y siempre seguimos unidos por el amor. Ya no desde lo físico sino de corazón a corazón.

Ya has escrito varios libros, ¿cuál es tu preferido? ¿Por qué?

 

"PORQUE CAMBIE MI VIDA" es uno de los libros más fuertes que escribí porque expuse con el alma abierta toda una vida, con sus oscuridades y bellezas también.

Con la vida agitada y estresante del día a día, no tengo tiempo de dedicarme a ser espiritual, ¿cómo hago?

 

No hay que "ser espiritual". Hay que ser feliz, elegir sentir paz en lugar de odio, rencor, ira, etc. Y ese estado de ser uno con el ser esencial en lugar del ego, nos hace actuar de manera espiritual, valorizando más al espíritu que al ego irreal que creemos ser.

¿Hay algún mantra que podamos repetir en el día a día, en esos momentos en que el tránsito nos complica con un embotellamiento, el subte o el tren se quedan detenidos, nos agarra un piquete o tenemos una discusión en casa, por ejemplo?

Una vez escuché a un maestro muy sabio decir que si el mundo se acabara y sólo pudiera dejar una sola enseñanza de todas las que durante milenios los maestros transmitieron, sería la técnica de la meditación en la respiración. Cerrar los ojos y enfocarse en el aire que ingresa y sale. Esa técnica calma el parloteo mental y al instante nos trae a lo único real que es el aquí y ahora y nos ancla en el Ser, que es paz y bienestar.

¿Qué mensaje podés darles a los lectores para atraer las cosas positivas de la vida?

Nunca duden de sí mismos. Confíen en que somos mucho más que lo que nos dijeron que éramos. Tenemos un potencial infinito y merecemos ser protagonistas de nuestra vida y no más actores de reparto de la vida de otros. Basta de ser mendigos emocionales. Tengamos una vida que se llame vida.