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Ciudad Cultural

* Por Jorge Llonch. Allá por el año 2006, siendo secretario de Cultura de la provincia de Santa Fe, relevando la situación de las escuelas de cine, música, danzas, teatro y artes visuales que dependen del área, escuchando a estudiantes, profesores y directores que reclamaban permanentemente por las condiciones en las que se dictan clases en estos lugares de formación profesional...

Allá por el año 2006, siendo secretario de Cultura de la provincia de Santa Fe, relevando la situación de las escuelas de cine, música, danzas, teatro y artes visuales que dependen del área, escuchando a estudiantes, profesores y directores que reclamaban permanentemente por las condiciones en las que se dictan clases en estos lugares de formación profesional, comprendí que los espacios destinados a la formación y capacitación de los hacedores de arte y cultura merecían ser repensados en función de la demanda y de las merecidas condiciones de trabajo y de formación.

Esto me llevó a convocar a los equipos de arquitectura de la por entonces Secretaría de Cultura, quienes conjuntamente con los cuerpos docentes, directivos y alumnado de las mencionas escuelas coincidieron en desarrollar un manual de usos y condiciones acorde a las necesidades curriculares de cada una de estas instituciones educativas.

A esto se llega pues la situación edilicia en la que estas carreras se dictaban era, y es, de una extrema precariedad: problemas eléctricos, de calefacción, techos en mal estado, pisos en las escuelas de danzas no adecuados para su uso, infraestructura insuficiente para las exigencias curriculares, y sumado a ésto, la erogación de altísimos alquileres por no contar con edificios propios.

A partir de este análisis también quedó en evidencia la carencia de una articulación integradora entre las distintas disciplinas que se dictan en estas escuelas pues se encuentran emplazadas en distintos puntos de la ciudad, impidiendo que puedan nutrirse unas con otras y de este modo converger en, por ejemplo, producciones colectivas.

El relevamiento no cayo en saco roto. Por el contrario, fue el motorizador del llamado a un concurso de ideas. El proyecto ganador, de dos jovenes arquitectos rosarinos –Celeste Bellantig e Ivan Ocas–, nunca entro siquiera en la fase de ejecución en este actual gobierno.

Por el contrario se iniciaron diversas tareas de remodelación que si bien se definen desde la administración como una "puesta en valor", no solucionan el déficit edilicio de las escuelas de arte, ni contempla aquel concurso que preveía una verdadera reconversión del espacio integral de la esquina de Mendoza y Sarmiento.

Sin perjuicio de sostener un lugar emblemático para la cultura de la ciudad como lo es la Sala Lavardén, hoy, y luego del pase al patrimonio provincial de las dependencias que ocupara el Batallón 121 en la zona sur de Rosario, se abre un nuevo espacio.

Pensar ese enclave de la zona sur como el corazón del proyecto "ciudad cultural" permitiría dar respuesta por un lado a esta demanda detectada allá por el 2006 por las escuelas provinciales de artes visuales, música, danzas, teatro y cine que albergan a 5.000 alumnos, y por el otro a los vecinos del barrio Saladillo quienes podrían contar con este lugar como centro de inclusión y de desarrollo económico y urbanístico.

Los viejos pabellones que ocupara el Batallón 121 podrían constituirse en lugares de formación profesional trasladando a ellos las sedes de las mencionadas escuelas que actualmente funcionan en edificios rentados por los que se pagan altos precios, pudiendo esos dineros ser utilizados en mejores servicios educativos en estas áreas culturales. También el proyecto de "ciudad cultural" prevé lugares para la práctica de deportes así como la realización de eventos recreativos que permitirían a los habitantes de toda la ciudad hacer de este lugar un centro de encuentros para la interacción ciudadana.

El extenso predio además podría albergar un jardín botánico, preservando y poniendo en relieve las especies del lugar, como ocurre actualmente en la zona noroeste de la ciudad con el Bosque de los Constituyentes.

El proyecto de ley de industrias culturales presentado por el diputado provincial Mario Lacava provee el marco necesario para el desarrollo pleno del proyecto "ciudad cultural", pues no se trata sólo de albergar las escuelas de artes, sino de contribuir a la articulación de sus actividades con otros sectores, promoviendo su expansión y generando empleo.

El Estado, a través de la ley, se convierte en el promotor y garante de la promoción de las industrias culturales que desarrollen su actividad o tengan impacto en el territorio de la provincia, en especial la preservación, el enriquecimiento y la difusión del patrimonio histórico y cultural provincial, brindando apoyo a las manifestaciones culturales que afirmen la identidad local, a la promoción de manifestaciones artísticas que contribuyan al fomento y difusión de la cultura popular local, el fortalecimiento de la presencia cultural provincial en los planos nacionales e internacionales, la elaboración de planes destinados a la distribución equitativa de los recursos públicos destinados a la cultura y la promoción de una gestión cultural de carácter participativo. En suma, este proyecto de ley es un paso muy importante, implica considerar a las industrias culturales como una cuestión de Estado pues, como sostiene el antropólogo argentino Néstor García Canclini en su artículo "Por qué legislar sobre industrias culturales", las mismas "son recursos igualmente estratégicos para el enriquecimiento de las naciones, la comunicación y participación de sus ciudadanos y consumidores".

El proyecto "ciudad cultural" contribuirá al desarrollo de un polo cultural-educativo y de las economías que de él surgen. Pero eso no es todo. Las actividades recreativas y deportivas también tienen su lugar en este proyecto cuyo fin es el de construir una sociedad más inclusiva, más equitativa, una sociedad más accesible para todos desde el Saladillo para toda la ciudad.