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Charlatanismo y cáncer

La muerte de Mariana Briski abre el debate y al que le quepa el sayo que se lo ponga.

La reciente y lamentable muerte de la actriz Mariana Briski, de inmediato trajo a mi memoria el caso de un famoso y joven cantante de tango que también falleció de cáncer y, previamente, había sido "operado" por un cirujano psíquico filipino. Por aquel entonces, recibí el llamado telefónico de un amigo -periodista y ex compañero del secundario- que quería consultarme sobre este tipo de curanderos. Estaba muy preocupado por su prima que padecía un problema oncológico y había abandonado el tratamiento médico convencional después de haber sido sometida a una de esas falsas cirugías. Luego, al enterarse a través de la amplia cobertura periodística que tuvo la muerte del cantante, su prima se deprimió totalmente porque hizo una asociación inmediata: "si él murió, yo también voy a morir".

¿Por qué traigo a colación este recuerdo? Muy simple, cuando se informó sobre la muerte de Mariana Briski, muchos medios acompañaron la noticia con un video de 2012 en que se ve a la actriz agradeciendo al Dr. Ernesto Crescenti y dando testimonio sobre el tratamiento cuyos "resultados están dando muy bien". Dicho video forma parte del canal en YouTube, "Agradecidos Crescenti", en que se agradece y promociona la actividad del "Instituto de Inmuno Oncología Dr. Ernesto C. V. Crescenti".

La bienvenida al canal la da Mónica Torres de Greco (actriz y esposa del conductor televisivo Leonardo Greco), también paciente agradecida de Crescenti quien recurrió a él por padecer esclerodermia sistémica (trastorno autoinmunitario que se caracteriza por la acumulación de colágeno en la piel y otros órganos). Y así desfilan varios agradecimientos por los beneficios del tratamiento que les brindó el bendito Dr. Crescenti.

 

Tanto despliegue y promoción también me recordaron a gente "curada milagrosamente" por pastores evangélicos y que suelen dar testimonio en canales de televisión. Pero claro, aquí no se están refiriendo a curanderos ni a pastores religiosos, se está hablando de un médico matriculado y egresado de la Universidad de Buenos Aires.

Además, y  según él mismo afirma: "Con respecto a la investigación hay un grupo que nos acompaña desde hace más de 20 años de la Facultad de Farmacia y Bioquímica e investigadores del CONICET, aparte tenemos un área de anatomía patológica con los cuales hemos descubierto los mecanismos de acción de este tratamiento que les podría decir que está siendo casi el tratamiento ideal para una patología tan compleja como el cáncer. No solamente tenemos éxito en enfermedades oncológicas, sino en muchas enfermedades que tienen tratamiento sintomatológico para la medicina ya registrada y que viene desde hace mucho tiempo. Por eso que yo creo que si ustedes navegan en nuestra página van a encontrar soluciones para muchos problemas que hasta ahora eran insolubles".

O sea, tiene el tratamiento ideal, éxito y, supuestamente, hasta lo acompañan investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Por lo tanto, más no se puede pedir, pero las preguntas que inmediatamente surgen son ¿por qué no se aplica este maravilloso tratamiento en hospitales públicos o privados? O "la formulación magistral desarrollada por el Dr. Ernesto Crescenti" ¿por qué no es reconocida en Argentina y el mundo entero como el gran descubrimiento? ¿Por qué el comité del Instituto Karolinska lo ignora desde hace tanto tiempo? Bien, veamos si algunas preguntas tienen respuestas o, al menos, podemos acercarnos a algunas deducciones.

¿Quién es Ernesto José Vicente Crescenti?

Su CV indica que obtuvo el título de médico en 1977 y luego se especializó en Ginecología, Obstetricia y Cirugía General. Sus regulares apariciones televisivas comenzaron en la década del ´90 cuando se lo veía pregonando en "Hola Susana" y con más frecuencia en el programa "Almorzando con Mirtha Legrand" las virtudes del método HANSI (Homeopático Activador Natural del Sistema Inmunológico).

Por aquel entonces integraba el equipo de Juan José Hirshmann, un simpático mago amateur y amante de las plantas que se jactaba de ser el gran descubridor de ese método para tratar con éxito diversas patologías (cáncer, SIDA, etc.). Avisos sumamente costosos y de página casi completa publicitaban este método, bajo el título "CANCER: ¿El principio del fin...?" y con la foto de Crescenti como Director del Centro Médico H.A.N.S.I., en los principales diarios de Buenos Aires.


La onerosa publicidad no hacía mención alguna a una causa judicial iniciada a mediados de 1990 contra el Centro de Investigaciones HANSI. En esa oportunidad se produjo un gran escándalo hasta que, finalmente, la intervención del Ministerio de Salud los autorizó a seguir vendiendo su maravilloso producto. Tal determinación se tomó porque los análisis efectuados por el Instituto Nacional de Farmacología demostraron que el "medicamento" que vendían era homeopático y no tenía droga alguna, macromoléculas o sustancias activas. O sea, con igual o menor poder curativo que el agua de la canilla. "Aquí estamos ante una terapéutica alternativa que, si bien no tiene ningún atisbo de verdad científica, sí podemos decir que es un medicamento inocuo, un placebo, que es así como se contempla a la homeopatía", declaraba Daniel Perlusky Cavanenghi, Subsecretario de Salud Pública [Clarín, 07-08-1990].

Aún así, en ese entonces la estrella del espectáculo que daba testimonio sobre los beneficios del HANSI  era el actor argentino Raúl Aubel. Lamentablemente, y al igual que Mariana Briski, pocos años después falleció de cáncer (09-02-1997).


El negocio del HANSI marchó sobre rieles y, por razones obvias, nadie quería quedarse con la menor tajada. Fue así que la dupla Hirshmann-Crescenti se fue a pique y, en medio del litigio, quedaron cientos de personas esperanzadas pagando doblemente las consecuencias.

Hirshmann se quedó con la marca HANSI pero Crescenti no vaciló y siguió adelante con su propio emprendimiento. En 1995, con nueva dirección y bajo el amparo de una Fundación con su nombre, sostenía en una gran solicitada la confirmación de las aptitudes de su tratamiento en 60.000 pacientes asistidos [Clarín, 08-10-1995] y dejando constancia de su agradecimiento al Presidente Carlos Menem.

 

Semejante obsecuencia no evitó que en 1999, tanto Crescenti como su ex compañero de ruta, Hirshmann, fueran denunciados por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires en virtud de haberse encontrado hongos y bacterias en los "medicamentos" recetados en sus respectivas instituciones [Página 12, 10-12-1999].

Mucha publicidad... y el pescado sin vender

Al menos sin vender a los científicos, oncólogos y organismos oficiales responsables de la salud. Pero sí a los familiares y pacientes desesperados que acuden al Instituto de Crescenti. Nuevamente la pregunta: ¿por qué será?

Dirimir la duda de una vez por todas sería lo más sensato. Si durante tantos años el Dr. Crescenti no se cansó de hablar de los beneficios de su tratamiento, hoy denominado "Tratamiento Inmunomodulador Dr. Crescenti", ¿por qué no someterlo a las pruebas que exige el estándar científico y por el que debe pasar toda nueva medicación?

Pues bien, al menos le dieron la oportunidad pero no pasó más allá de un intento y fallido. Según consta en la Disposición Nº 3114 del 18 de junio de 2010 emitida por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), "por Disposición 6375/08 ANMAT (fs 3/6) se autorizó a la firma WALNI S.A. como patrocinante y al doctor ERNESTO J. V. CRESCENTI como investigador principal para realizar un ESTUDIO CLÍNICO Fase I, en el centro Instituto de Inmuno-Oncología doctor ERNESTO J. V. CRESCENTI de la Ciudad de Buenos Aires."

 

Para que un medicamento sea aprobado debe sortear diferentes etapas de investigación. Superados los primeros estudios preclínicos en animales y cultivo de células, se pasa a los estudios clínicos con seres humanos. A partir de ahí, se establecen cuatro fases consecutivas de desarrollo clínico de un producto. En la Fase I se apunta a la seguridad y tolerancia del compuesto a examinar para poder predecir los efectos secundarios del mismo, pero no está diseñada para encontrar si un nuevo tratamiento funciona contra el cáncer. Si se pudo determinar que el tratamiento es razonablemente seguro, se ingresa a la Fase II para probar su eficacia. Luego, la Fase III comparará la seguridad y eficacia del nuevo tratamiento con respecto a los tratamientos disponibles y probados hasta el momento. Mientras que en los estudios clínicos de Fase IV se evalúan los efectos secundarios a largo plazo del medicamento ya aprobado.

Por lo tanto, el ESTUDIO CLÍNICO Fase I de Crescenti ("Efecto sobre parámetros clínicos y de laboratorio de la administración intravenosa de una solución compuesta por Lacheis Muta, selenio de sodio, cloruro de zinc y cloruro de magnesio sobre voluntarios sanos"), no fue más que un intento para demostrar en personas sanas que su compuesto (inyectable) era seguro y carente de toxicidad. Pero aún así, ni esa prueba preliminar pudo superar y encima fue sumariado y multado por irregularidades e incumplimientos de una larga serie de normativas vigentes en lo que respecta a las Buenas Prácticas de Investigación en Estudios de Farmacología Clínica.

Tanto Crescenti como la firma patrocinante fueron multados en $50.000 y $150.000 respectivamente. Incluso, después de haber atendido los respectivos descargos de los sancionados, las autoridades de la ANMAT ratificaron la medida [Disposición Nº 1002 del 15 de febrero de 2013].

 

Cualquiera podría pensar, ingenuamente, que después de esa resolución este buen señor se llamaría a silencio. Pero no, por el contrario, mantiene intacta y ampliada su campaña publicitaria de un tratamiento que nadie pudo demostrar científicamente que sea efectivo en seres humanos.

Ahora bien, sigue vigente el artículo 20 de la ley 17.132 sobre el "Régimen Legal del Ejercicio de la Medicina, Odontología y Actividades Auxiliares de las Mismas". ¿No será hora que alguna autoridad se tome el trabajo de recordárselo al excelentísimo Dr. Ernesto J. V. Crescenti?


La aparente inocuidad de algunos tratamientos sin pruebas científicas no es tal. Si alguien se cansó de destacarlo es el Dr. Ernesto Gil Deza, un destacado oncólogo argentino que nunca dudó en denunciar los riesgos que implican las mal llamadas "medicinas alternativas" y que él bien denomina "medicinas parasitarias". Por tal motivo y como última reflexión les dejo el siguiente fragmento de su participación en un programa que, precisamente, se abordó el tema del charlatanismo y cáncer.