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Charlas de Quincho

Las preocupaciones y crisis están a punto de entrar en un receso provocado por una avalancha de feriados.

Hasta que llegue ese momento, las reuniones se multiplicaron en Buenos Aires (despedida de un embajador), en Washington (bienvenida a otro) y en Santa Fe, donde un gobernador intenta hacer pie con su proyecto político vía una entidad financiera. También un grupo de intendentes K se reunieron en San Telmo para compartir sus cuitas económicas. Hubo dos asados más: uno organizado por una ONG en el que una legisladora hizo una inquietante confesión; otro en la Bombonera, donde dos funcionarios porteños celebraron su cumpleaños, pero debieron soportar que un colega les recordara una reciente dolorosa derrota. Veamos.

Agasajo al embajador argentino Jorge Argüello en la sede de Washington del Council of the Americas. Con su esposa Erika, Susan Segal (titular de la entidad), James V. Kimsey (CEO de America Online) y Diego Ruiz (Vice President de Pepsico), entre otros. El gobernador de Sta. Fe, Antonio Bonfatti, y Hermes Binner. El mandatario recibió a su par Daniel Scioli, aparentemente por tema comercial (la expansión del BaPro). Otros leyeron el encuentro como un gesto político para alejarse de Binner .

La física de la política les pone a las crisis, cuando la tensión se vuelve insoportable, sus amortiguadores. La agenda viene como un misil sin frenos con acumulación de conflictos (trenes, subtes, denuncias), pero el clima que empieza a imponer el receso de casi dos semanas hasta después de Semana Santa, que incluye el recuerdo de los 30 años de Malvinas, promete un apaciguamiento de los espíritus. La propia Cristina de Kirchner adelantó el viaje a Río Gallegos el jueves, regresa hoy y se vuelve a ir el miércoles al sur en donde tiene acto con mineras, vigilia del 2 de abril y la semana de receso pascual. Después de la sesión del miércoles en Diputados (subtes), los legisladores también parten de vacaciones por quince días sin temas urgentes para resolver, pero todos con carpetas cargadas de temas no resueltos que si no se atienden, pueden estallar mal. Uno que se llevó la Presidente al sur es desmadejar algunos entuertos con Estados Unidos de manera de que los reproches de los críticos en ese país de la posición argentina ante los acreedores (bonistas y litigantes ante tribunales internacionales) no terminen por perjudicar la relación con organismos bilaterales.

La preocupación que llega desde Washington es que ese voto en contra de los EE.UU. a proyectos argentinos en el Banco Mundial, que no ha frenado ningún crédito hasta ahora porque es una posición testimonial en votaciones en minoría, termine arruinando compromisos importantes. Los funcionarios de esos organismos, cuando ven que las iniciativas sobre la Argentina pueden llegar a tener el voto negativo de EE.UU., empiezan a retraerse para no sufrir ellos las consecuencias. Son burócratas que si ven que sus iniciativas van a ser criticadas en lo técnico por algo que no manejan, la política, pueden tender a bajarlos antes para protegerse. La presencia en Washington durante la semana que pasó del trío Paglieri (Beatriz), Edwin (Ana María), Nahón (Cecilia) para discutir con cónsules argentinos los términos de la pelea comercial se despachó con críticas al proteccionismo de ese país que impide la venta de productos argentinos, una manera de defender en el corazón del imperio las medidas que aplica Buenos Aires para defender la balanza comercial. Pero este problema puede agravarse si la Argentina, por esa reticencia de los burócratas de los organismos pierde créditos importantes, como el que el Banco Mundial tiene asignado por más de u$s 200 millones para las obras del Riachuelo, que peligra por la negativa argentina a que participen en las licitaciones empresas que litigan en el Ciadi contra el país.

De esto y de otros asuntos se habló en detalle en la cena que ofreció el Council of the Americas al embajador Jorge Argüello el miércoles en un comedor del hotel Saint Regis de la capital americana. La titular de ese sello, Susan Segal, es una de las defensoras más activas de la gestión kirchnerista en los Estados Unidos y no se priva, cada vez que viene al país, de largas charlas con Cristina de Kirchner en Olivos. Así, quiso presentar al embajador ante un seleccionado de empresarios que pertenecen al Council, mostrando una vidriera útil para balancear esos reproches que se hacen en despachos de esa ciudad. Había en el grupo observadores agudos de esos conflictos que son funcionarios de la administración Obama y que anotaron todo lo que decía el homenajeado, como Charles A. Ford, Michael C. Camúñez, y John M. Melle, de la Secretaría de Comercio de EE.UU., empresarios que buscan algún negocio en nuestras tierras como Susana Florian del grupo Parsons, Diego Ruiz de PepsiCo Inc., James V. Kimsey, fundador y chairman de America Online; Charles R. Johnston, senior vicepresidente de Citibank; David D. Nelson, de General Electric; Jack Bartling, de JP Morgan Chase & Co.; académicos como Diana V. Negroponte de la Brookings Institution; el diputado Maurice R. Hinchey, y embajadores como Roberto E. Matus (Chile); Carlos Gianelli (Uruguay) y hasta un lobbista de la era Clinton, Kellie Meiman Hock, de McLarty Associates.

Atentos escucharon los argumentos de Argüello sobre la composición de los productos que intenta introducir la Argentina en el mercado americano que, detalló, fueron en 2011 el 35% de manufacturas de origen industrial, un 32% de manufacturas de origen agrícola, el 23% de combustibles y energía y el 10% de productos primarios. Una manera de corregir el prejuicio de que la Argentina sólo exporta productos primarios, que son las principales víctimas de las barreras comerciales en ese país. Difícil la tarea de Argüello en los dos frentes, comercio y organismos, quizás la más dura que enfrente hoy un embajador argentino, porque otras crisis con otros países, como la de Repsol, se discuten más en Buenos Aires que en la embajada argentina en Madrid. Segal, que viene a ser una especie de Mendiguren americana, se movió en su discurso con la línea de siempre -en eso coincide con el jefe de la UIA cuando habla del Gobierno- que se sintetiza en este axioma: a los políticos hay que llevarles ideas porque les faltan, y lo principal es convencerlos de que esas ideas se les ocurrieron a ellos.

Lejos de esos quinchos de dorados techos como son los de Washington, en nuestras costas las discusiones en torno a las brasas no salieron del drama de todo administrador en tiempos de crisis: el cobro de pesos. Ocurrió el lunes en la parrilla que tiene en San Telmo el autodenominado Frente Nacional Peronista que anima el intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra, y que viene a ser una especie de brazo político de la Federación Argentina de Municipios, que es donde actúa Pereyra con enlaces tenues con la Casa de Gobierno -los atiende a ese nivel Oscar Parrilli-. El grupo tiene importancia porque es, junto a los movimientos mudos de Daniel Scioli que se contarán, lo más gravitante que ocurre dentro del peronismo de cualquier distrito. Este grupo no se referencia ni en Scioli ni en Mariotto, y aspira a ser el territorio en el cual se decida la sucesión del gobernador y poner las fichas decisivas en el debate sobre la sucesión presidencial. El empeño ya se mostró hace un mes en la universidad de La Matanza, adonde concurrieron los mismos comensales protagonistas del lunes, entre otros, los intendentes Martín Insaurralde (Lomas de Zamora); Jorge Ferraresi (Avellaneda); Darío Díaz Pérez (Lanús); Fernando Grey (Esteban Echeverría); Darío Giustozzi (Almirante Brown); Patricio Mussi (Berazategui); Luis Secco (Ensenada); Daniel Di Sabatino (San Vicente); Fernando Espinoza (La Matanza) y Alejandro Granados (Ezeiza).

Estos dos venían, achubascados por granizo de esa tarde, de la inauguración de un hotel que lleva el nombre de Ezeiza pero que está en Ciudad Evita, que es La Matanza. Ese acuerdo geográfico que terminará de confundir a los turistas que ya vienen algo confundidos y se van más confundidos, debió bautizarlo esa tarde Cristina de Kirchner, pero la tormenta corrió a los funcionarios. El grupo está blindado por un grupo de aliados de la Cámara de Diputados -también presentes en esa comida- como Julián Domínguez, Carlos Kunkel, José Díaz Bancalari, Diana Conti, Eric Calcagno, Graciela Giannettasio, Mario Oporto, Mabel Müller, Luis Cigogna y Jorge Landau.

Como en todas las reuniones en las que hay intendentes, los temas fueron aldeanos, porque este nivel de funcionario vive desvelado por los gastos y los ingresos, ahora perforados en la provincia de Buenos Aires por el desfinanciamiento de algún fondo que sufre por caída de recaudación y por la demora de la Nación en enviar dinero para mantener los planes de obras públicas. Los diputados, que querrían hablar de candidaturas y futuro debieron escuchar cómo los intendentes, como viajantes de comercio, comparaban cifras de cuánto pagan por tal servicio o qué cuenta se les adelgazó más de lo conveniente.

El chaparrón de ese día, con granizo, no amilanó a este grupo que mira hacia adelante contra cualquier inclemencia. La granizada sí afectó al acto que esa tarde había organizado el embajador en Chile Ginés González García en la universidad que dirige para homenajear al saliente embajador español socialista Rafael Estrella, que ha tenido más despedidas que Los Chalchaleros -se fue el sábado y hoy ocupa su oficina el reemplazante Román Oyarzún-. El acto fue a la misma hora cuando cayeron las piedras más grandes y mientras se servían los saladitos. Estrella se aprestaba a dar el discurso de agradecimiento del grado de doctor Honoris Causa pero el ruido era atronador y nadie escuchaba nada. No quedó ahí: algunas piedras quebraron las ventanas del local y empezó a entrar granizo y agua. A Estrella le debe haber parecido una maldición por los enfrentamientos de su país con la Argentina por Repsol. Pero lo más triste es que el ruido impidió que los asistentes, entre ellos el viceministro de Salud, Eduardo Bustos Villar, escuchasen los detalles del discurso de Estrella que hizo una deliciosa comparación entre los oficios del diplomático y los del médico. La universidad de Ginés es Insalud, dedicada al sanitarismo y el invitado -que es geógrafo de profesión- quiso estar a la altura del lugar. Nunca olvidará esta despedida.

Con más gestos que palabras, especialidad del personaje, Daniel Scioli aportó el otro hecho más fuerte de la semana: su desembarco el miércoles en Santa Fe para ofrecer en esa provincia los productos del Banco Provincia de Buenos Aires. Acompañado por la cúpula del banco que maneja Gustavo Marangoni se entrevistó con Antonio Bonfatti con quien no habló de política ni de futuro, sólo de gestión y del aporte que puede hacer esa entidad financiera estatal en otros distritos. Como banco sólo actúa en la Capital y en Buenos Aires, pero las empresas del grupo ofrecen seguros y otros productos que el gobernador local recibió con entusiasmo. Este acto, aunque lo limitan los protagonistas, está cargado de significado político, porque es la primera salida de Scioli al territorio nacional en donde tiene que encontrar amigos para construir su futuro, que por ahora es una candidatura presidencial. Iban a estar en esos actos - entrevista con el gobernador y jornada de trabajo en un hotel- representantes del peronismo de esa provincia gobernada por el peronismo, como Agustín Rossi, pero ese día había sesión larga en Diputados y se perdieron este gesto sciolista. Nadie reconocerá que es una señal poderosa, la primera, de un armado político nacional de este sector, montado en algo incuestionable como es lo institucional del banco.

Esto no quedará allí. Esta semana reaparece Scioli en Mendoza, junto al ascendente «Paco» Pérez para presentar al banco y el aporte que puede hacer en esa provincia. No tiene fecha otra visita que está prevista a Córdoba en donde José Manuel de la Sota escuchará lo mismo. Un banco necesita negocios importantes, por eso Scioli eligió los tres distritos que más votantes tienen -en la Capital el Bapro ya funciona-. Entendible que el gobernador elija una acción que nadie le va a reprochar para mostrarse con colegas de provincias grandes y en donde hay un peronismo importante. Después de todo Mauricio Macri intenta algo parecido cuando sale al país a ofrecer lo valioso que tiene, como las funciones del Colón, cuya señal de transmisión en directo y por HD ofrece a provincias y municipios también como un gesto mudo en lo institucional pero sonoro -si se permite el circunloquio- en lo político.

Estas actividades del socialismo que gobierna en Santa Fe no dejan de tener también sus inquinas internas. Dentro del binnerismo parecen surgir críticas entre quienes acompañan a Hermes Binner en la posición de criticar al Gobierno nacional con los argumentos hacia el gobernador Bonfatti. Lo consideran demasiado condescendiente con el Gobierno nacional y que se muestra demasiado con funcionarios de Cristina de Kirchner. Esto ha levantado reproches en el ala radical del Gobierno santafesino, que entiende que la estrategia de la crítica para convertirse en referente de la oposición por parte de Hermes, está saturando y la gente lo advierte. A Bonfatti se lo ve como un gobernador con intenciones de llevar adelante sus proyectos pero limitado por un gabinete heredado de Binner, que no tracciona al ritmo que quisiera el gobernador. Tampoco es atinado que un Gobierno provincial termine divorciado del nacional. Todo esto señala la inminencia de cambios en el gabinete de Bonfatti como resultado de estas divisiones que pueden afectar en los próximos días a la llamada ala política.

El Congreso dio alimento en otro quincho con bastante miga para quienes miran la política desde la teoría. No es habitual que las fieras del oficio paren por un instante la pelota y traten de mirar con paciencia, y con ciencia, lo que hacen. La oportunidad la dio la ONG Cippec, ligada al macrismo aunque lo niegue, que llamó a un coloquio de evaluación de la última reforma electoral. El debate entre funcionarios (Alejandro Tullio, director electoral), jueces (Santiago Corcuera, presidente de la Cámara Nacional Electoral) y legisladores (Jorge Landau, Federico Pinedo, Margarita Stolbizer, Omar Perotti o el socialista Juan Carlos Zabalza) ofreció un panorama completo de los efectos de la última reforma, algo imprescindible en un país en el que para cada elección se hace un reglamento distinto. Landau, apoderadísimo del PJ, celebró los méritos de la nueva norma, entendible ya que su partido ganó las elecciones, pero advirtió que el problema político no está en las reglas sino en que no hay partidos fuertes.

El socialista Zabalza aportó un dato que no se conocía: el Gobierno de Hermes Binner había contratado a la ONG que organizaba el acto para que le armasen el proyecto de la boleta única. Perotti se cruzó con él en una discusión sobre los efectos de esa norma, que también defendió Pinedo para imponer en el resto del país. Contó de paso Perotti cómo habían desbaratado durante la campaña todo el armado del Gobierno provincial y les habían ganado en distritos pese a esa boleta única. Advirtió a todos que ese sistema favorece al candidato más conocido y que eso había beneficiado a un adversario común de socialistas y peronistas, el macrista Miguel del Sel, que sólo había prosperado por ser conocido como cómico. Stolbizer hizo otra confesión: se había pasado toda la campaña criticando la reforma electoral para que no se aplicase. Eso, admitió, le había impedido estudiar y sacar provecho de la nueva norma, lo cual (reconoció) había sido un error que perjudicó a esa fuerza. Esto despertó sonrisas en Landau, quien prometió a varios asistentes que se lo pidieron enviarles una copia de la nota que publicó en este diario después de las elecciones en la que había señalado que el peor error de la oposición fue no estudiar la ley electoral y que eso fue una de las claves de la victoria del kirchnerismo.

La pasión partidaria dio para que avanzase algo la agenda social. Lo más notable, y casi hermético, fue el casamiento del exsecretario de Medios Enrique Albistur, a quien llaman "Pepe" como si fuera otro José. A mediados de semana formalizó el matrimonio con Victoria Tolosa Paz y arrastró el sábado a la noche a un malón amigos y familiares a una megafiesta en su casa de City Bell, en las cercanías de La Plata. Casi no hubo políticos ya que Albistur es un hombre del peronismo pero no tiene cargos, algo que es un oxímoron cuando ese partido está en el Gobierno. Apenas el embajador Ginés González García, que ese sábado venía de sufrir la derrota de su equipo, Racing, 0-3 contra Unión de Santa Fe. Lo consolaron con felicitaciones por lo bien que había andado el viaje presidencial a Chile y lo entretuvieron con actuaciones del amplio padrón de artistas que Albistur ha producido como empresario. Albistur es uno de los publicistas permanentes del peronismo y actuó con todos los gobiernos de ese signo, tuviera o no cargo. Su querencia, sin embargo, ha sido siempre el cafierismo, lo que explica la presencia de Ginés, que es un legendario de esa misma tribu.

En un escenario futbolístico, pero ganador, el grupo de amigos macristas del secretario de Gobierno porteño, Marcos Peña, y del ministro local de Modernización, Andrés Ibarra, eligió la propia sede de Boca Juniors para festejar sus cumpleaños. Escogieron una fecha que permitiese achicar la minuta, el jueves, que es cuando Cristian Ritondo lleva a almorzar al bloque macrista de la Legislatura. Eso limitó las asistencias al gabinete de Macri completo, salvo Diego Santilli, quien se excusó en que era demasiado para su estirpe riverplatense pisar territorio enemigo. Se perdieron las pullas entre boquenses y gente de otros equipos, como Néstor Grindetti, que abusó de su condición de ministro de Finanzas para emular, sin balón, al "Tecla" Farías cuando le hizo 3 goles al local en el partido que ganó Independiente 5 a 4. Fue cuando terminó el asado al que halagaron con su presencia los miembros de la cúpula del club, Daniel Angelici (radical macrista), Oscar Moscariello (demoprogresita macrista) y César Martucci (radical en tránsito, como todos) y los invitados subieron a pisar la cancha. Emocionó eso a las damas presentes, "Maru" Vidal y "Caro" Stanley, e hizo brotar a Grindetti, que fue al acto del "Tecla" y se abrazó a la red casi en lágrimas. Efectos de la pasión por el balompié, pero también del asado y sus acompañamientos más etéreos.

Vamos a terminar con un chiste de uno de los oficios más cuestionados por estos días, en especial por los hinchas de San Lorenzo. Un jugador comete una falta fuerte, y el referí se le acerca con la libreta en la mano, a punto de sacar la tarjeta amarilla para amonestarlo. Y se produce el siguiente diálogo:

-¡¿Pero por qué me amonestás, si fui a la pelota?!

-¿Estás loco? ¡Mirá la patada que le pegaste!

-¡No me amonestés que tengo cuatro y el domingo no juego!

-Lo hubieras pensado antes de pegarle ese patadón... Y si me seguís protestando, te rajo...

Ante lo irreductible de la postura del referí, el futbolista, amenazante, se le acerca y le grita a pocos centímetros de su rostro:

-Sabés dónde podés meterte esa tarjeta amarilla, ¿no?

Y el referí, impávido, le responde:

-Llegaste tarde: ahí ya tengo metidas tres tarjetas rojas...