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Charlas de Quincho

Pese al feriado, los políticos cercanos al Gobierno debieron trasnochar y quedarse en Buenos Aires buscando soluciones a un problema que surgió en Nueva York y que no muchos previeron...

Nota extraída del diario Ámbito financiero

... No fue la única preocupación: saben que en otro alto tribunal, en este caso doméstico, se librará otra batalla considerada clave por la gente que rodea a la Presidente. Ella, por su parte, eligió un viaje a Mar del Plata, cinéfilo y de homenaje a figuras del arte nacional. Un gobernador, después de eso, inauguró una estatua de un cantante en su ya mítica quinta. Los radicales, en tanto, estuvieron de fiesta. Veamos.

El senador socialista Rubén Giustiniani y el presidente del bloque radical en Diputados, Ricardo Gil Lavedra, en un simposio sobre energía organizado por la UCR. Se criticaron más los métodos de la estatización de YPF que el fondo.; Daniel Sioli inauguró en su quinta La Ñata una estatua del cantante «Cacho» Castaña. A diferencia de la mayoría de estos homenajes, «el Matador» (reputado hincha de San Lorenzo) estuvo presente para el homenaje.

Difícil imaginar un fin de semana largo -una invitación a la molicie en un final de año que fue agitado- de mayor tensión para los políticos. Los tres días que llamaban a la distracción debieron los funcionarios pasarlos encerrados aportando recetas y atajos para las tres batallas finales que el Gobierno librará la semana que comienza. La más gruesa, la que se peleará en el juzgado de Manhattan de Thomas Griesa, donde se juega más que la circunstancia; de ese desenlace dependen no sólo negocios, sino el rumbo de la economía en su conjunto. Por eso volaron los e-mails entre Nueva York y Buenos Aires con copia a los secretarios de Cristina de Kirchner que le pasan la información caliente de cualquier asunto sobre el que quiera tener la última palabra, y éste lo es por encima de cualquier otro.

Incluso el otro frente, que tiene sede en el 4º piso de los Tribunales, donde despacha sus asuntos la Corte Suprema de Justicia y donde está el «per saltum» de facto que presentó el monopolio Clarín el jueves y que le pone corchetes al 7D. Ricardo Lorenzetti partió ese día de viaje, pero tiene reunión de acuerdos mañana, como todos los martes, y puede salir de allí alguna señal. Si no es formal, porque debería circular un poco ese recurso para que opinen los otros integrantes de la Corte, todos esperan por lo menos un gesto informal, de esos que se filtran después de las reuniones de los martes hacia la prensa en observaciones que se registran off the record y que salen después en los diarios de los miércoles. Cualquier ademán que haga el presidente de la Corte indicará un rumbo -admitir el recurso, rechazarlo o «pisarlo», es decir, mantenerlo congelado a la espera de que los otros actores hagan algún movimiento.

Siempre en política los gestos tienen sentido según el contexto que le ponen los demás y es recién ahí cuando adquieren significado. Por eso todos los actores de esta trama actúan bajo la lupa de sus contradictores, que leen los labios y se mantienen apostados no sólo detrás de los árboles de la plaza de Tribunales o frente a la Cámara Civil y Comercial, sino también en los vanos de las puertas y en los recodos de los sombríos pasillos del palacio de Justicia. Esos mirones, por ejemplo, filtran escenas que podrían animar una comedia, como el encuentro que algunos relatan de un enviado del Gobierno que ingresaba al despacho de Lorenzetti cuando al mismo tiempo salían por el mismo hall cinco prolijos jóvenes que venían de entrevistarse con el «justice» mayor. Según la inteligencia informal que se practica en esos santuarios solemnes, los jóvenes tenían aspecto de venir de hablar de algo importante y reciente, y si eran abogados no eran del Gobierno. ¿Serían del monopolio? Los dictámenes del fin de semana lo eran, aunque sería aventurado confirmarlo. A esa hora, decía Lorenzetti, sabía ya que había un recurso del monopolio que movió todo el follaje, pero decía que todavía no lo había leído.

Frente a tanta tensión, que la Presidente se tomase un recreo era comprensible. Se subió a un avión con los representantes más conspicuos de la farándula y se fue a Mar del Plata, donde la esperaban para inaugurar un capítulo del festival de cine dedicado, claro, a la ley de medios. En ese acto había un malón de gobernadores peronistas, padrón que tiene la instrucción de manifestarse en grupo en cada acto presidencial. Esta vez la justificación era entregarles a algunas provincias unos camiones con ingenios para la proyección de películas, que recibieron, entre otros, Daniel Scioli, José Luis Gioja, José Alperovich, Fabiana Ríos, Sergio Urribarri, Maurice Closs, Gildo Insfrán, Eduardo Fellner, Gerardo Zamora y Lucía Corpacci. En ese acto Cristina recordó a Néstor -materia del cine en los estrenos del fin de semana- con términos que ella no le permitiría a nadie. «Sería tuerto, pero miraba mucho mejor que otros que tienen los dos ojos, lentes de contacto y demás cosas. Miraba mucho mejor, miraba, veía y lo que no miraba lo veía o lo intuía, con esa inteligencia emocional que Dios le dio».

Se dijo, además, cinéfila, y reivindicó a artistas perseguidos y censurados, en frases que se destacaron por dos nombres. Uno, el radical Luis Brandoni; la otra, Isabel Sarli, a quien mencionó varias veces. Es rara la afición que tienen los Gobiernos peronistas por la diva de «El trueno entre las hojas». Carlos Menem la albergó en Olivos cuando la operaron de un tumor y le acercó el servicio de su dentista personal para un tratamiento bucal que fue origen de una disputa -con un final que se hunde en las tinieblas del pasado- sobre quién debía pagar la minuta. La administración kirchnerista la ha llevado a varios actos en Casa de Gobierno y la ha promovido como musa de los portuarios, merced al empeño que Guillermo Moreno le puso para que la declarasen madrina del astillero de Tandanor. Eterna la Coca, que sufrió la censura también en Gobiernos peronistas como el de 1973-76.

De ese recreo, de vuelta a ver los mails; esa presencia marplatense no dio, sin embargo, para que los asistentes se sumasen al festival, como ocurrió otros años, con la animación del anfitrión Scioli, que se dio por satisfecho con el lunch que sirvió Aldrey Iglesias en el Provincial para la Presidente y los gobernadores. Scioli tenía un acto que era deuda en La Ñata y que se registró ayer, la inauguración de una estatua en polímero del cantante Cacho Castaña que quedó ubicada en una de las tribunas como otras tantas -luce una de Juan Perón- de la cancha en donde jugó su equipo con el conjunto de Almafuerte. Estos adversarios que desfilan por ahí van perdiendo el miedo y ya no salen, como ocurría antes, todos derrotados. Ayer fue un empate 9 a 9 en final de palo y palo. Tranquilizó los ánimos el ingreso de Castaña, quien se sacó fotos con el sosías en polímero, el dueño de casa y los equipos. Tomó el micrófono y agradeció entonando los ritmos de «El matador».

Se fueron todos a comerse el asado de La Ñata, que en realidad comienza a servirse desde la mañana, cuando arranca el fútbol en la especie modesta del choripán y se coronó con los cortes que acerca Alberto Samid, festejado por los asistentes, los jugadores, un grupo de amigas de Karina Rabolini que acompañó a la primera dama provincial y un observador discreto que mira todo porque está escribiendo una biografía del gobernador. Pero de eso no se habla.

Por más que el oficialismo se mostró todo el fin de semana en estas algaradas, no se quedaron atrás los radicales. Un grupo pequeño, casi íntimo, acompañó a Enrique Nosiglia en la fiesta de casamiento de su hijo Hipólito -no hace política, como su hermano- con la joven correntina Paula Vara. Fue en el resort que tiene el Hotel Elevage en la localidad de General Rodríguez, donde se agolparon el sábado por la noche varios centenares de familiares -muchos venidos de Corrientes, donde había sido la ceremonia formal hace un par de semanas- para devorar tres vaquillonas con cuero regadas con tinto de Clos De los Siete, un caldo que sigue resistiendo competencias a lo largo de los años, aun cuando se había lanzado como un vino de producción limitada que bautizó el célebre cortador Michel Roland a la cabeza de un grupo de inversores venidos de Francia.

Pocos políticos y representación mínima de empresarios; apenas el círculo íntimo de Jesús Rodríguez, Luis Cetrá, Marcelo Stubrin, Facundo Suárez Lastra -competidor de Roland con vinos que llevan su apellido en la marca y que recogen vides de su propiedad en el Valle de Uco cultivadas durante tres generaciones. «Gino» Ciminari, «Michingo» O'Rei-lly, Chrystian Colombo y algún entornista más. Pese a la ausencia de políticos, hubo brindis por la política y por algún futuro para la fuerza que sostienen estos amigos de «Coti». A Stubrin lo saludaron por su exaltación a la suma del poder público. Mañana martes debuta como integrante del AFSCA -ente de control de los medios- después de la designación que se conoció el jueves con la firma de Cristina de Kirchner. Representa a la oposición y el viernes ya llamó para ir a su oficina. Le dijeron que todos se habían ido con Cristina a Mar del Plata. Vuelva usted el martes.

Lo atosigaron de consejos en ese nuevo cargo, primero que nada revisar todo lo que Martín Sabbatella haya firmado antes de su asunción y que podría ser materia del cuerpo multipartidario que integra. El otro motivo de esas chanzas sobre suma del poder es que su cuñada «Lilita» Stubrin había sido elegida el día anterior como presidenta de la convención nacional del partido. Se rieron porque los radicales que fueron a esa convención se trenzaron a las piñas, algo raro entre gente de la UCR y más raro porque disputaron por quién será candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires en 2015. Toda una demostración de confianza en que el partido va a jugar con hombres propios en las grandes ligas.

Que se trompeasen delegados de Leopoldo Moreau y de Gustavo Posse -dirigentes mansos habitualmente- también fue registrado como una novedad. Suárez Lastra fue motivo de brindis cuando explicó en su mesa su proyecto de encabezar la lista de diputados nacionales de su partido por la Capital Federal. Será en la tira en la que ya está anotado Rafael Pascual para una senaduría, una prueba de que estos hombres que fueron fuertes en los años 80 salen del gabinete para pelear donde el barro se subleva.

Con los Stubrin tan arriba y Mario Barletta de presidente del Comité Nacional el partido es ya casi una formación santafesina. Por eso abundaron los comentarios y la formulación de enigmas de ese origen. Los de más peso fueron por la suerte en la Justicia de Santa Fe de la causa sobre el manejo de fondos judiciales en la ciudad de Rosario. El caso ya ha costado el apartamiento de un juez y un secretario, aunque la investigación puede complicar más a abogados, escribanos y algún martillero que están afuera, por ahora, de la mirada del periodismo porque pueden comprometer a directivos de importantes instituciones de esa ciudad.

No fue el único festejo radical, porque el instituto Mosconi, alma mater de la UCR para los temas energéticos, juntó a importantes dirigentes en el cóctel anual que se hizo el jueves en el hotel Continental de la Capital Federal. El más notable fue Ernesto Sanz, a quien algunos de los presentes, como Jesús Rodríguez, hace circular ya como precandidato presidencial para 2015, poniendo otro nombre para una pelea que, por la oposición, sólo tenía dos anotados, Mauricio Macri y Hermes Binner. Entre quienes escucharon este predicamento estaba el senador socialista Rubén Giustiniani, siempre en tensión interna con Binner, además de Ricardo Gil Lavedra, Pablo Tunessi, Miguel Bazze, el senador por Santa Cruz Alfredo Martínez, Lucio Lapeña -hijo de Jorge y presidente de la Juventud Radical-, Diego Grau -exministro mendocino de Obras Públicas en la gobernación de Roberto Iglesias- y, en su última aparición antes de dejar la presidencia de la convención, el exsenador Hipólito Solari Yrigoyen.

El presidente del Mosconi, Jorge Lapeña, fue irónico en su discurso al criticar la política oficial en materia de energía y el lanzamiento del plan de YPF que hizo Miguel Galuccio. El personaje no está en el blanco de estos radicales, sino el procedimiento que se hizo con la estatización de las acciones de Repsol. Los contratos hay que cumplirlos -argumentó Lapeña- porque después pasa lo que anunciamos, que faltan inversores. La UCR, se sabe, proponía una estatización total de YPF y por ahora critica más los procedimientos que el fondo de la gestión que, dijo Lapeña, debería ser tema de un plan integral y con compromiso de otras fuerzas.

Terminamos esta primera edición de los Quinchos con una viñeta del más fino arte rioplatense, porque el viernes en los cafés y taxis de Montevideo se hablaba del perfume del presidente Mujica, así no más, como si hubiera lanzado un producto o estrenara un nuevo aroma. Los diarios del Uruguay relataban el siguiente episodio: en un video del artista Martín Sastre que trata sobre la seducción y el poder que ejercen el dinero y el perfume, Mujica aparece cosechando flores, con un inmenso y colorido ramo entre sus brazos. La noche anterior, los uruguayos habían visto el video en cuestión durante el vernissage de la Bienal de Montevideo. La megamuestra aspira a convocar a los amantes del arte que van rumbo a las playas, y abrió sus puertas con obras de artistas de todo el mundo en un período estratégico, justo en las vísperas del verano. La bienal está ubicada en el corazón de la Ciudad Vieja, en la sólida sede del Banco República, y se extiende por algunos edificios aledaños, como la iglesia San Francisco de Asís.

Los uruguayos estrenaron su bienal con el estilo propio, discreto, que los caracteriza, pero la seguidilla de fiestas, brindis, cócteles y comidas que la celebraban resultó imparable. Ya se sabe que casi todas las bienales del mundo se apagan cuando se agota el champán, pero Montevideo planea mantener el interés, tentar al turismo con un paseo cultural. Para asegurarse el triunfo, contrataron al experimentado curador alemán Alfons Hug, curtido ya en las bienales de San Pablo, Porto Alegre, Ushuaia y Venecia. El secreto del éxito es simple pero oneroso: la calidad de la exhibición debe ser óptima. Y nada hubiera podido hacerse sin las eficientes gestiones de la princesa Laetitia d'Arenberg, Graciela Rompari (viuda del expresidente Pacheco, dedicada a la solidaridad social), el empresario argentino radicado en Uruguay Jorge Srur (Compañía de Oriente), Ricardo Murara y los directivos del Banco República. Ellos se las ingeniaron para reunir casi un millón de dólares, y motivos para brindar no faltaban.

Bajo la inmensa cúpula del banco, frente a las imponentes obras de arte, el argentino Facundo Almeida, director del Museo de Arte Precolombino e Indígena de Montevideo (institución que tiene en préstamo por 20 años algunos tesoros del coleccionista también argentino Matteo Goretti), contaba que hasta hace dos meses pagaba en ese banco sus propias cuentas, y agregó que proyectan instalar un centro cultural. Allí estaban las galeristas Silvia Arroces y Orly Benzacar y los teóricos Renato Rita, Paz Guevara, Patricia Betancourt y Manuel Neves. En la Casona Maua, una antigua residencia remodelada como restorán, con un patio central con techo de cristal corredizo y vista a la Cruz del Sur, se habló de la calma uruguaya, casi un bálsamo para la irritación nerviosa de los argentinos, y así lo aseguró José Miguel Onaindia, radicado en Montevideo desde hace unos meses.

Para disfrutar de una comida casi casera, zucchini rebozados, tartas variadas, croquetas de espinaca, torta de manzanas con helado de crema y los infaltables vinos Garzón, estaban los artistas argentinos Marina de Caro, Eduardo Basualdo, Graciela Sacco y Alberto Lastreto, quien si bien nació en Buenos Aires se considera uruguayo. En suma, todos coincidieron en el origen común. «Somos rioplatenses», aseguraron. Montevideo tiene boliches abiertos hasta la madrugada para los farristas, además de una estupenda galería internacional, Xippas, con sedes en París, Ginebra, Atenas y Punta del Este, y con artistas también internacionales. Reno Xippas invitó a un brunch para mostrar las obras del suizo-argentino Sigismod de Vajay y los dibujos de Ricardo Lanzarini, una curiosidad, porque son tan pequeños que hay que mirarlos con lupa. Tan internacional resultó la bienal que había un artista de Ghana, pero no conocía el destino de la fragata Libertad.

Vamos a terminar con un chiste de la línea fuerte, de la que nos piden nuestros lectores, y con un personaje que ha probado ser inagotable. Un día Jaimito vuelve de la escuela, y ve que en el patio de su casa hay un gato -seguramente vagabundo- que yacía sobre su espalda y con las piernas tiesas elevadas hacia el cielo, en ple-no «rigor mortis». Cuando llega su padre del trabajo, le muestra el gato y le pregunta:

-Papá, papá, ¿por qué el gato está tirado en el piso y con las piernas apuntando al cielo? ¿Por qué tiene las piernas apuntando al cielo, eh, eh?

El padre reflexiona un momento y responde:

-Jaimito, es para que Dios pueda estirarse por entre las nubes y alcanzarlo para elevarlo al Cielo, mi vida...

El chico se conforma con la explicación. Un par de días más tarde, el padre regresa del trabajo y Jaimito viene corriendo a su encuentro, gritando:

-¡Papá, papá, papá: mamita hoy casi se muere!

El padre, demudado, lo mira y le pregunta:

-¿¡Pero qué pasó, Jaimito!?

-Resulta que llegué de la escuela más temprano, entré al dormitorio de ustedes y mamá estaba tirada sobre la cama, con las piernas abiertas apuntando al cielo y gritando: «¡Me voy, me voy, Dios mío, me voy»! Decí que arriba de ella estaba el verdulero, porque si no la perdíamos...