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Charlas de Quincho

La convalecencia de la Presidente y la indecisión sobre cuál será la fecha más propicia para su reaparición generan un enero muy particular que le da un acento especial al momento político.

En los Quinchos de hoy le contamos al lector cuáles son los tres temas dominantes en Olivos: el primero jubiloso, el segundo inquietante, el tercero una intriga policial (una extraña llamada telefónica vinculada al asesinato del rionegrino Soria). En ese clima, los varios cumpleaños de la semana, y en la costa, tuvieron asimismo un cierto aire de recogimiento, como los de Aníbal Fernández, Julio Alak y Daniel Scioli, quien lo terminó concurriendo a un megarrecital. No fue el caso del otro lado del río, en el fastuoso e histórico sarao de Cristiano Rattazzi. Veamos.

Nada de lo que ocurre en estas horas en Olivos sigue alguna rutina; la recuperación de Cristina de Kirchner y la noticia de que ni en el momento más crítico de su salud -la intervención- dejó de atender los asuntos principales de la gestión le dan aire de excepción a todo lo que ahí pasa. Algunos visitantes a la residencia presidencial presumieron que podría viajar a El Calafate, o reaparecer en actos -quizá mañana, todo sujeto a lo que digan los médicos- o ir poniendo fechas de viajes en su agenda. Esto es lo que el viernes dio más crédito a una reaparición pronta; fue cuando los funcionarios de las cancillerías de Chile y de la Argentina acordaron que el postergado viaje de la Presidente a ese país podría hacerse los días 14 y 15 de febrero próximo. Habían decidido eso atendiendo señales de Olivos sobre esa conveniencia, pero por la noche les respondieron que los médicos desaconsejaban esas fechas. Igual los entuertos diplomáticos la obligaron a sumar más atención sobre la agenda, que se centró en las últimas horas en tres temas: pedir explicaciones sobre los efectos de las compras de dólares del Banco Central, las medidas que se conocieron el viernes para filtrar las importaciones y, tercero, algo de lo que los funcionarios hablan poco: la tarea del secretario de Hacienda, Juan Carlos Pesoa, para recortar gastos en todas las áreas de la administración. Esta función es odiosa para cualquier Gobierno, pero las necesidades del año fuerzan a ese recorte, en especial en las zonas blandas del Presupuesto, por ejemplo, las bonificaciones que reciben los empleados públicos. Esto fue tema de uno de los decretos de necesidad y urgencia que la comisión especial del Congreso avalará en su reunión de hoy y que ha dado pie a quejas de los gremios estatales, incluso de la rama más afín al Gobierno, que es la UPCN de Andrés Rodríguez. Para no irritar al Gobierno, los dirigentes de esa formación se escudan detrás de la queja de Hugo Moyano y de sus primos de ATE, encuadrada en la CTA, que juega de aliada del Gobierno (rama Yasky).

Concentrada en estos tres temas, Cristina suspendió por ahora la atención sobre asuntos menores que en otros momentos hubieran motivado telefonazos o citaciones a ministros, que extrañan la atención presidencial sobre trámites que justifican el día a día en sus cargos. Sólo la Cancillería y algún drama provincial la distrajeron el sábado de la convalecencia. Primero, la publicación en The Times de Londres de una columna escrita por Héctor Timerman, pedida por ese medio que funciona como vocero de los sectores conservadores de Gran Bretaña que hoy son Gobierno, exponiendo la posición argentina de reclamo de la soberanía en las islas Malvinas. Una rareza casi insólita que el Gobierno festejó porque cree que hace avanzar a la posición argentina varias casillas. Pero igual importancia tiene el hecho de que ese diario no sólo pidiera la columna al canciller, sino que le pusiera un título elegido por The Times en el cual se califica a la situación en Malvinas de una «reliquia imperial». Más festejo causó que en ese medio se haya publicado, junto a la columna de Timerman, otra en la que un periodista, Simon Winchester -todo un apellido para este tipo de temas-, le reclama a su Gobierno que le devuelva las islas a la Argentina siguiendo el mismo formato como le cedió Hong Kong a China. Winchester es un baqueano en el tema, cubrió la guerra de 1982 y pasó a territorio argentino junto a otros dos periodistas. Los tres fueron detenidos acusados de espionaje y padecieron tres meses en un calabozo de Tierra del Fuego. En esa columna considera que la polémica por Malvinas crece de manera «ominosa» y rescata el éxito de la cesión de Hong Kong. También cita el caso de la disputa de soberanía sobre las islas Aland entre Finlandia y Suecia, que se superó mediante negociaciones pacíficas, y los habitantes de esas islas, quedaron en manos de Finlandia, pero respetando leyes y costumbres suecas -que deben ser seguramente más entretenidas-, y pasados los años los habitantes han olvidado que esa querella existió alguna vez. La fórmula de las islas Aland es uno de los escenarios que han estudiado los diplomáticos argentinos junto a la otra fórmula, la del «leasing», que Gran Bretaña le había ofrecido a Juan Perón meses antes de morir y que éste había aprobado. La solución quedó en el camino por el factor humano, algo que olvidan a veces los cráneos de la política y la estrategia.

En el Gobierno trataron de encontrar una explicación a este gesto de The Times, medio de línea editorial pesado y que siempre negó los derechos argentinos. La presunción es que el Gobierno británico empieza a desarmar sus viejos argumentos por los costos de mantenimiento de la protección de las islas, pero más grave, la fragilidad que le da al negocio de explotación petrolera tener un conflicto con el territorio continental más cercano a las Malvinas. Una prueba de eso fue la declaración del canciller inglés al Parlamento de su país diciendo que las naciones del Mercosur admitirán barcos con bandera británica, una obviedad porque eso nunca se discutió y quiso confundir al público inglés sobre la verdadera prohibición de los países de la región en sus puertos, que es la bandera o banderín de las islas, un gallardete sin valor institucional que no podrán usar si tocan puertos de Brasil, Uruguay, Chile o Venezuela.

Pero no todas fueron mieles para los oídos de Olivos, porque el sábado debieron sus operadores salir a calmar a Aldo Ferrer por la noticia que se publicó sobre su cese en la embajada en París, cargo en el cual había sido confirmado hace una semana. De paso, esa especie agregaba que lo reemplazará el profesor Ernesto Laclau, vocero y posteórico (es decir que formuló la teoría después de conocer la práctica) del populismo en medios académicos europeos. Laclau, que viene a ser como un Pacho ODon-nell global, en realidad está en los papeles del Gobierno para que integre la brigada de embajadores itinerantes para explicar la posición argentina en Malvinas, una idea que prospera en el Gobierno para instalar el tema en la comunidad internacional a través de la prédica de intelectuales y políticos con audiencia internacional, algo que tiene Laclau. Claro que ha hablado el Gobierno con Laclau, pero las charlas son acerca de las necesidades del profesor para emprender esa tarea, que tratándose de intelectuales se resumen en una sola palabra, «pasajes». Es mítica la necesidad de viajes de los intelectuales, tradición que cristalizó el escritor Jorge Asís en su relato sobre su juventud insurgente y el imán que ejercía sobre su generación el anzuelo de otra alma errante y viajera, el llorado Simón Lázara, que los invitaba a congresos internacionales de la izquierda con el llamado de «Prendete, que hay viajes». Claro, también, que en el Gobierno se revista la posición de Ferrer en París, plaza en la que el país no ha tenido mucha suerte (su antecesor fue Luis Ureta Sáenz, quien volvió en poco tiempo a su alto cargo en Peugeot). Este economista, que migró del radicalismo de la casa de Raúl Alfonsín (en donde era habitual asistente a las tertulias del departamento del expresidente en el 5° piso de la avenida Santa Fe de la Capital Federal) al kirchnerismo, ha sido sometido al rigor del juicio de los diplomáticos profesionales que, además de ambicionar ese cargo como uno de los más importantes del servicio exterior, lo ven con poca acción. En realidad, su designación en París obedecía a un formato de la negociación con el Club de París que había armado Amado Boudou cuando era ministro de Economía y que incluía la tarea de un economista ayudando desde la embajada en París. La línea que tiene Hernán Lorenzino parece ir por otro lado y esa tarea no parece necesaria. En suma, Ferrer puede irse en algún momento, pero Laclau no está por ahora entre los sucesores; más bien, será el hombre itinerante, si hay pasajes.

Bastantes problemas para una Presidente en convalecencia, que además tiene que escuchar informes sobre desgracias familiares sólo porque pueden tener repercusiones políticas, como el asesinato del gobernador de Río Negro. Está imputada la mujer de la víctima, que recién hoy declarará y que fue tratada por la Justicia de su provincia con una condescendencia que no han tenido otros investigados por crímenes similares. Para algunos sectores del oficialismo, cuidar un poco a la viuda de Soria es cuidar al peronismo rionegrino, que gobernó 20 días después de 28 años y tiene que tolerar un gobernador del Frente Grande, una rareza que la Argentina sólo vivió con Aníbal Ibarra en la Capital o con Chacho Álvarez en la vicepresidencia; los dos como aliados con el radicalismo, partido con el cual jugó Alberto Weretilneck en las elecciones de 2009. Es conmovedor cómo el peronismo le ha puesto una guardia de vigilancia a Weretilneck que integran el senador Miguel Pichetto y el hijo de la víctima, Martín Soria, intendente de la ciudad de General Roca. Están los tres juntos todo el tiempo, viajan a Buenos Aires a entrevistarse con ministros nacionales también juntos, se aprietan en el ascensor para entrar los tres y es presumible que hasta irán juntos al baño. Lindezas de la lealtad, ese recurso escaso en la política, que además no es renovable. Sobre este caso Soria hoy puede haber novedades por la declaración de la viuda imputada, pero en pasillos oficiales se manejan detalles que pueden ayudar a reconstruir lo que ocurrió en la chacra de Paso Córdoba en la madrugada del 1 de enero. Uno de ellos es que, antes de producirse el disparo fatal, entró una llamada por teléfono cuyo interlocutor(a) pudo motivar la pelea del final.

Este clima de circunspección le ha quitado las ganas de jarana a todo el oficialismo. El senador Aníbal Fernández cumplió años el lunes y limitó sus fastos a una llamada, ya tradicional, a la hora cero de ese día a su conmilitón, el ministro de Justicia Julio Alak, quien también cumple ese día. Muchos veraneantes del oficialismo que pasan estos días en la costa esperaban una invitación a un asado, lo menos que puede ofrecer un funcionario de su nivel. Pero Fernández, además de la llamada, prefirió el modesto expediente de mandar a hornear una torta que paseó con las velitas encendidas por las carpas del balneario «Olalá» de Villa Gesell. Le jalearon el aniversario; después de todo, los veraneantes que rodean esa carpa han elegido estar allí para mirar estos y otros gestos del senador y de algunos compañeros con quienes compite al truco y en el grado de bronceado, como el diputado José María Díaz Bancalari. Alak, por las suyas, celebró en la noche del lunes sólo con su familia y cruzando telefonazos con el otro cumpleañero de la jornada, el secretario ecológico Juan José Mussi, que se quedó en Berazategui, también con familia. El mismo clima ganó, y es ejemplo de lo que aquí se discurre, a Daniel Scioli, quien el viernes cumplió 55 años rodeado de amigos, funcionarios y familiares, pero que se privó de una fiesta a la altura de otras que ha hecho en Mar del Plata en anteriores cumpleaños. Almorzó en el Hermitage con familiares y se entregó por la tarde y la noche a acompañar un megarrecital que sí tuvo el nivel que merecería un cumpleaños del gobernador, hombre que sabe el efecto que tiene sobre su público ese mensaje de sonrisas y optimismo pero también de calidad de vida, eso que algunos especialistas llaman la «nostalgia de realeza» sobre la que se basa la identificación del público con los ricos y famosos de la política y de otros oficios. Ese recital contó con un seleccionado de los más populares (Palito Ortega, Cacho Castaña, Soledad, «los Pimpi» -como se los llama con cariño en el entorno del gobernador-) y una aparición de Carlos Tevez -llegó por sorpresa de Cariló, en donde veranea- saludando desde el escenario y arrojando pelotas al público que bramaba. No hubo allí torta ni velitas; tampoco en la cena que les ofreció a ese elenco y a un puñado de acompañantes del gobernador el empresario Florencio Aldrey Iglesias, que comenzó casi a medianoche con algunos funcionarios presentes -Alberto Pérez, Eduardo Camaño- y figuras infaltables en estas reuniones, como el médico de las estrellas Alfredo Cahe, el matarife Alberto Samid o el asesor Rubén Moussali, la verdadera sombra de Scioli. Con ellos terminó la jornada del cumpleaños con saludos, regalos y otros reconocimientos, pero sin decir que se había festejado un cumpleaños.

¿Razones para tanta moderación, además de la oportunidad de amortiguar festejos con la Presidente enferma? La de siempre y que se expresa en el dicho que afirma que los problemas del sciolismo se arreglan con más sciolismo. El gobernador es uno de los políticos argentinos que mejor ha entendido el significado del poder, de dónde viene, cómo se arriesga, cómo se mantiene y cómo se puede perder. En quince años ha sido diputado, ministro, vicepresidente y va para ocho años de gobernador. Cualquiera que lo subestime, pierde. En estas horas necesita retorcer el método sciolista de la fiesta perpetua porque debajo de él bulle la otra política. Scioli no tiene reelección, no existe hoy plafón para un proyecto de reforma que se lo permita, y hay ya una puja en el peronismo en torno a quién va a caminar la provincia de Buenos Aires para sucederlo en nombre del kirchnerismo. Ajedrecista, ni se le ocurre a Scioli arriesgar un sucesor propio, sería masacrado por sus adversarios en el peronismo, que abrevan en el kirchnerismo, del cual es socio fundador. Miran todos cómo hombres y dirigentes con aspiraciones a la gobernación han empezado ese recorrido proselitista, como Amado Boudou, Florencio Randazzo, Julián Domínguez o Gabriel Mariotto. ¿Enfrentarlos, descalificarlos? Jamás. Ante la política, más sciolismo, para reservar el único proyecto que tiene por delante que es ser candidato presidencial en 2015. ¿Que todo lo decidirá la elección que haga Cristina de Kirchner para las candidaturas a presidente y gobernador en ese año? Espera, porque la suerte de los otros también depende de lo que decida y elija él.

De otro lado del río, y entre los árboles (diría Hemingway), los esteños sí se permiten jaranas; la más notable fue la que organizó anoche Cristiano Rattazzi en la disco Tequila de La Barra, una de las fiestas más tradicionales de Punta del Este y que para algunos es la última de la temporada alta, ésa que comienza antes de Navidad y llega hasta la primera quincena con plétora de empresarios, ricos, famosos, artistas, mirones y otras especias de la celebridad. Se mezclaron con damas de alta gama personalidades como Rattazzi, Diego Vignati (CEO de Chrysler), el abogado Carlos Fontán Balestra, Gustavo Elías, Alejandro Roemmers, el jefe del PRO nacional Humberto Schiavonni, Orlando Ferreres, Franco Macri, Gustavo Cinosi, Cristian Romero, José Luis Basso, José Ignacio de Mendiguren, el actor Gabriel Corrado, Marcelo Elizondo, el diputado porteño y economista Rogelio Frigerio, Javier Vernengo (Fiat, gerente del sarao), Nicole Neumann, José Urtubey, hermano del gobernador de Salta, que esta semana hizo una escala en Santa Fe para reunirse con el exgobernador Jorge Obeid en gesto cuyo rumbo político aún no se advierte con claridad, Cecilia Zuberbuhler, Enrique Llamas de Madariaga, Sebastián Eskenazi, Humberto Tortonese y, entre otros, José Acevedo. Hubo en el fárrago de la fiesta -música, copas, luces, fogonazos- apartes entre empresarios sobre los enigmas de la hora, por ejemplo, cuánto va a crecer la Argentina en 2012. Como nunca en la gestión kirchnerista pueden verse tantos escenarios diferentes. Y no sólo por Europa. Es la gran incógnita entre empresarios. Ven de arranque menos actividad industrial por la ola de feriados, a lo que se suma la incertidumbre que despiertan las trabas a las importaciones. La vedette del mercado financiero, en estas conversaciones, siempre era el cupón PBI, que paga a inversores según sea la evolución de la actividad económica. Pero ahora, es un gran misterio. Puede el país crecer un 2% o un 5% en 2012. Se puede ganar mucho dinero acertando el pronóstico con el cupón PBI.

También hubo tiempo para discusiones más ligeras, pero no menos urgentes, como el drama que significa para gente de cierta edad el cambio que hacen las productoras de cine en los nombres de los personajes emblemáticos de las historietas y dibujos animados. Disney, por ejemplo, continúa con su política de erradicar todos aquellos nombres de personajes que, en el pasado no globalizado, admitían variaciones regionales. Así, desde hace años ya, ningún chico sabe quién es Tribilín, o, peor aún, Dippy. El lobezno torpe y grandote internacionalizó ya su Goofy original, y cualquier menor de 10 años que oiga llamarlo de otra forma no lo reconocerá. «Campanita» también desapareció: las chicas post-new age sólo la llaman «Tinkerbell», forma con la cual se estrenaron en la Argentina las tres películas dedicadas a este subpersonaje de Peter Pan. Pero el caso más emblemático de estos rebautismos ocurre en estos días con el lanzamiento en los cines de «Los Muppets», que si bien no es un producto Disney, ahora está distribuido por esa empresa. La famosa Rana René ya no es tal, sino la rana Kermit, como siempre se la conoció en EE.UU. En este caso, además, hubo una campaña adicional, que despertó protestas y furias varias, según la latitud donde ocurría el esclarecimiento. Kermit protagonizó una serie de spots televisivos, arrancando en México, donde declaraba que él (o ella, que es lo de menos en este caso) nunca había sido René, y que años atrás, para no «corregir» el error mexicano y evitar ser descortés, permitió que lo llamaran así. La descortesía actual tiene una razón atendible: en aquellos años, los 80, el único producto vendible era la televisión, y por lo tanto, la hispanización de los nombres contribuía con la tarea. Pero ahora, con el merchandising global (desde remeras, mochilas y almohadones hasta muñequitos de cajitas felices), la denominación única se impone. Serán Muppets, pero no tontos.

Vamos a terminar con un chiste bíblico:

El Señor llamó a Adán y dijo:

-Es tiempo de que tú y Eva empiecen con el proceso de poblar la Tierra, de manera que yo quiero que beses a Eva.

-Sí Señor, ¿pero qué es un beso? -preguntó Adán.

El Señor le dio una descripción breve, y Adán tomó a Eva por la mano y la llevó detrás de un arbusto cercano. Después de unos minutos, Adán surgió, y dijo:

-Señor, qué agradable era.

Y el Señor contestó:

-Sí, Adán, yo sabía que lo disfrutarían. Ahora me gustaría que acariciaras a Eva.

-Señor, ¿qué es una caricia?

De modo que el Señor le dio una descripción, y Adán fue de nuevo detrás del arbusto con Eva. Varios minutos después, Adán volvió, sonriente, y dijo:

-Señor, fue incluso mejor que el beso.

-Has hecho bien, Adán, y ahora quiero que hagas el amor con Eva.

-Señor, ¿qué es hacer el amor?

Por lo que el Señor le dio instrucciones de nuevo a Adán, y Adán fue con Eva, detrás del arbusto.

Pero reapareció, algo contrariado, al cabo de unos pocos segundos:

-Señor, ¿qué es un dolor de cabeza?

El gobernador Daniel Scioli festejó su cumpleaños número 55 en un megarrecital, donde estuvo con famosos como Carlos Tevez (foto), Cacho Castaña, Soledad, Palito Ortega y los Pimpinela. Cristiano Rattazzi junto a Nicole Neumann en la fiesta que organizó el presidente de Fiat en la disco Tequila de Punta del Este.