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Charlas de Quincho

Un vino, argentino como ninguno, soltó varias lenguas en Washington y se terminó hablando de otro líquido, más espeso y oscuro que ese caldo mendocino.

¿Futuro tricolor para el petróleo argentino? Allí también se dieron más detalles de una reunión de presidentes, pero sobre todo la intimidad de un encuentro del que todos hablan, pero que sólo conocen tres personas. Hubo también dos megarreuniones en las que se habló de todo (desde alta política y economía hasta moda, fútbol y básquet de la NBA). En una de ellas quedó una duda sobre el futuro político de un opositor. Veamos.

Efecto Malbec en el viceministro de Agricultura de Barack Obama, Edward Avalos, acompañado en la fiesta de esa cepa en la embajada de Washington por Jorge Argüello y el gobernador de Mendoza, Francisco Pérez.

Se discute todavía si hay una política de Estado en torno al petróleo o Malvinas, pero seguro que ya hay una en la que todos coinciden: la política de Estado del Malbec, cuya celebración comercial movilizó conciencias criollas a lo largo del mundo, con festejos en las embajadas en Washington y Santiago de Chile, en los consulados de Nueva York -incluyó una cena en el museo Guggenheim- y de Miami, adonde el representante argentino Miguel Talento -un kirchnerista que mira todo desde una distancia que preferiría acortar- juntó a la movediza colonia argentina. Claro que los faroles se concentraron en la fiesta que hizo el viernes Jorge Argüello en la embajada en Washington, alborotada además por la presencia de dos delegaciones. La principal, la que encabezaba Hernán Lorenzino para participar de la reunión anual del FMI; la otra, la del gobernador predilecto hoy en Olivos, el mendocino Francisco Pérez, que hizo escala en la capital del imperio del road show para colocar en los mercados externos unos bonos de los que espera recaudar u$s 1.300 millones, garantizadas por la «copa» (la coparticipación), como llaman cariñosamente los gobernadores a esa hucha, y regalías petroleras.

En esa reunión washingtoniana, más allá de los caldos festejados, las miradas estaban sobre los funcionarios que acompañaron a Lorenzino a la cumbre del FMI y todos apostaban a los resultados todavía no conocidos de ese viaje, que el Gobierno buscará facturar en torno al tema YPF por la tibieza de la administración Obama ante las quejas de España por el proyecto de expropiación. Que en esa cumbre se caracterizase al entuerto como «bilateral» (es decir, inabordable por los multilaterales) y que Hillary Clinton no se encendiese en apoyos a los reclamos del embajador de Mariano Rajoy (José Manuel García-Margallo dedicó su viaje a esa ciudad a pedir apoyos que fueron menos que tibios), lo festejaba con Malbec el grupo argentino.

Pero de lo que nadie quería hablar es de un encuentro secreto y clave que dará leche informativa en las próximas semanas, pero del cual pudimos saber cuando había avanzado la noche y los vapores del varietal homenajeado habían surtido efecto en algunos ánimos. Lorenzino, a contraluz de las miradas de sus propios acompañantes, se reunió el viernes media hora, en una oficina del Banco Mundial, nada menos que con Robert Hormats, subsecretario de la Cancillería de Obama y que es el experto en el Gobierno de los EE.UU. en sanciones petroleras. Es el látigo hoy sobre Irán, sobre cuyo Gobierno ha lanzado Washington un bloqueo que acosa al régimen de Teherán. Pero en ese diálogo no se hablaría de sanciones sino todo lo contrario, porque esa reunión puede ser el disparador del acercamiento de empresas petroleras de los EE.UU. a la nueva YPF, que necesitará fondos para las inversiones que pretende, especialmente en los yacimientos mágicos que pueden cambiarle la suerte a la política local -dígase Vaca Muerta, yacimiento que en la jerga de los expertos ha pasado a llamarse, con entusiasmo, «Vaca Atada»-. Esas noticias llegaron rápido a Buenos Aires, adonde se registraron ya en la semana movimientos de empresarios de ese país, entre ellos funcionarios regionales del grupo Exxon, que están interesados en entrar en el negocio pero que no darían movimiento sin señales de su Gobierno como las que, juran los mirones que estaban el viernes en la embajada, recibió Lorenzino.

Este Hormats es un peso pesado en la mesa chica de Obama y hasta ahora no ha aparecido comprometido con asuntos latinoamericanos de su Gobierno, pero está en el radar de la administración kirchnerista desde que Obama lo sentó junto a él en la reunión que mantuvo con Cristina de Kirchner en la cumbre del G-20 en Cannes. Este funcionario asumió en el cargo actual después de ser vicepresidente de Goldman Sachs, la firma que en estos días debe recibir la respuesta del monopolio que le hicieron para vender las acciones de ese banco de inversión. Esa presencia la entienden ahora los funcionarios del Gobierno, que presumen, a partir de lo que pasó entre él y Lorenzino, tendría un capítulo petrolero. El mismo tema, suponen, pudo estar en la charla privada y a solas que mantuvieron hace diez días Cristina y Obama en el Centro de Convenciones de Cartagena de Indias, en la Cumbre de las Américas. Ahora nos venimos a enterar -y por eso lo contamos aquí, que es donde se cuenta todo- que los dos presidentes mantuvieron una charla a solas de exactamente cuatro minutos sin ningún acompañante, salvo el traductor, que debe ser el único que conoce el contenido, además de los mandatarios. Lo habrán mantenido a este traductor lejos del Malbec para que no diga nada, porque los demás asistentes al otro tramo de la charla (Carlos Zannini, Héctor Timerman) no saben nada de lo que se habló en esos cuatro minutos. Como ocurre en toda trama secreta, se gatillan la fantasía y las especulaciones y cada cual le pone a ese secreto el libreto que más le gusta. Pero con las horas se sabrá a qué acuerdo petrolero pudieron llegar Lorenzino y Hormats en esta otra cita secreta.

Todos cogoteaban en esa fiesta de Argüello tratando de saber algo de esas y otras reuniones de la delegación argentina, y también para que les rellenasen la copa de Malbec. Uno de ellos era el embajador de Japón en Wa-shington, Ichiro Fujisake, que no terminaba de entender esos movimientos. Más que nada porque lo habían invitado a una fiesta pero creía que era parte de la celebración tradicional en Estados Unidos del «Cherry Blossom», que hacen todos los años las comunidades japonesas en ese país para recordar la donación, hace cien años, del imperio de Japón a Estados Unidos de cepas de cerezas que florecen en este tiempo primaveral. Estaba en la intención de los argentinos pegar las dos celebraciones agrarias, pero la cereza no tiene nada que hacer frente al arrollador Malbec. El entusiasmo criollo con esta cepa no es sólo por interés comercial de las empresas que lo producen: también el Malbec tiene una historia de Cenicienta de los vinos que pasó de ser una variedad despreciada a una vedette mundial, además de ser, junto al Torrontés, las dos únicas variedades exclusivas de la Argentina en el mundo y que todos tienen que imitar.

Al argentino le gusta eso del campeón moral; que un tipo de uva y el vino que produce haya pasado de ser un fruto del montón para llegar al techo del mundo es una reivindicación moral que seduce como pocas a un país que vive remediando desgracias encadenadas. Le trataron de explicar al japonés que «mal-bec» en francés significa «mal-pico», «mala-boca» y se lo llamaba así en Francia, que es de donde viene esa cepa, por ser un vino fuerte, un vino malo, sin valor salvo tener una tintura fuerte. Se trajo a la Argentina para el mismo uso que tenía en Francia, que era aportar su tintura fuerte a los vinos de corte. Figuraba entre las uvas comunes y hace unos treinta años comenzó a ponerse en valor, cuando Mendoza arrancó en una crisis terrible de la industria, que le tocó capear al entonces gobernador José Bordón, más de 100 mil hectáreas de vides comunes. En esos diálogos de expertos como el que se prolongó en la embajada en Washington no faltó quien les atribuyese a los extranjeros esa puesta en valor del Malbec, y se mencionaron los nombres de enólogos globales como Robert Parker (promotor del vino californiano) y Michel Rolland, un francés que también ha trabajado en la Argentina. Pero los eruditos desenterraron el nombre de un argentino, Roberto de la Mota, quien desarrolló en los años 80 el primer Malbec de gran calidad internacional para la casa Arizu. No hubo acuerdo y la noche se desangró en corrillos sobre historia de vinos en donde abundaba, repetido en bocas ya estropajosas, el Yo le voy a explicar a usted....

Quedó entre los pocos interesados a esa hora en los asuntos graves de la diplomacia global el relato de algunos recuerdos gratos de la Cumbre de Cartagena de Indias, que para el Gobierno de Obama fue un dolor de cabeza por el affaire de sus custodios, que llevaron a unas chicas rápidas a sus habitaciones del hotel para intercambiar fluidos, alcohólicos y de los otros. Le costó la cabeza a una veintena de agentes del Servicio Secreto y del Ejército que debían cuidar al presidente del país más importante del mundo por una infidencia de una de las invitadas, que se quejó porque no le querían pagar. Lo hizo ante la Policía local, algo insólito, porque le daban apenas u$s 200, que es lo que le tenía que dar al hotel para que la dejasen entrar. Los encausados dijeron que no sabían que era un servicio de pago, pero eso lo desmintió el hotel, cuyos responsables dijeron que ese personal debía desalojar las habitaciones a las seis de la mañana; en el cumplimiento de esa pauta horaria es donde estalló la crisis.

Ese entuerto no limitó el ánimo fiestero del algunos participantes de la cumbre, como Hillary Clinton, que bailó hasta la madrugada -¿costumbre familiar?- con el argumento de que uno de los miembros de su delegación cumplía años. Primero bailó cumbia en la fiesta oficial de la cumbre junto al chileno Alfredo Moreno -canciller-, quien compitió con su presidente Sebastián Piñera, enlazado como pocos a la presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla. Hillary, entusiasmada por los ritmos de Carlos Vives, después se enfiló, haciendo trencito junto a su delegación, hacia uno de los boliches de salsa más rumbosos de Cartagena, «Havana», que viene a ser como el «Cocodrilo» o el «Esperanto» locales. En la fiesta del centro de convenciones es donde se lo registró, bailando con la canciller local María Ángela Holguín, al criollo Héctor Timerman, a quien nadie había visto nunca retozar en público. Testigos juran que el canciller se resistió ante la invitación de los más enfiestados con argumento antropológico: «Somos del sur, nosotros no bailamos». Pero no pudo resistir.

Bajo otros cielos, un quinchazo, que fue la cena del martes del CIPPEC, la ONG que está más de moda en estos tiempos y que ofrece servicios de think tank a gobiernos de todo color, aunque su conducción y estilo parecen hechos a medida del macrismo. Quinchazo porque hubo tantas tribus y grupos distintos que concentraron temas, especulaciones, noticias, conspiraciones y hasta encuentros transversales entre peronistas de todos los sectores, radicales, macristas, socialistas e independientes. Una curiosidad de estas cenas del CIPPEC es que convocan con la agenda más amplia que se pueda tolerar hoy y tiene ya por segundo año como «key speaker» al ministro de Ciencia, Lino Barañao, que además es el ministro predilecto de Cristina de Kirchner, a quien pondera en todo y de cuya compañía no se priva en la mayoría de sus viajes al exterior. Del vértice de poder hubo deslices, como el de Mauricio Macri, quien se hizo representar por sus ministros y su vicejefa María Eugenia Vidal. Daniel Scioli estuvo apenas en el cóctel, adonde departió con la primera línea de invitados tempraneros. No se quedó a la cena; el gobernador es exigente con el menú y habrá querido eludir el plato de carne hervida que iba de principal. Tenía mejor programa: lo esperaba a pocas cuadras del Hilton, en Las Lilas, el cantante Julio Iglesias, que tiene temas más entretenidos que hablar de «políticas públicas» (CIPPEC presentó 100 de ellas en un libro que regalaban al salir). Dejó como representantes a su jefe de Gabinete, Alberto Pérez, y al presidente del Banco Provincia, Gustavo Marangoni, armadores de su estrategia política.

También varios ministros, como el de la producción Cristian Breitenstein, que se mezcló con asistentes tan variados como los ministros macristas Horacio Rodríguez Larreta, Marcos Peña, Diego Santilli, Francisco Cabrera, Guillermo Dietrich, Néstor Grindetti, Emilio Monzó, diputados como Felipe Solá, Carlos Zabalza (socialista), Gabriela Michetti, Mónica López, Margarita Stolbizer, Laura Alonso, Paula Bertol, los radicales Ricardo Alfonsín y Ricardo Gil Lavedra, los socialistas Antonio Bonfatti, Mónica Fein, Hermes Binner. También empresarios como Cristiano Rattazzi, Norberto Morita, Carlos Miguens, José Ignacio de Mendiguren, el senador Jaime Linares, Juan Manuel Urtubey, quien venía «de enfrente», del edificio de YPF, que está frente al Hilton, de celebrar la expropiación de Repsol; estaba acompañado de su etnia, que integran el vicegobernador de Catamarca Dalmacio Mera y su hermano. Se sumaron Guillermo Marcó, Santiago Montoya, Alejandro Elsztain, Francisco de Narváez, Enrique Cristofani, Miguel Lifschitz, Alfredo Atanasoff, los mineros a cielo abierto Julian Rooney y Martin Dedeu, Guillermo Stanley, Eduardo Amadeo, Paolo Rocca, Federico Braun, Mario Quintana, Javier Varani, Enrique Garrido, Paula Fernández, Andrés von Buch, Eduardo Novillo Astrada, Miguel Braun, Santiago Bilinkis, Martín Umarán, Tato Lanusse, Juan Pablo Maglier, Hernán Maurette y Roberto Starke, hombres de empresa que buscaron el diálogo con Nito Artaza, los dueños del sistema electoral, el director nacional Alejandro Tullio, el camarista Alberto Dalla Vía y el apoderado del PJ Jorge Landau, a quien lo sentaron junto a Leandro Despouys, y una tira de intendentes como Sergio Massa (Tigre), Lucas Ghi (Morón) y Fernando Gray (Esteban Echeverría).

Con tamaña multitud es imposible reseñar lo que se conversó en cada mesa, asuntos graves y triviales que pasamos a reseñar en grageas de cómoda digestión:

En mesa de diputados pudimos enterarnos del verdadero motivo de la abolición de la libretita de DNI, que el Gobierno extendía desde hace un año junto al plástico en el cual hay una leyenda que dice «no válido para votar» y que es lo que ahora, si sale la ley del Congreso, será válido para votar. La explicación del oficialismo es que era absurdo que hubiera varios documentos, algo razonable desde siempre. Pero los diputados recibieron la explicación cruda; la partida de la libretita es víctima del ajuste. No hay plata, y de $ 50 que costaba el DNI viejo, $ 47 eran para la libretita y $ 3 para lo que costaba el plástico. ¡Chan! al Presupuesto y va sólo el plástico. Lo que los expertos no saben es cómo se va a controlar la obligatoriedad del voto, que es mandato constitucional. ¿Un troquel? Lo desmintieron. ¿Un chip? Era una idea, pero puede abrir el camino al voto electrónico, que nadie quiere en la colectividad de los políticos.

¿Habrá control de la Auditoría sobre la nueva YPF? Es lo que pide el radicalismo, pero como será una SA, escapa a esa mirada. Despouys, sentado en la misma mesa que Landau, quiso saber si en Diputados también habrá audiencias sobre YPF como en el Senado porque quiere defender esa posición. En la Auditoría se recuerdan las peleas, bajo la presidencia Menem, del entonces auditor -el primero que tuvo el país- Héctor Masnatta con Domingo Cavallo para que la AGN revisase las cuentas de YPF y el PAMI. Ahora Despouys quiere reflotar aquellas inquinas, pero le respondieron que no está establecido que haya audiencias en Diputados. ¿Por qué no lo invitaron a Despouys sus correligionarios a hablar en el Senado? Otro enigma sin respuesta.
Entre empresarios, un misil imparable, del cual algunos juran tener testimonios y que nadie se anima a desmentir: el empresario Carlos Slim, el más rico de América Latina, pasó por Buenos Aires con una idea para la que interesó a empresarios de medios, comprar el Canal 13 de televisión. Silencio de radio, no de televisión.

Especulaciones entre macristas, ansiosos por asegurar una buena elección para el PRO en 2013 como antesala del proyecto presidencial de su jefe para 2015. Hasta ahora el candidato a senador por Capital es Federico Pinedo y Michetti a diputada nacional por Buenos Aires. Pero, ¿y si Mauricio pide licencia como jefe de Gobierno, se lanza a la presidencial y se anota como candidato a senador nacional por la Capital? Dejar el cargo lo hizo Martín Sabbatella en Morón para ser diputado, algo parecido piensa Massa en Tigre. El PRO necesita ganar esa elección para calzar la presidencial, pero debe venderles a los propios y sus opositores el proyecto, que tiene alto costo político.

De sociales: guarda cama Eduardo Duhalde, operado el jueves por la noche de un desgarro en un tendón de hombro -así describe esa dolencia la medicina duhaldista a la espera de mejor diagnóstico-. Otra: se ha habituado a dormir en el hotel de la UATRE, de su aliado el «Momo» Venegas. Allí hace las reuniones, pero no ha abandonado las sesiones en el club San Juan. Ese hotel está en el microcentro a un paso de Puerto Madero, adonde también despacha asuntos. Además, el hotel tiene un nombre intimidante: Facón Grande.

La curiosidad transversal: les tocó la misma mesa a dos Ibarra, Aníbal -exjefe de Gobierno- y Andrés, ministro de Macri, exdirigente de Boca Juniors y uno de los artífices secretos de la destitución del exfrepasista. La presencia en esa mesa de dos diplomáticos amansó el cruce de miradas: Enio Cordero, de Brasil, y Henry De Vries, de Holanda, quien esta semana invita a la fiesta del Día de la Reina.

Varios de los asistentes a esa cena se fueron temprano; estaban comprometidos a ir al día siguiente al almuerzo en La Rural por el cumpleaños al alimón de los empresarios, que juntó a Martín Cabrales y Martín Uriburu en encuentro reservado a hombres de negocios, políticos, periodistas, artistas, modistos, escritores y diplomáticos que adelantaron detalles, aunque triviales, a páginas asalmonadas que pretenden competir con estos quinchos. Se les escaparon los temas de la conversación en las mesas, que también van en pastillas:
Quienes querían saber cómo estaba el mercado financiero consultaban a Jorge Sánchez Córdova, hombre de las finanzas y tesorero de Boca Juniors que estaba sentado al lado de Marcos Gastaldi. Ellos daban el último precio de los bonos en dólares y del dólar billete. Había avidez por cómo estaba afectando el humor la expropiación de YPF, un tema que monopolizó las charlas. Sánchez Córdova partió antes porque viajó a San Antonio (Tejas) invitado por «Manu» Ginóbili a ver el partido contra los Lakers en donde dio un pase (asistencia, dicen los cronistas cursis) histórico que ya está en el tubo.

Cristiano Rattazzi, presidente de Fiat Group, tuvo un debate intenso con el embajador de Uruguay Guillermo Pomi, defensor a ultranza de la medida tomada por Cristina Fernández viuda de Kirchner. El diplomático citó como economista de cabecera a Paul Krugman, a lo que Rattazzi le dijo que el único peor que Krugman es Joseph Stiglitz. Pomi defendió los monopolios estatales y Rattazzi contraatacó con que las tarifas de la empresa Antel de teléfonos en Uruguay están entre las más caras del mundo. El empresario elogió a Uruguay por su avance pero le dijo que si tuvieran una política menos estatista serían más grandes, y le puso el ejemplo de Chile, Colombia y Perú.

Vamos a terminar con un chiste futbolístico. Una rubia, exmodelo, consigue trabajo en una escuela privada como consejera escolar. La primera tarea que le encargan es cuidar a chiquitos de primer grado que están en el campo de deportes. Llega y ve que los chicos (varones y mujeres, mezclados) están jugando al fútbol, salvo un nene que está solo en un extremo de la cancha. La rubia se acerca y le pregunta al chico si está bien. El nene responde que sí. Sin embargo, y como el pequeño sigue parado, solo, acerca una silla, se sienta al lado del chico, le acaricia la cabeza y vuelve a preguntar:

- ¿Estás bien, mi vida?
El pibe la mira con extrañeza y responde:
- Sí, claro...
- ¿Pero estás seguro de que estás bien? ¿No querés que yo sea tu amiguita?
- Bueno...
- Y ahora que somos amigos, decime algo: ¿por qué estás parado acá, solito, en esta punta de la cancha, mientras todos tus compañeritos están jugando al fútbol?
- ¡Porque soy el arquero, tarada!