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Charlas de Quincho

Un llamado desde Francia, agradeciendo una pesquisa y manifestando confianza en la Argentina, alegró el fin de semana de la Presidente.

Sin embargo, la crisis económica mundial tiene a sus funcionarios abocados a menesteres menos sociales. También se produjo la reaparición en un cargo con sede en Montevideo de un hombre que ya vivió en ese país, tras una renuncia histórica. A un gobernador, enzarzado en un duro partido de fútbol, le pusieron tarjeta amarilla, pero él igual insiste en una campaña «libre de agresiones». La oposición también tuvo sus momentos de alegría, unidad y degustación gastronómica: fue en la masiva fiesta de un sindicato, que logró reunir a casi todo el arco anti-K. Veamos.

Casi ningún político se corre de la estricta agenda electoral, a pocos días de esa gran encuesta que serán las primarias del 14 de agosto. Aferrados en sus comandos analizan encuestas, despliegan martingalas, se ilusionan y se decepcionan con las noticias que llegan a cada instante. Cristina de Kirchner, que se juega mucho el domingo que viene, se quedó en Olivos después de una semana de viajes (Perú y Brasil) que terminó con la visita de Pepe Mujica a la Casa de Gobierno en un almuerzo con empresarios y funcionarios de los dos países, preocupados como todos los del mundo por las explosiones descontroladas de los mercados por la economía de los Estados Unidos, que tienen a ministros del área en sesión permanente (Amado Boudou en Lima con sus pares de Unasur el viernes, repiten el jueves en Buenos Aires; Roberto Feletti ayer en conferencia telefónica con los viceministros del G-20). De esos encuentros, además de los cantos de amor y amistad, algún regreso a la grilla pública como el de Chacho Alvarez, que el jueves asume en Montevideo otro cargo internacional.

Será, después de la charla de Cristina con varios presidentes de ese sello, secretario general de la ALADI (Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, uno de los sistemas regionales más viejos); eso lo instala de nuevo en Montevideo, donde ya fue secretario de la comisión de presidentes del Mercosur, cargo que le dio Néstor Kirchner para reemplazar a Eduardo Duhalde. Álvarez guarda afecto a Montevideo, en donde vivió para el anterior cargo y en cuyos courts hizo avances notables en el juego del tenis. Los Kirchner lo han conservado siempre de su lado; después de todo es el creador del Frepaso, una de las usinas de funcionarios para el actual Gobierno, proveyendo ministros como Nilda Garré y una pléyade de embajadores -ese sector político tiene fuerte dominio en la Cancillería-. Alvarez fue remiso cuando le ofrecieron el cargo porque había resbalado en una nominación anterior; fue cuando Néstor Kirchner lo propuso para ser secretario de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) pero lo dejaron afuera porque ese cargo tiene el requisito de ser economista (Chacho es profesor de Historia). En su reemplazo designaron nada menos que a José Luis Machinea, exministro aliancista pero radical, no frepasista, quien asumió sin el apoyo de su país de origen. Esta designación -para la cual terminó de convencerlo en una larga charla el canciller Héctor Timerman- explica la reaparición de Chacho en los medios para dar su doctrina sobre el futuro electoral: «Cuando el peronismo se corre a la izquierda no se le puede ganar por izquierda. Pasó en 1945, pasó en 1973 y vuelve a pasar ahora».

Cristina tuvo, en la soledad de Olivos, la alegría de un llamado de Nicolas Sarkozy, quien le agradeció los resultados del fin de semana en la investigación del asesinato en Salta de dos turistas. «Confiamos plenamente en la investigación que hace la Argentina, así como confiamos en el país en todo lo que hace». En el diálogo telefónico hubo promesas del lado argentino de tenerlo al presidente francés informado del desarrollo de la pesquisa de un crimen que, según las autoridades salteñas, está ya esclarecido por haberse encontrado el arma y por la captura de siete sospechosos de haber cometido esa atrocidad. Quedaron en verse en noviembre en la reunión del G-20 que se hará en París.

Este dato confirma otra presunción que se detalló en estos quinchos: que hasta ahora Cristina no piensa viajar en septiembre a Nueva York para participar -como lo hizo ella y antes su marido todos los años- de la Asamblea General de la ONU. Les ha dicho a los suyos que esa ciudad le trae un recuerdo triste porque era la preferida de Néstor y que esta vez prefiere saltarse ese compromiso que el matrimonio siempre consideró la mejor vidriera para exponer ante los demás países sus realizaciones. Claro que la Presidente ha escalado a otros foros más técnicos pero menos notables, como el G-20 o el grupo China + G-20. Algo le adelantará sobre eso esta semana al suizo Joseph Deiss, presidente de la Asamblea que visita el país despidiéndose del cargo, tarea en la que lo acompaña el embajador Jorge Argüello, quien dará una conferencia y, de paso, aprovechará para votar el domingo. Entre estas minucias diplomáticas merece una mención el último entuerto que divide sus filas: la suspensión por parte del Gobierno del subsidio anual que se le daba al CARI (Consejo Argentino de Relaciones Internacionales), un club de embajadores retirados al que se le atribuyen roles de lobby en la burocracia de la Cancillería. Ese dinero irá, dispuso el Gobierno, al presupuesto del ISEN (Instituto del Servicio Exterior, la escuela en donde se forman los diplomáticos). Hubo un recurso de apelación del titular de ese sello, el excanciller radical Adalberto Rodríguez Giavarini, pero no hubo caso.

La prisa de la campaña enloquece a todos los protagonistas; Margarita Stolbizer el viernes dijo que no tenía dinero (se lo demoró el Gobierno por un problema de clearing bancario) para imprimir las boletas para el domingo y no se le ocurrió otro argumento que pedir la suspensión de esas elecciones. Una confesión de incapacidad, porque quien no puede imprimirse boletas no puede gobernar el país. Flaco favor le hace a su socio en la elección general, Hermes Binner, que está en condiciones de hacer una elección mejor que la que algunos esperan. A Graciela Ocaña, candidata del denarvaismo, no se le ocurrió otro spot de campaña que recordarle al público al que le pide el voto que fue ministra de Néstor Kirchner, algo que le convendría que el público olvidase en este turno de su carrera política. Daniel Scioli debutó con un formato novedoso de campaña, apartado de los «cuerpos orgánicos» del peronismo y con mensajes que se apoyan en sus atributos personales de hombre conciliador y que quiere una política sin agresiones. No hay que atribuirles ese giro a sus asesores, que son muchos, pero a quienes escucha, anota y les toma algo de lo que le sugieren. Tiene como publicista a Ernesto Savaglio, que lo fue de Mauricio Macri hasta aquel blooper de la campaña de 2009 de la filtración de un video con dichos inconvenientes del candidato.

Escuchó esta semana también a James Carville, el pollster de los demócratas norteamericanos que asesora a los Clinton desde hace veinte años y al Partido Demócrata. Este Carville aconsejó en su momento a Eduardo Duhalde y a otros candidatos que han perdido y han ganado. Es quien respalda la línea de que Scioli no se aparte de una campaña basada en su personalidad y despegada de las estructuras del peronismo clásico. Nadie lo reconoce, pero circula en los cuarteles del oficialismo provincial una minuta del socio de Carville, Stanley Greenberg, escrita para el propio Obama, en donde le señala un rumbo que en esta globalización rabiosa es un llamado de atención para políticos de todos lados. Entre otras afirmaciones, esa minuta dice que «los votantes en el mundo desarrollado se están alejando de demócratas, socialistas, liberales y progresistas (...) Si los demócratas quieren ganar confianza y que los voten tienen que mostrarse dispuestos, como el Tea Party (a la derecha de los republicanos), a cambiar las reglas de juego».

¿Alteró la campaña el ánimo de este candidato clave en las elecciones? El sábado su equipo de Los Piqueteros de Villa La Ñata se enfrentaron en la «Bombonerita» de la residencia de Scioli en Benavídez, Tigre, con el equipo del matarife Alberto Samid, quien llevó, dijo, a un grupo de empleados suyos del frigorífico La Lonja. Cuando mediaba el partido, se hizo más ríspido el juego y Scioli le preguntó en voz alta a Samid si esos jugadores era hombres de la ganchera y la sierra sin fin o eran profesionales disfrazados. Risas generalizadas, pero no bastaron para aplacar los ánimos, hasta que en un encontronazo el árbitro le sacó tarjeta amarilla a Scioli. Todos miraron al réferi en silencio, como diciendo «éste no entendió nada». El gobernador acató el dictamen y alentó a que siguiera el juego. Entre las actividades de campaña, según el lema que dice que los problemas del sciolismo se arreglan con más sciolismo, el gobernador abrió el comedor que tiene en el museo con su memorabilia política y de deportista para recibir a mediodía de ayer al cantante Cacho Castaña, quien llegó con un regalo de lujo: la guitarra con la que dice que compuso «Café La Humedad» y otros trabajos de su repertorio. Esta línea de apariciones con estrellas será el eje del cierre de campaña del candidato esta semana; estará en programas de entretenimiento de la TV y sólo se apartará para estar con Cristina el miércoles en un acto de formato sobrio en un teatro.

Es difícil creer que esos consejos que vienen del Norte no lleguen a los cuarteles que asesora Carville, como que tampoco los escuchen en los de Ricardo Alfonsín, que tiene entre sus asesores a otra «almohada» de Obama, David Axelrod, que no se aparta del presidente de Estados Unidos ni en las buenas ni en las malas. En las horas previas al anuncio de la baja de la calificación de la deuda de ese país, les costaba a los radicales ponerse en contacto con el experto, que dedicó su tiempo el jueves a festejarle el cumpleaños 50 a Obama. Estuvo ese día en una cena privada que dio el presidente a sus amigos y a un grupo chico de funcionarios en el East Room de la Casa Blanca, donde además de Axelrod estuvieron (para cantar y tocar) Herbie Hancock y Stevie Wonder, y compartieron ribs, pollo y hamburguesas hasta tarde en la noche, entre otros, Hillary Clinton, Tom Hanks, «Tim» Geithner y un grupo de exalumnos de la universidad del cumpleañero. Al día siguiente le bajaron la nota, pero lo pasaron bien.

La oposición, que sumó heridos y contusos ayer en la elección de Córdoba -Luis Juez más bajo de lo que decía, los radicales apoyados por el macrismo y la UCR nacional salieron terceros-, trató de aprovechar durante el fin de semana algunos escenarios transversales. Los proveyó esta vez Luis Barrionuevo en la megacena de los afiliados al sindicato gastronómico que dio de comer a más de 20 mil personas en el predio de La Rural, con el lujo de que había dos menúes de plato principal para elegir: arrollado de pollo y carnes, elaborados en ocho cocinas paralelas en donde los profesionales trataron de mantener el sport a la altura de su especialidad. Con la cercanía de las elecciones, ese retablo era ideal para los amigos de Barrionuevo que son candidatos, empezando por su esposa Graciela Camaño (a diputada) y, claro, Eduardo y Chiche Duhalde (a presidente y senadora, respectivamente), además de Carlos Brown, Eduardo Amadeo y otros.

Pero la oportunidad, por la elasticidad de las relaciones del sindicalista, permitió que se mostrasen Federico Pinedo y Néstor Grindetti (hombres del PRO), Aldo Rico (retornado al duhaldismo) y Martín Redrado, junto a otros que no se postulan a cargos, como Miguel del Sel, que fue a elección en Santa Fe y algunos quieren beneficiarse de sus efluvios. Como pasa en estos casos, la fiesta se dividió. Cuando habló el titular de la obra social, el exdiputado Dante Camaño, hubo alegría y festejo; cuando tomó la palabra Duhalde, la barra se aplacó. Un sector jaleó al candidato cuando terminó su largo discurso (un resumen de sus ideas sobre el pasado, el presente y el futuro) pero otro, sin llegar a abuchear, fue frío y mezquinó los aplausos. Comprensible: no sea que alguien crea que todos los gastronómicos son duhaldistas, algo que a Duhalde no le preocupó porque le habían dado el micrófono, el centro de la mesa principal y hasta lo esperaron para comenzar porque venía retrasado de Santa Fe.

Como siempre, el final fue de desenfreno y baile, con el ritmo aportado por el santafesino Mario Luis y el conjunto Kapanga, estilistas del cuartetazo. Como siempre, también, lo más jugoso ocurrió en la mesa principal, cuando pudo recomponerse del malón de gente que quería sacarse fotos con Duhalde. La apuesta recurrente fue al resultado de la primarias, especialmente en Buenos Aires, donde -supimos- hay ya una presunción de qué puede ocurrir por la cantidad de listas que participarán. Por ejemplo, hay sólo dos partidos que se han presentado en todos los 134 partidos de la provincia, el kirchnerismo y la alianza Alfonsín-De Narváez. Eso les asegura no sólo figurar en los resultados de todos los distritos, sino además la fiscalización. El duhaldismo, por ejemplo, no presenta listas en 33 distritos, en algunos de los cuales hay muchos votos, como Arrecifes, Villegas, Tres Arroyos, Coronel Suárez, Castelli, Marcos Paz, Campana y General Alvear. No tendrá la posibilidad de fiscalizar los comicios, y esto, después de todo, es una interna, territorio salvaje para los pícaros. La respuesta del jefe es que en distritos grandes, inmensos como La Matanza, el duhaldismo lleva siete listas que disputarán cargos municipales, una oportunidad para movilizar gente el domingo que, cree Duhalde, puede compensar la ausencia en aquellos en donde su programa quedó huérfano.

Mereció en esa sobremesa ruidosa más de un comentario el viaje de Mauricio Macri en la última semana de campaña. La broma es que sus últimas palabras fueron «Hay que rodearlo a Federico», paráfrasis de las que dijo Yrigoyen, antes de morir, sobre Marcelo de Alvear («Hay que rodearlo a Marcelo»). Pinedo se movía como dueño de casa entre los gastronómicos, tiene vieja amistad con Camaño, que lo ha indultado por ser conservador porque, dice, no es «gorila». Pinedo, después de todo, se recuesta en la tradición del conservadurismo popular, que nunca se llevó mal con el peronismo (Vicente Solano Lima, de ese partido, fue compañero de fórmula de Héctor Cámpora) y hasta alzó la mano con la «V» de la victoria, un gesto obsceno para los «gorilas» pero que encantó a los peronistas. Se cruzó con uno de sus competidores en las elecciones de domingo a diputados nacionales por Capital, Redrado, y se mostró confiado en que ir con boleta sin candidato a presidente no será algo tan malo. Los macristas porteños han inundado de boletas la Ciudad y creen que su fuerte color amarillo las hará inconfundibles en el cuarto oscuro.

¿Por qué Macri no se quedó a hacer la campaña? El gobernante electo no hizo esta vez festejos de mesa chica por la elección del domingo anterior y su principal entuerto es no volcarse en favor de ninguno de los presidenciables. Su armado le da éxito y se basa sobre el conservadurismo, el peronismo y el radicalismo. Creer que debería apoyar a algún candidato es no entender cuál es su interés. De paso, es objetivo que a él le convendría, si piensa en 2015, es que ganase la presidencia un candidato sin reelección posible, algo que sólo tiene Cristina de Kirchner, a cuyo partido, además, ya le ha ganado en su distrito. No se sabe que nadie le haya hecho reproches por la ausencia, pero quien conoce íntimamente a Macri sabe que él cree que ya cumplió, ganó la elección, les prolongó la vida a sus militantes por cuatro años. Hizo todo, ¿qué quieren, que no se tome descanso?

Con el avance de la noche, Duhalde abrió el diálogo a temas concretos, bajado de los lemas de campaña. ¿Qué hará para bajar la inflación y evitar una escalada del dólar?, fue el primer interrogante; el expresidente salió del paso aclarando que ésa es una decisión que generará su equipo de especialistas en el Gobierno, entre los que está Roberto Lavagna. «No contemplamos una devaluación». También se quiso saber cómo hará para desarmar el complejo esquema de subsidios y planes sociales, a lo que con ingenio y cierta picardía Duhalde respondió: «Ya nos enseñó el presidente de Bolivia (Evo Morales) que no se hace todo a la vez». Y avanzó más: «Los planes sociales no son el problema, sino los punteros que sacan parte del dinero que se distribuye a los humildes». «Esta sociedad así estructurada por las políticas del kirchnerismo no va más, la gente se acumula en villas y asentamientos despoblando las provincias». No lo dijo en público, pero se pudo saber de boca de uno de sus candidatos (Carlos Brown) que Duhalde cerró un acuerdo con José Manuel de la Sota, el candidato a gobernador de Córdoba, con miras a las primarias del 14 de agosto. Otro empre-sario quiso saber sobre la conformación de su gabinete de ministros; no hizo nombres, «serán los más capaces de mi espacio político como de otros, entre ellos el radicalismo».

Terminamos con un quincho fino, de alto teatro, la gala organizada por Eva Soldati, presidenta de la Asociación Amigos del Teatro San Martín, en la función del «El burgués gentilhombre» de Molière donde se recaudaron fondos para asistir al sufrido complejo teatral. Allí, el protagonismo de los invitados a la platea competía con el de los intérpretes que poblaban el escenario. Y si la pretensión fue revivir el espíritu cortesano de Luis XIV, la gala fue todo un logro.

Las peripecias del gentilhombre en la ficción, de ese personaje arribista, pero ingenuo y hasta generoso que emula sin disimulo el estilo dispendioso y rocambolesco del Rey Sol, resultaron demasiado extensas para el vértigo de la vida real: le restaban un tiempo precioso al esplendoroso cóctel donde todos pretendían lucirse. Los 500 invitados a la gala querían ver y ser vistos. De otro modo, y más allá de la filantropía: ¿para qué pagar una fortuna por unas simples entradas?

Como en la corte de Francia, con su opulencia y también con sus miserias se reunieron -literalmente- actores y espectadores. El encuentro fue en el hall central del teatro; allí, frente al público y en una pasarela, medio centenar de actores y bailarines ejecutaban una extraña y ondulante caminata, parecían mostrar, orondos, los abanicos, brocatos, pieles, pelucas, las sedas venecianas, terciopelos y muchísimas piedras, todas falsas, por supuesto. Esa colorida bijouterie resultó opacada por el resplandor de los verdaderos diamantes, de las esmeraldas, los rubíes y zafiros que habían llevado las invitadas a la gala. Para comenzar, Chiquita Legrand no sólo tenía brillos genuinos sino, además, unos visones que llegaban hasta el piso. Allí, disfrutando y a la vez protagonizando el espectáculo, estaban Claudia Caraballo, Camila Makeson, Roberto Villambrosa, Gino Bogani, Graciela Roemmers, Norberto Frigerio, Johnnie Casal, Silvina Chediek, Lily Sielecky, Rita Escribano, Susana Echegoyen Elía de Reta, María Teresa Villaroel, Fito Fiterman, Mauricio Wainrot, Canela y Andrés von Buch, Eduardo Edelstein, Marcela López Rey y Sebastiano Mauri; los embajadores de EE.UU., Vilma Martínez, y de Alemania, Günter Kniess, además de algunas celebridades de los 90, como el exintendente Jorge Domínguez. Entretanto, el champán y sus siempre bienvenidas burbujas hacían de las suyas, más aún con la gente sedienta. El infalible negro, color elegido por las mujeres mejor vestidas, las velas y la música acentuaban el clima teatral cuando, de repente, apareció un cantante y acompañado por un clavicordio imitó la voz de un castrati. Cantando siempre en falsete, recomendó apagar celulares, no usar flash, no sacar fotos y dejar de filmar. Todo un artista.

Vamos a terminar con un chiste de la línea fuerte. La madre sorprende a su hijo Jaimito cuchareando del helado que tiene en el freezer para el postre. Le dice:

- Nene, dejá ese helado en la heladera; la cena va a estar lista dentro de un rato. ¿Por qué no vas a jugar con la play?

- ¡Estoy aburrido de jugar con la play! ¡Quiero comer helado!

- Bueno, entonces andá a leer un librito...

- ¡No quiero leer ningún librito! ¡Quiero helado!

- Bueno, Jaimito... Tené paciencia. ¿Querés que mamá juegue con vos un rato hasta que esté la comida?

- Mmmm... Bueno... ¡juguemos a la mamá y el papá!

La madre duda de la propuesta, pero accede.

- Bueno, ¿qué querés hacer?

- Vamos al dormitorio, dale...

La madre, cada vez con más dudas, va con el chico al cuarto. Ahí el nene le dice:

- Acostate en la cama.

La madre obedece, y cuando ve que el chico se saca la ropa y se pone la bata del padre, pregunta alarmada:

- ¿Y ahora qué querés que haga?

- ¡Perra inútil!... ¡Levantate de la cama, mové el culo y servile un poco de helado al pobre chico!