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Charlas de Quincho

Minucias administrativas y personales enturbiaron la partida de la Presidente hacia Francia. Le contamos los detalles. También hubo diversas versiones sobre un viaje que no hará. Una embajada americana (no del norte) convocó esta vez a todos los que ya no van a la otra embajada (la del norte), o sea, políticos y empresarios que siguen preguntándose qué pasó el 14 de agosto.

Otro sector político se puso al día en lo que hace a cumpleaños y otros ágapes, todos con la misma pregunta: qué hará su jefe a partir del 10 de diciembre. También hubo quinchos académico-benéficos (una universidad que reúne fondos para completar su sede), donde se aventuró qué puede suceder con uno de los países de Europa con mayor crisis, y también sobre el nivel de reservas del Banco Central a fin de año. Veamos.

La partida a París fue con trámites hasta la subida a la escalerilla del Tango 01 para Cristina de Kirchner, quien hoy desayunará ya en París, donde tiene tres días no sólo de actividad simbólica -justificó el viaje con un acto con Abuelas de Plaza de Mayo-, sino de Estado, con la entrevista mañana con Nicolas Sarkozy, un político del ala conservadora con quien el Gobierno argentino tiene estrecha relación por el rol de la Argentina en el G-20 y en el grupo de países G-7+China, un sello que le termina dando un rango que se le negaba cuando gravitaban otras organizaciones globales. La horizontalización de la agenda global con la crisis financiera y la caída de la estantería en Medio Oriente le han dado un nuevo contexto al discurso tercerista -un clásico de las administraciones peronistas-, algo que el Gobierno aprovechará hasta nuevo aviso para mostrar una receta posible que avalan, cada tanto, economistas extranjeros.

Las cuitas de la partida fueron por minucias de agenda que si no se controlan, pueden tener consecuencias. Por ejemplo, el enojo presidencial por la información que justificaba la suspensión del viaje a Chile este fin de semana en el debate por el asilo de un juez federal de Mendoza en ese país para eludir un enjuiciamiento en el Consejo de la Magistratura por su actuación en los años de la represión clandestina de las guerrillas. Ese pedido de asilo, mandó a aclarar el Gobierno directamente al Palacio de la Moneda, fue posterior a la decisión de suspender el viaje que en realidad se postergó para noviembre porque Cristina de Kirchner resolvió estar la semana que viene en Nueva York para hablar en la asamblea de la ONU. Como había adelantado este diario, la Presidente revisó la negativa al viaje a la ONU, basada sobre un hecho personal -la evocación de su marido, quien decía que Nueva York era su ciudad predilecta le traía recuerdos tristes-. Estas explicaciones que se remiten a la intimidad personal de los mandatarios no merecen mucha discusión, más allá del efecto de la decisión que se tome.

Nadie las discute, desde ya en la cúpula del Gobierno, donde Cristina sólo las comunica, aunque deba después aclarar, como lo hizo a Sebastián Piñera, que nada tiene que ver esta postergación con el caso del juez mendocino. El mensajero fue el embajador Ginés González García, que se entrevistó en Santiago de Chile con Piñera, quien se dijo satisfecho por las explicaciones, que incluyeron otra aclaración: que la suspensión nada tiene que ver con la caída de la popularidad del presidente Piñera. El embajador habló con el mandatario chileno cuando participó de los actos de despedida del fallecido senador Gabriel Valdés, una de las personalidades más importantes de ese país, que convocaron a todos los partidos chilenos, cuyos dirigentes -peleados por más de un motivo- convivieron por unas horas, aunque fuera en un sepelio.

Valdés fue el fundador de la Democracia Cristiana de ese país cuando de joven participó del primer grupo de la llamada Falange -sello que dio origen a la DC que se ocupó desde entonces de quitarle el tinte falangista de origen inspirado en el grupo español de José Antonio Primo de Rivera-. Fue uno de los ingenieros de la transición democrática en ese país y en ese proceso tomó contacto con muchos políticos argentinos del peronismo y del radicalismo en los 80. En esos años el Gobierno de Alfonsín y el Senado que dominaba el peronismo aportaron fondos y estructuras para que los opositores chilenos a Augusto Pinochet organizasen el plebiscito del No a su Gobierno. No han olvidado los chilenos de ese sector, y eso explica el lugar que le dieron al embajador Ginés en esos actos de despedida del veterano dirigente.

Con la distensión después de asegurarse cuatro años más de Gobierno en la Capital, los macristas liberaron durante la semana los quinchos de cumpleaños. Algunos venían atrasados, otros coincidieron e hicieron coincidir a invitados que festejaron con el mismo entusiasmo a un demoprogresista, a una macrista ortodoxa y a un poskirchnerista que busca nuevo rumbo. Casi el mismo lote de celebrantes acompañó en Ley Seca los festejos del presidente de la Legislatura porteña, Oscar Moscariello -venía retrasada esta fiesta- y de la electa vicejefa del Gobierno en la fórmula con Mauricio Macri, María Eugenia Vidal. Este salón de la calle Hipólito Yrigoyen se llenó de legisladores del macrismo, encabezados por el organizador del encuentro, Cristian Ritondo. Nadie se extrañó por la connotación del nombre del lugar porque suele ser el sitio habitual de encuentro de los legisladores del bloque PRO todos los jueves.

Esos mismos personajes alimentaron el otro cumpleaños del fin de semana, el del saliente legislador Diego Kravetz, quien rompió los récords de amplitud de agenda en reuniones de políticos porteños. La mujer de Kravetz, Sol Acuña, es funcionaria del gabinete macrista y forman los dos lo que se llamaría un matrimonio mixto porque él se ha movido siempre dentro de un kirchnerismo de contrafrente. Fue legislador en listas de Miguel Bonasso, ahora alienta un bloque con Raúl Fernández -exministro ibarrista- y hace proyectos de futuro con Jorge Telerman. A estos amigos, la fiesta en el salón 6-4-7 de San Telmo sumó a ministros como Daniel Chaín y Guillermo Montenegro, diputados como Álvaro González (deja la banca y se sube al gabinete del nuevo mandato de Macri), Carolina Stanley, Fernando de Andreis, Diana Maffei y Juan Pablo Arenaza (los dos de la Coalición de Elisa Carrió), dirigentes como Ana Suppa y Alicia Bello, Hilda Kogan (presidenta de la Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires), el director de Puerto Madero Alejandro Rabinovich, Lisandro Ferraro (titular del ente de control de los servicios públicos), el nuevo juez federal de Dolores Alejo Ramos Padilla, el abogado de Pablo Schoklender, Pablo Slominsky, el expresidente de la DAIA Jorge Kirszenbaum, la kirchnerista Lía María, la controladora Sandra Bergenfeld, la macrista diputada nacional Paula Bertol y siguen los nombres. Muchos se extrañaron por la amplitud de la convocatoria, lo que despertó especulaciones sobre dónde se incardinará este Kravetz después del 10 de diciembre. Asegura sólo que no quiere cargos, que trabajará de abogado y que lo que haga de política lo hará bajo el lema de un gaseoso poskirchnerismo.

Entretuvo a los invitados que danzaron reggaeton hasta la madrugada de ayer también con los chistes del cómico Fabregas, que no impidió que la charla política dominase todo.

En el corro que animaron Ritondo y Moscariello callaron sobre proyectos de su jefe Macri hasta después del 10 de diciembre; hasta esa fecha navegará sin luces para no exhibir movimientos que lo descoloquen del lugar que cree ha ganado. Su diagnóstico es que con las primarias han quedado destruidos el peronismo disidente y el radicalismo, y que el kirchnerismo avanza hacia una división. Macri cree que sólo él ha salvado la ropa y que eso es la base de lo que hará desde diciembre: llamar a todos esos sectores a encolumnarse detrás de él en un proyecto presidencial para 2015. Autoriza, sin aparecer, las alianzas de grupos que se referencian en el PRO en provincias con candidatos presidenciales del 23 de octubre, pero con el mismo rumbo: armar su candidatura presidencial.

Para eludir que lo jueguen en falso, confirmó lo contado en estos quinchos, que hará un viaje al exterior de diez o doce días. Estará en Madrid, Barcelona y Salamanca en reuniones a las que ha aceptado concurrir para discutir temas de urbanismo en grandes ciudades, pero tampoco exacerbará contactos con amigos de ese país, que son del Partido Popular que se dispone a relevar al socialismo de Rodríguez Zapatero en las próximas elecciones. Sabe que mostrarse con dirigentes de ese signo puede resentir el camino de la cohabitación con Cristina de Kirchner después de diciembre. En ese grupo rieron todos con el cuento de cuando Macri, junto a Marcos Peña, cruzó un salón de la Embajada de Brasil para conversar con un sorprendido Rafael Bielsa, que estaba acompañado por Eduardo Valdés, quien fue su jefe de Gabinete en la Cancillería. Bielsa creyó que venía por él, pero Macri le gritó a Valdés: «¡Café las palabras!», nombre del programa de TV que tiene este exfuncionario, el cual suele invitar a peronistas de paladar negro. Bielsa trató de nivelar la charla y le dijo a Macri: «Cómo está rindiendo Schiavi en Boca; más que en Newell's». Con eso derivó la conversación al fútbol.

Quincho académico el miércoles por la noche en La Rural. La Universidad Di Tella salió a buscar fondos para completar su nueva sede en la avenida Figueroa Alcorta a escasos metros del estadio de River Plate (que los «exmillonarios» jueguen los sábados únicamente los beneficiaría dado de no hay cortes de calle en la zona). Se agotaron las entradas para asistir y, tratándose de un evento económico, surgió un mercado paralelo en el que se negociaban con sobreprecios los asientos en las mesas. A una de ellas se sentaron Alfonso Prat Gay y Pedro Lacoste, junto a Gabriela Michetti, lo que inmediatamente disparó los rumores de un posible traspaso de esos dos economistas al PRO. Nada de ello por ahora. En otra zona, Mauricio Macri y Luis Ribaya (Banco Galicia) conversaban extensamente. Obviamente, se trató de un evento plagado de economistas: Pablo Guidotti, Nicolás Dujovne, Nicolás Gadano, José Luis Machinea (muy escondido y al que varios eludían), Guido Sandleris, Ernesto Shargorodsky (rector de la Di Tella tras el fugaz paso de Manolo Mora y Araujo), Vladimir Werning (JP Morgan, graduado primera camada) y Lucas Llach.

Andrés Velasco, exministro de Chile con Bachelet, fue el seleccionado para hablar, y no defraudó. Escucharon, entre otros, el ministro macrista Guillermo Dietrich, Marcelo Mindlin, Alejandro Macfarlane, el excandidato a presidente de River Rodolfo D'Ono-frio, el exministro de Educación del Gobierno de la Ciudad Mariano Narodowski, la presidenta de la Academia de Gastronomía, María Podestá; Teresa González Fernández, Juan Pablo Maglier y el embajador Diego Guelar.

Luego vino el clásico video institucional, matizado con imágenes de los hijos de los profesores. A continuación llegaron, para la donación, los sobres-mangazo inevitables de toda cena de beneficencia, sobres que podrían sumarse a esa categoría de «inevitables» creada por Benjamín Franklin en principio para los «los impuestos y la muerte». Muchas apuestas en las diferentes mesas sobre el nivel de reservas con las que el BCRA cerrará 2011: sorprendentemente se las ubicó en u$s 46.000 millones, restando dramatismo a la situación actual. Otro tema dominante fue Grecia. Allí uno de los cerebros asistentes pasó el siguiente dato: en dos semanas los títulos de la deuda griega que se operan en la actualidad a 45 euros y rinden casi un 20% anual pueden valer 28 u 80 euros. Todo dependerá del canje de deuda que se haga en octubre, si es que ese país no entra en cesación de pagos antes. La probabilidad de que esto último suceda es del 40%. Muchos se atragantaron con este último porcentaje.

La Fundación Educando, presidida por Bettina Bul-gheroni, tuvo su comida anual el jueves en el Hotel Alvear. Esa organización que trabaja en 16 provincias reunió a empresarios, políticos, periodistas y personajes del espectáculo. Mirtha Legrand, Gustavo Yankelevich, Rossella della Giovampaola (recién llegada del Uruguay), Enrique Llamas de Madariaga. Su mujer Denise Pessana se ganó un viaje a Miami para dos personas, pero mandó indirecta al periodista afirmando que viajaría «con una amiga». Mauricio Macri también, pero esta vez sin Juliana Awada, que tiene fecha de parto para octubre y optó por reposo en su domicilio. El jefe de Gobierno porteño improvisó un discurso en el que elogió a Bettina Bulgheroni. Un gran protagonista de la noche fue el vino de la Bodega Vistalba de Alejandro Bulgheroni y Carlos Pulenta. Mario Das Neves, Juan Manuel Urtubey y German Neuss, Martín Cabrales, Jorge Sánchez Córdoba, el derrotado en las elecciones del Jockey Club Bruno Quintana y Alejandro Roemmers completaron la lista de asistentes.

En un aparte durante la inauguración del bar El Justicialista, varios dirigentes políticos se enlazaron en charlas sobre la preocupación ante irregularidades que parten de alguna oficina de Efectores Sanitarios Propios del PAMI Buenos Aires, y que impiden el desarrollo de los policlínicos PAMI Uno y Dos de Rosario. Esos dirigentes recibieron quejas de jubilados y entidades sanitarias de Rosario por retención de facturas en la sede central durante casi nueve meses a sanatorios rosarinos, con la consiguiente falta de prestación de estas instituciones; pedido de historias clínicas de pacientes sin autorización de las autoridades de los policlínicos; designación de médicos en detrimento de notables profesionales sugeridos por las autoridades rosarinas, y la no designación de personal necesario para llevar adelante una acción eficaz a favor de la salud de los jubilados. Los comentarios coincidieron en que supuestamente desde cierto sector del PAMI Buenos Aires se busca someter la voluntad de las autoridades de los policlínicos rosarinos. Uno de los dirigentes propuso enviar una carta a la misma presidente de la Nación y hubo acuerdo en solicitarle a Amado Boudou, durante su visita a Rosario, que medie para que se agilicen los trámites en el PAMI de Buenos Aires a los efectos de permitirles a los jubilados rosarinos acceder a un servicio de salud aún mejor del que hoy disponen.

Con el ocaso de las fiestas en la Embajada de los Estados Unidos, una mezcla de austeridad y de temor a que cualquier criollo que pise los salones del Palacio Bosch (residencia de la delegada Vilma Martínez) tendrá alguna mención de honor en WikiLeaks, trasladó a otras representaciones el mogollón diplomático. Eso explica la amplísima asistencia de políticos y empresarios de todos los colores el miércoles al Palacio Pereda invitados a celebrar los 179 años de la independencia de Brasil. Este año miles de globos verdes y amarillos decoraban el jardín y se asomaban por los balcones que miran hacia la avenida Alvear, enfrentando al Jockey Club y a la Embajada de Francia -sede este año de la otra fiesta, el 14 de julio, que compitió con ésta en asistencias-, en ese barrio que prosperó durante la opulencia argentina de principios del siglo XX.

Los invitados hacían fila desde el mediodía para saludar al embajador Enio Cordeiro, joven economista al que le tocó navegar en medio de las turbulencias diplomáticas que impone el comercio entre ambos países. El vicecanciller Alberto D' Alotto representó con alegría, pero en soledad al Gobierno; lo acompañaba sólo el viceministro de Economía, Roberto Feletti, y el secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino, que escucharon con paciencia a empresarios y comerciantes brasileños y argentinos empeñados en descubrir una hoja de ruta que los guíe en la maraña de las complejas relaciones bilaterales. José Ignacio de Mendiguren y Daniel Funes de Rioja de la UIA se mezclaron en charlas con Mauricio Macri, distendido y saludador -vive un momento de euforia política que se explica en otra ráfaga de estos quinchos-, el publicista Fernando Braga Menéndez sonreía socarrón, al ver el trío conformado por Alieto Guadagni, Orlando Ferreres y Mariano Grondona, que trataba de explicar el éxito electoral del Gobierno en las primarias del 14 de agosto.

Para encender la inspiración abundaban las caipirinhas, los jugos de maracuyá, abacaxi, frutillas y unos tragos en vasos multicolores de circulación incesante (sin prejuicio por el horario). Entre los representantes de Francia, España, México, Marruecos y Portugal, se movía con más ánimo la de los EE.UU., Vilma Martínez, con un elegante Chanel color arena con vivos negros: un clásico. Mirtha Legrand se vistió sin piedad como un canario, de amarillo, desde el cuellito de piel hasta los pies, pero derramó su sonrisa ya casi legendaria hasta que se fue. Un pequeño grupo interpretaba música carioca con dulzura y sensualidad frente a Graciela Römer, Alejandro Bulgheroni, Jorge Telerman, Camila Makeson, Roberto Villambrosa, Oscar Camilión, Jorge Hugo Herrera Vegas, el poeta Guillermo Yanco, Albino Gómez, Juan Manuel Antequera y Cristiano Rattazzi, que parecían dispuestos a comenzar a bailar.

El lote de los políticos fue el de más amplia representación y buscaron conversar con gente baqueana en el tema electoral. Después de todo, faltan apenas 40 días para las elecciones y ante la imposibilidad de una sorpresa en cuanto al resultado, todos quieren conocer detalles sobre las extravagancias del nuevo sistema electoral, que incluyó unas primarias para elegir candidatos en las que no se eligió nada. Esos baqueanos, los camaristas electorales Alberto Dalla Vía y Santiago Corcuera -del lado de los jueces- y el apoderadísimo del peronismo Jorge Landau -por la grey de los políticos- rompieron el récord de participación en los invitados que hacían cola para hacerles preguntas que, a veces, no pudieron responder. Encontraron contención en esos corrillos, y también en charlas con celebridades como Gino Bogani, un seleccionado de políticos con suerte diversa en este turno electoral: Eduardo Sigal, Héctor Recalde, Ruperto Godoy, el propio Feletti, Julián Obiglio, Federico Pinedo, Ricardo López Murphy.

En cuanto a lo conversado, hubo plétora de especulaciones sobre los cambios que pueden ocurrir después del 10 de diciembre si se cumplen los pronósticos de la primaria-encuesta. Como nadie tiene pruebas de lo que dice, esas especulaciones son entretenimientos ligeros que ni merecen reproducirse en estas páginas. Sí quizás algunos comentarios sobre el temor de los visitantes a la Embajada de los EE.UU. por el riesgo de que sus opiniones y posiciones tengan después exposición pública en los Wikileaks que se han destapado en las últimas semanas y han aportado si no información-. Se cuentan en esos cables cosas ya sabidas - sí percepciones y opiniones que parecía ocultas.

Por ejemplo, que el rango de las relaciones reales entre los gobiernos de Washington y de Buenos Aires son mejores que lo que demuestra el estereotipo de superficie, que hace aparecer a las dos administraciones peleadas por cuestiones de estilo cuando, en realidad, no tienen disidencias de fondo. Lo prueba el cable que reproduce las charlas entre el legislador Eliot Engel y Cristina de Kirchner en el cual la presidencia le reclama cuentas porque Barack Obama demoraba una entrevista. También ponderaron algunos empresarios la lectura de los cables en los cuales Julio De Vido expone la política energética del Gobierno, que deberían ser de lectura obligatoria porque explican al detalle qué quiere y qué no quiere el Gobierno en ese terreno. Algo que nunca ha terminado de explicar en la superficie y que el público termina conociendo por estos cables que fueron secretos. Levanta apuestas la fecha en que el momento en que el Gobierno tomará represalias por la aparición en esos cables de funcionarios y otros personajes diciendo cosas que no reconocerían en público, como un fiscal que fue ministro de seguridad que dice que en este ciclo hay corrupción pero más concentrada que en la década de los 90. Diversión para perversos por la naturaleza de estos Wikileaks que son dañinos más por su estética -como ocurre con las cámaras ocultas- que por su contenido.

Vamos a terminar con un chiste religioso. Una calurosa tarde de verano el comisario del pueblo sale a patrullar la zona; en el camino que lleva a la ruta ve el auto del cura del lugar, zigzagueando peligrosamente. Acelera, lo pasa y le indica que pare en la banquina. El curita obedece; el comisario se baja y le dice:

- ¿Qué anda haciendo por acá, padre?

- Voy a visitar a la familia González, a su chacra.

- Pero está manejando raro, padre...

- ¿Te parece, hijo mío?

En ese momento, el policía ve una botella opaca en el asiento del acompañante.

- ¿Y esa botella, padre?

- ¿Eso? Es agua, hijo... Hace calor, como ves; es para mantenerme hidratado en estos días tan calurosos...

El policía, desconfiado, le pide que se la alcance. La abre, la huele y dice:

- Pero esto es vino, padre, no agua...

Y el cura responde:

- ¿¡En serio!? ¡Milagro, milagro: nuestro Señor Jesús Cristo lo ha hecho de nuevo!