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Charlas de Quincho

Divide y sacarás el aumento: tal es la máxima que aplicó el ministro de Trabajo para que acordaran sectores antagónicos, triunfo que más tarde festejó en un quincho cuyos detalles le contamos.

También, el de un exclusivo haras bonaerense, preludiado por la llegada de varios helicópteros con al menos dos futuros presidenciables a bordo. Aunque en el aire, por la cantidad de vuelos proselitistas, el quincho radical no trasunta igual optimismo: además de los persistentes problemas de salud del candidato, las estrategias para el futuro inmediato continúan teñidas por las quejas por el resultado en primarias. En el sobrevuelo por los quinchos de la semana contamos, además, la estrategia del PRO para que su candidato porteño supere las primarias, miramos de cerca la elección más importante del año y contamos cómo un visitante de Indonesia creyó que un campeón de Fórmula 1 que hace política había sido apenas "alcalde". Veamos.

"¿Cómo va el partido?". "Cero a cero, y lo expulsaron a Teófilo Gutiérrez...". "¿Teo se hizo expulsar? ¡Cómo estará Máximo!". Este diálogo extemporáneo para el lugar y la hora -eran más de las 22 del viernes en una sala del Ministerio de Trabajo, donde se había firmado el acta para establecer el aumento del salario mínimo- lo actuaron Cristina de Kirchner y el sindicalista del agua, José Luis Lingieri, a quien la Presidente sorprendió cuando miraba a solas en un rincón el partido entre Racing y Arsenal.

Los ánimos estaban ya calmos, después de una jornada en la que empresarios, sindicalistas y funcionarios habían actuado posiciones de máxima y amenazaron varias veces con levantarse y hacer estallar la cumbre. En el festejo que improvisó Carlos Tomada, cuando todo había terminado, en el restorán Teatriz de la calle Riobamba, supimos detalles insólitos de ese final de aumento del 25% que era más de lo que empresarios y Gobierno querían, pero mucho menos de lo que pretendían cegetistas y ceteístas.

"No sé qué hiciste -le dijo Hugo Moyano al ministro antes de retirarse con los suyos-, pero a las seis de la tarde estaba todo roto, y al final firmamos todos". Tomada contó al pequeño grupo de amigos y entornistas que lo acompañaban que a esa hora, cuando Moyano amenazó con irse, desbarató la reunión general y armó tres mesas, una con empresarios, otra encabezada por Moyano y sus acompañantes de la CGT, y otra con Hugo Yasky y los ceteístas. "Analicen bien este 25% -les dijo el ministro en la visita que hizo a cada mesa-, que estamos dando todo junto y no en cuotas, a dos meses de una elección y con una crisis internacional formidable. Además, los estamos convocando para discutir asignaciones familiares para la semana próxima. ¿Qué señal quieren dar?".

En cada mesa repitió lo mismo, pero simulando que en las otras ya le habían dado el sí. En un momento, le costó que se sentase Moyano con Yasky pero, contó, al final lo logró. Ese método novedoso de operar sobre cada mesa como recomiendan los expertos en negociación con los corolarios del dilema del prisionero -aquel que imagina a dos cómplices encerrados en celdas separadas y el interrogador que los engaña con que cada uno está traicionando al otro- funcionó con estos protagonistas tan recios y que presumen de sabérselas todas. Por eso las rondas de brindis en Teatriz, en una mesa que aportó más detalles de esa negociación. Por ejemplo, que Cristina de Kirchner no tenía pensado aparecer a la hora de la firma. Estaba esa tarde-noche en Olivos, junto a Carlos Zannini y sin ninguna actividad prevista, por lo cual no se había programado ningún diagrama especial de seguridad al no haber desplazamientos en la agenda. Tomada la llamó pasadas las 21.30 para contarle el final y ella no dio ninguna señal de acompañarlo para la foto. Tomada: "Pero mirá que esto es histórico». Cristina: "¿Qué es histórico?". Tomada: «También está firmando la CTA". Cristina: "Voy para allá". Se subió al helicóptero, le avisó a Amado Boudou que estaba en su casa, y aparecieron juntos en Trabajo, con un solo custodio -era lo que había- y sin personal de prensa. Eso permitió que no hubiera aglomeraciones en las puertas del ministerio por lo que pudo entrar y salir sin alharacas y hasta concederse el respiro, cuando todo terminó, de ver unos quince minutos de Racing-Arsenal a solas con Lingieri para resignarse con el cero a cero final.

Hubo alguna negociación en la fórmula presidencial esa noche para que el ministro de Economía apareciera la noche del sábado en el programa de Nicolás Repetto. No hubo, desde ya, veto de Olivos a esa presencia que Boudou, por las suyas, preparó con cuidado especial. Logró por eso evitar las astracanadas que pudieran indisponerlo ante un público que festeja esas apariciones pero que castiga los excesos.

Lo mostró Boudou cuando una modelo que salió de una caja quiso ponerle, con una manga de cocina, crema en la boca. Firme, el ministro levantó el plato y obligó a que la crema se la sirviese allí. Un profesional, porque esa foto hubiera sido objeto de reproches en el público cuya adhesión el Gobierno necesita mantener después del resultado de las primarias. Tuvo suerte el candidato cuando se ganó una motocicleta en un sorteo y lo festejó con euforia. Una señal en medio de ese delicado equilibrio que tiene que mantener alguien que busca votos; sabe que el público se pega a quienes tienen suerte y repudia a quienes la fortuna no acompaña. El ministro es aficionado a esas máquinas, pero ya le dio destino. Cuando llevó al equipo que lo había acompañado a cenar después del programa a la parrilla Happening de Puerto Madero, anunció que la donará al hospital Garrahan para que la subaste en un acto que él mismo se ocupará de organizar.

Un desfile de helicópteros -con diferencia de minutos, aterrizaron tres- inquietó la mansedumbre del haras La Pasión, en el pueblo de Solís, partido de San Andrés de Giles, el jueves al mediodía: Luis Alberto Moreno, presidente del BID y Thomas Daschle, senador demócrata y asesor de Barack Obama llegaron a bordo de una nave facilitada por un empresario petrolero; luego el ministro de Economía bonaerense, Alejandro Arlía, también arribó por vía aérea, y completó el staff de aeronavegantes, Daniel Scioli. El gobernador, a quien fronteras afuera como fronteras adentro se ve como presidenciable para 2015, es una figura siempre atractiva para los visitantes. Quizá lo sea, en particular para Moreno, a quien en su país, Colombia, se lo menciona en carrera para cuando termine el mandato de Juan Manuel Santos. El titular del BID, un rato antes, se había reunido con Cristina de Kirchner y con Julio De Vido, como parte de una gira no oficial que continuó, luego, con una visita a Mendoza, escala previa en El Calafate, destino turístico de todo extranjero que pisa el país. El haras, propiedad de los hermanos Ricardo y Nicolás Benedicto, se convirtió en el reducto para servirles un asado a los huéspedes, una larga charla sobre la coyuntura política y, además, para ese vicio de exquisitos que es el mundo de las caballerizas. Daschle, senador por Dakota del Sur, a quien se presenta como uno de los principales asesores parlamentarios de Obama, mostró interés y un conocimiento por encima de la media de la situación argentina, pero terminó enfrascado en un análisis puntilloso, entre el dramatismo y la minimización, del tea party, ese movimiento de sectores ultraconservadores y férreos opositores a las reformas de Obama, una especie de «indignados» previos a los que acamparon este año en la Puerta del Sol. Expertos en la cautela y en la sobriedad, Moreno, Scioli y Daschle se entretuvieron en una larga charla de casi dos horas en las que el gobernador, según se contó, demostró un «buen inglés de deportista». Scioli partió a media tarde (unas horas después salía de minivacaciones rumbo a España), pero quedaron Arlía; el titular del BID en la Argentina, José Luis Lupo; el consultor Agustín Freixas y Federico De Achával hijo -que al margen de sus cercanías al turf, es candidato K por una banca en el Concejo Deliberante de Pilar-, además de esposas y parejas, entre ellas la mujer de Moreno, la ex miss Colombia Patricia López. Horas después, en La Plata, ya sin Scioli en el país, su jefe de Gabinete, Alberto Pérez, recibió a Garry Kasparov, que patrocina junto al gobernador la inclusión del ajedrez en la currícula escolar bonaerense, idea que Scioli pretende ver concretada el año próximo o, a más tardar, el otro. Se sabe que el gobernador es un fanático del ajedrez, al punto que tiene como profesor al Gran Maestro Internacional Miguel Ángel Quinteros. Es el segundo año consecutivo que Scioli convoca a Kasparov para dar clínicas a chicos: el fin de semana las dictó en La Plata, donde se quedó más de 3 horas, y en Villa Martelli. Esta vez no pudo verse con Scioli y es probable que se haya quedado con las ganas de una revancha con Alberto Samid, otro habitué del tablero, que porta en su currículum el haberle hecho tablas al ruso, durante un enfrentamiento el año pasado. Así como Scioli, al igual que muchos políticos, explora el ajedrez, Kasparov intentó con la política, pero se quedó en el camino: aspiró a la presidencia de Rusia, para suceder a Vladimir Putin, pero no llegó a cumplir los requisitos, lo que derivó en denuncia de un complot en su contra por parte del Gobierno. Por eso, aunque no habla castellano, Kasparov prefirió la política antes que el ajedrez durante una cena que compartió el viernes en Patagonia Sur, el restorán de comidas sureñas que montó Francis Mallmann en La Boca, donde estuvieron, además, el ministro de Producción bonaerense, Martín Ferré, y el secretario de Deportes, Alejandro Rodríguez, eufórico con la preparación del preolímpico de Básquet que comienza el martes en Mar del Plata, apertura a la que asistirán Pérez en nombre de Scioli y Amado Boudou en representación de Cristina de Kirchner.

De estas realidades pedestres a la política que vuela aún por los aires, por ejemplo, la de los radicales. Celebraron por adelantado el jueves el triunfo de anoche en la elección a intendente de Mendoza de Víctor Fayad, un transversal que, a diferencia de muchos, trabaja al final siempre para los radicales, caído el sueño del kirchnerismo de repetir con él el pacto con Julio Cobos de 2007, pero esta vez para que fuera candidato a la gobernación. Lo hicieron en plaza que disputaron, también ayer, sin suerte en Tucumán, pero el viaje del trío que maneja hoy la campaña sirvió para ajustar cuentas. Se subieron ese día a un avión privado Ricardo Alfonsín, el presidente del Comité Nacional, Ernesto Sanz, y el nuevo responsable de la campaña para el 23 de octubre, el exdiputado Marcelo Stubrin, a cuyo ingenio está cifrado el resultado que obtengan en esa fecha. De ida y de vuelta repasaron los tres el mapa en donde tiene que aplicarse el proselitismo que les permita disputar el segundo lugar en las presidenciales contra Hermes Binner y Eduardo Duhalde. Primero vinieron los reproches al candidato por armar agenda de actos en lugares chicos, pero en donde lo tratan mejor porque son plazas amigas. Eso, se quejan los radicales con el resultado de las primarias en la mano, impidió que tuviera tiempo para dedicarse a los grandes distritos que es donde están los votos. El mapa de actos que se armó en ese vuelo incluye sólo actividades, por ahora, en Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Mendoza y Santa Fe; es decir, los distritos que más votos aportan. En ese viaje los acompañantes de Ricardo advirtieron que no está repuesto de su enfermedad pulmonar. Uno de los acompañantes recordó algo obvio, que toda actividad de un candidato está contraindicada para la salud, entre actos como el de Tucumán al aire libre, saliendo de autos calefaccionados a la intemperie y de nuevo a esos autos, por no mencionar las empanadas que les sirven, nunca libres de alguna sospecha. Para hacer política hay que tener salud, y eso le piden ahora al candidato que ha aportado dejando de fumar, hábito al que no volvió después del tratamiento de shock que se propinó en un spa. Con el resultado en la mano, el diagnóstico de la red de asesores del candidato es que el marketing y la publicidad pueden hacer esta vez la diferencia. En eso coinciden los expertos Carlos Baccetti, Martín Waintrub y JJ Rendón, el venezolano que viene de asesorar a los colombianos Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos y el hondureño Porfirio Lobo, y que aporta -paga- el aliado Francisco de Narváez, quienes esta semana le mostrarán al trío los esbozos de spots de campaña con que esperan van a dar vuelta el pesimismo del partido. Igual siguen los entuertos en esta formación que tiene una luz encendida en cada pueblo, pero que no encuentra una fórmula para representar a alguna mayoría importante en elecciones nacionales. De ahí el silencio de Ricardo cuando se enteró en ese vuelo, a miles de metros de altura, que el candidato radical a la gobernación de Mendoza, Roberto Iglesias, comenzó a empapelar su provincia con afiches que alientan el corte de boleta para que lo voten a él y a cualquier otro candidato presidencial, fuera Alfonsín u otro.

Un ganador hasta ahora, como Mauricio Macri, también abrió mesas de análisis de la campaña, pero con la condición de que lo mantengan en la clandestinidad. Él ya ganó lo que disputaba y cualquier movimiento desacertado puede anotarlo en la lista de los perdedores del año. Juntó en la semana a sus asesores de estrategia Humberto Schiavoni y Emilio Monzó para diseñar una campaña de microcirugía en distritos como Córdoba, Entre Ríos y algún toquecito en el conurbano, pero nada más. ¿Santa Fe? Ni pisar, ya hizo -entiende- bastante. Lo mejor en estos casos es un viaje por el mundo. No tiene agenda resuelta, pero esta semana Diego Guelar y Fulvio Pompeo -sus agentes internacionales- le mostrarán las actividades que pueden sacarlo del país antes del 23 de octubre.

Un límite es el parto de su mujer, Juliana Awada, de quien quiere estar cerca en el tramo final del embarazo y que ya no puede subir a los aviones. Pero como Cristina de Kirchner y Daniel Scioli -que tienen un futuro casi asegurado-, qué mejor que mirar lo que pase en la campaña por internet y lejos del país. Tiene sobra de invitaciones para participar en conferencias y congresos de gobernantes de grandes ciudades y alguna elegirá para tomar distancia. Igual Macri tiene que escuchar cosas relacionadas con su interés político. Por ejemplo, qué hará su partido para que el candidato a diputado nacional Federico Pinedo haga la mejor elección. En las primarias sacó algo más del 16%, una proeza yendo sin candidato a presidente. Autorizó a los baqueanos de esa campaña una serie de maniobras inconfesables para que ese porcentaje de votos llegue al 20%, algo que le permitiría al PRO meter cuatro diputados nacionales. En los cálculos de esa fuerza el kirchnerismo puede ganar metiendo 5 diputados, dejándole al PRO otros cuatro. El resto, a disputar entre las otras fuerzas, alcanzaría una banca cada una de ellas, el duhaldismo, la Coalición Cívica y el socialismo. ¿Qué es lo inconfesable? Que el PRO, sigilosamente, reparta boletas de Pinedo acompañadas de boletas presidenciales elegidas a medida de cada franja y de cada zona del electorado porteño. ¿De todos? Sí, de todos, para que elijan, a gusto, Pinedo-Cristina, Pinedo-Duhalde o Pinedo-Binner.

Tanta reunión secreta no impidió alguna algarada pública, como la cena que ofreció el Gobierno el jueves por la noche en el hotel Alvear a los 36 cancilleres que participaron de un Quinto Foro de Cooperación bilateral (Focalae) que juntó a países de América Latina y de Asia. Acompañados de sus embajadores, esos representantes se deleitaron con el menú de carne que sirvió Héctor Timerman, no sin antes preguntarse por qué el canciller argentino y el del Uruguay, Luis Almagro, tenían una dieta especial. «Somos vegetarianos», contestó Timerman. "Pero ustedes tienen la mejor carne del mundo y tienen un canciller vegetariano. ¿Quién los entiende?". Las cosas son así, respondieron el argentino y el uruguayo. "Esta es la mejor carne del mundo -dijo Timerman al comenzar la cena-, pero en Estados Unidos no podrían comerla". "¿Por qué?", se inquietó la barra. "Porque Estados Unidos prohíbe el ingreso de este y otros productos argentinos", explicó, aprovechando este pie para repetir la queja criolla por las barreras comerciales de ese y otros países. Al anfitrión lo habían sentado junto al canciller de Indonesia, Marty Natalegawa, a quien todos tratan con especial mimo porque lo ven como futuro gobernante de ese país. Repasaron alguna conclusiones del encuentro, como el dato que surgió de que los países que se reunieron en Buenos Aires tienen, en conjunto, el 52% de los bonos del Tesoro estadounidense (claro, entre esos países está China, inversor principal en esos papeles). Merodearon el tema con la delicadeza necesaria pero se preguntaron: ¿por qué invertimos en unos papeles que estuvieron al borde del default y a los que les han bajado la calificación? Silencio. ¿No será mejor elegir otra moneda para las transacciones? Otro silencio.

Esperable en cualquier situación similar de deuda: cuando alguien debe mucho el problema deja de ser de quien paga y pasa a ser un problema de quien tiene que cobrar. Pasaron a temas más pedestres y nos enteramos en esa mesa de que Cristina de Kirchner revisa en estas horas su negativa a viajar -como hicieron los Kirchner desde 2003- este año a la Asamblea de las Naciones Unidas. El argumento era que Nueva York le traía recuerdos tristes porque era la ciudad preferida de Néstor Kirchner. Ante la llegada de la fecha -como se explica en esta edición-, parece revisar esa idea para efectivamente viajar en septiembre a los Estados Unidos. Cuando llegaron la sobremesa y la mayor confianza, el canciller indonesio le preguntó a Timerman: «¿Sabe que soy corredor de autos, aficionado?». Qué bien. Y agregó el visitante: «Yo siempre admiré a un corredor argentino que además fue alcalde. ¿Cómo se llamaba?». Timerman recorrió la memoria y respondió: «¿No será Reutemann? Era corredor, pero alcalde nunca fue». «Ése, Reutemann, ése», festejó el indonesio.

Reflexión final con fútbol: poco se está hablando de la elección más importante desde ahora hasta fin de año. No se trata de la del Jockey Club obviamente de mañana ni de las del 23 de octubre (tras los resultados de las primarias, perdieron rating). El 4 de diciembre son las del Club Atlético Boca Juniors. Hay cinco postulantes: José Beraldi, hoy vicepresidente, Daniel Angelici (ahijado de Mauricio Macri), Roberto Digón, Horacio Paolini y Orlando Salvestrini. El actual presidente, Jorge Ameal, duda de presentarse.

El miércoles, en Espacio Barracas, se lanzó oficialmente Beraldi con varias sorpresas. Ya era sabido que Oscar Vicente, el ex CEO de Pérez Companc sería su Nº 2 en la fórmula. Pero en su equipo figuran también Rómulo Zemborain (ex Citi y actual secretario general de Boca) y Marcelo Blanco (actual CEO de Deutsche Bank Argentina). El menú no podía ser otro que pizzas. Entre los asistentes, pudo verse a una delegación de abogados encabezados por Roberto Silva (h) del estudio Marval, O'Farrel & Mairal, Angel Montes de Oca (estudio Cárdenas), Carlos Lombardi (Bruchou, Fernández Madero & Lombardi). También Fabián de Paul, ex CEO de una multinacional cerealera, integrantes del equipo de Alejandro Arlía (ministro de la provincia de Buenos Aires) y una delegación de funcionarios de Tigre. El grupo de «los Gitanos», cortina del programa de Tinelli, cerraron el acto que se extendió hasta las 22.

Ayer en la cancha de Boca se sintió fuerte el clima electoral a pleno. Sorprendió Angelici con sus altos gastos de campaña: contrató a casi 100 promotoras que disfrazadas con kimono, buscaban atraer votantes con la promesa de que Boca Juniors retornaría a Japón a disputar la Copa Mundial de clubes.

Dos semanas antes había repartido miles de imitaciones de pasaportes «para viajar a Japón». El rostro de Mauricio Macri aparece en todas las publicidades de Angelici para dar fe de la bendición del jefe de Gobierno porteño. Incluso Macri figura como vicepresidente, pero de la agrupación, no de la fórmula. Una picardía para ganar adhesión. En el palco de Beraldi ayer estuvo Valeria Mazza junto a Alejandro Gravier, sufriendo los idas y vueltas del partido con San Lorenzo. En los palcos estuvieron seis integrantes de Los Pumas (Agustín Gossio, Martín Scelzo, Juan Martín Fernández Lobbe, Juan Martín Leguizamón, Nico Sánchez y Leonardo Senatore) llevados por Rómulo Zemborain, próximos a partir al Mundial de Rugby de Nueva Zelanda. Pero en los pasillos, en el entretiempo se vio una fuerte discusión entre el presidente Ameal y Angelici, subida de tono, por la performance del equipo y las medidas que se tomaban desde la dirigencia del club. Clima caliente que aumentará de temperatura con el transcurrir de las semanas.

Vamos a terminar con un chiste acorde para el clima de campaña. Se atribuye a un dirigente del sur bonaerense pero, es seguro, como los mitos urbanos y rurales, se ha contado en otros dominios con otros protagonistas. Para el caso es lo mismo.

En los días previos a las elecciones, un candidato -que para el caso llamaremos "el Chiqui"- sale a recorrer las zonas más humildes del pueblo. Va casa por casa.

-¿Cómo le va Don Álvarez? -saluda el postulante.

-Acá andamos, "Chiqui". El rancho se me viene abajo, mirá el techo -responde.

-Anotale unas chapas a Álvarez -le indica "el Chiqui" a un colaborador y se va a otra casa.

-¿Cómo te va Albino?

-¿Qué te voy a decir, «Chiqui»? Con la negra y los cinco pibes dormimos en tres colchones.

-Anotá: dos colchones para Albino, de los buenos -ordena el candidato y sigue.

-Laurita, ¿qué necesitás vos? -continúa la ronda de pedidos.

-Mirá dónde cocino, «Chiqui», en unas latas, ¿te parece? -se queja la mujer.

-Ponela a Laurita con unas cacerolas -dice «el Chiqui» y marcha a otro rancho.

-¿Y, Chamaco? ¿Cómo anda todo?

-Y, «Chiqui», andamos corriendo la coneja.

-Anotalo con un galgo.