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Carrascosa le pidió al papa Francisco que lo ayude a obtener prisión domiciliaria

Desde dónde cumple su condena por el homicidio de su esposa, María Marta García Belsunce, el acusado le escribió a la Corte Suprema y al Papa para "no sufrir el estrés carcelero".

Carlos Carrascosa está acusado de haber asesinado a su esposa María Marta García Belsunce. La socióloga apareció muerta en su casa del country Carmel el 27 de octubre de 2002, todo parecía un accidente hasta que descubrieron que tenía cinco balazos. Desde el penal de Campana le pidió al papa Francisco que lo ayude para tener prisión domiciliaria.

El esposo de la víctima fue condenado, obtuvo el beneficio de excarcelación el 17 de julio de 2007, cuando pagó una fianza de 100.000 pesos y volvió a su casa. Pero el fiscal a cargo de la causa, Diego Molina Pico, apeló el fallo y en 2009 Casación condenó a Carrascosa a prisión perpetua por homicidio agravado por el vínculo.

Desde el penal, Carrascosa le escribió una carta a la Corte Suprema y al papa Francisco para que lo ayuden a volver a su casa y gozar de prisión domiciliaria. El argumento del homicida es que tiene "hipertensión" y no quiere sufrir "el estrés carcelero".

"Tengo 69 años y desde el 10 de julio del 2010, cuando se produjo mi primera crisis de hipertensión, por la que fui internado por el Servicio Penitenciario en el hospital de Campana, comencé un largo calvario que perdura hasta la actualidad", escribió Carrascosa.

El acusado de homicidio describe algunos tratamientos que cubrió con su obra social y solicita que le den prisión domiciliaria: "Ya ni me acuerdo de cuantas veces pedí arresto domiciliario, y siempre se me negó, poniéndose mil excusas!"

"El arresto domiciliario me permitiría, además de no sufrir el estrés carcelero  una mayor facilidad para tener la alimentación adecuada, un ambiente en el cual me permita dejar de fumar (acá me es imposible),  y realizar los ejercicio que acá se me dificultan debido a que me da miedo hacerlo, ya que nunca se sabe con qué se puede encontrar uno caminando acá adentro, y no me siento un cobarde en decirlo, es la realidad que vivo".