Carolina Baldini: "Hoy, los únicos hombres en mi vida son mis hijos"
*Por Sergio Oviedo. Es una de las morochas con mejores curvas de la Argentina y confiesa que está en busca de "un cambio profundo" en su vida.
Mantiene un bajo perfil y disfruta de su familia. Juntos siguen la campaña del Atlético de Madrid que dirige el Cholo Simeone. Sin embargo, se sincera: "Estamos separados de forma definitiva".
Sólita, sin el Cholo Habitué de Pinamar, Carolina pasa sus holidays en la playa y el mar. Es el
único momento del año en que no entrena y aprovecha para lucir su cuerpo perfecto.
"Aunque con Diego estamos separados desde la época en que dirigía Estudiantes, que hoy no esté acá es para mí una gran carga. Siempre fue un papá muy presente con sus hijos".
Pícara, apenas pisa la orilla aprovecha para salpicar a su hijo Giovanni (16) con el agua del mar. Carolina Baldini sonríe feliz cuando él la abraza.
Es que aquel bebé -nacido en Madrid el 9 de agosto de 1995, cuando ella apenas tenía 21 años- llegó de visita por un día a Pinamar. Sí, el pequeño Gio está a punto de hacer realidad el sueño que arrastra desde que veía a su papá correr detrás de una pelota: ser jugador profesional en River. Y aunque tiene edad de séptima división, sus cualidades de delantero hicieron que Matías Jesús Almeyda, el DT de la Primera, le diera la posibilidad de formar parte del equipo que hace de sparring del plantel mayor.
Su mamá experimenta una sensación ambigua. Por un lado feliz, porque el objetivo de su hijo está a punto de cumplirse.
Sin embargo, también siente que de a poquito se va quedando sola. En apenas un año, sus vacaciones cambiaron por completo. De aquella fotografía del 2011 donde se veía a todo el grupo familiar hoy sólo quedan ella, Gianluca (13), Giuliano (9) y la arena del parador.
CR: "Cuando Gabriel Amato le dijo a Gio que Almeyda lo iba a tener en cuenta, fue un gran orgullo para todos. Pero nos cambió los planes. Es mi compañero de surf, mi compinche en los deportes, y ahora no lo tengo... Siempre le enseñamos que con sacrificio y humildad se logran grandes cosas. El tiene todo para conseguir su objetivo: ser el nueve de River".
Cambio de planes. La idea de Carolina era pasar todos juntos el fin de año en Brasil. Entonces, sacó los pasajes e hizo las reservas por una semana. El destino futbolístico de Diego Simeone la obligó a virar el rumbo. El Cholo se fue de Racing y firmó como nuevo técnico del Atlético de Madrid: "Decidí cambiar todo por mis hijos. Ellos necesitaban estar con su papá, porque no lo iban a ver hasta junio. Su designación cambió los planes, pero también me puso contenta. En Racing venía muy cuestionado, y cambiar de aire le hizo muy bien. Cuando llegamos a Madrid los chicos, la gente mayor, todos, lo abrazaban y le decían: "¡Suerte, Cholo! ¡Te va a ir muy bien!'. Fue una caricia para el alma y se lo merece. Está feliz porque cumplió el sueño de dirigir al Atlético, el equipo donde jugó y donde tanto lo quieren".
Hasta acá, todo pareciera ser un camino de rosas con algunas espinas. Sin embargo, en los momentos de soledad, Carolina se replantea muchas de las decisiones que tomó en su vida. Como cuando a los 21 años abandonó su carrera para seguir a su marido y mantener a su familia unida. Hoy, a los 38, siente que muchos de sus sueños quedaron truncos: "Volví de España con la idea de trabajar como modelo. Pero rápidamente me convertí en famosa y eso frustró todos mis sueños. Ya estaba grande para la pasarela y me tuve que conformar con hacer otras cosas.
Hoy estoy tratando de dejar de lado esa imagen de personaje frívolo y casi no voy a los eventos. Lo necesitaba. Aunque está claro que eso tiene sus consecuencias. Si no estás en el circuito, te quedás afuera de muchos desfiles y campañas".
Fútbol y más fútbol. Enamorada de Diego, se casó el 22 de julio de 1994 y partió a Europa.
La celosa profesionalidad con la que el Cholo se tomó su trabajo terminó por desgastar la relación.
"Nunca tuvo una mancha en su carrera, y para eso tuvo que ser muy egoísta, darle más importancia a la profesión que a su familia. Su única pasión es el fútbol: nunca pudo separar las derrotas deportivas de su vida fuera de la cancha.
Cuando Argentina perdió 5 a 0 con Colombia en el '94, teníamos todo el paquete comprado para irnos al Caribe... y lo perdimos. 'No puedo irme a una playa si nos golearon...', me dijo él, y tenía razón. Por ahí pudo haberse quedado encerrado en el hotel mientras yo iba un rato a la playa", recuerda Baldini mientras lanza una carcajada.
Es tan apasionada por River que en el último Superclásico -en el 2011 en la Bombonera- compró dos populares y se fue con su hijo Gianluca a ver el partido casi en medio de la barra. "En un momento fui a comprar unas hamburguesas y el vendedor me dijo: '¡Sos igual a la Chola!' '¡Sí, sí, todo el mundo me dice lo mismo!', le respondí. Después se me complicó volver a entrar al medio de la popular de la Bombonera, con los patys y la gaseosa. Por suerte todos me cuidaban y al grito de: '¡Vamos, vamos, háganle un lugar a la Chola!', pude llegar hasta donde estaba mi hijo", cuenta y sonríe.
Paz y playa. Aunque enero es el único mes que no entrena, Carolina se levanta bien temprano para disfrutar del sol. También le da rienda suelta al motocross, su otra pasión. "Aprovecho para ponerme el casco y agarrar mi Kawasaki 250. Heredé la pasión por las motos de Roberto, mi papá.
Manejo desde los catorce años. Me encantan los deportes extremos y el turismo aventura. Hace un año y medio escalé el Lanín y en unos meses haré el Cruce Sanmartiniano de los Andes, desde San Juan hasta Chile. ¡Cinco días a lomo de mula por la montaña! Nadie conoce a la otra Carolina.
Puedo ser princesa o camionera: me adapto a todo", asegura Baldini.
Antes de irse con la puesta del sol, Carolina abre su corazón. "Estoy enamorada... pero de mis hijos: son los únicos hombres en mi vida. Sé que soy una mujer joven y me gustaría volver a enamorarme. Pero hoy elijo estar sola".